Entrevista a Leticia Mazur: “Hay que militar la imaginación”

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Phantastikón es el punto culminante del recorrido que propone el programa Artista en Residencia en el Teatro Sarmiento: una retrospectiva, un workshop y el estreno de una nueva creación. Este año la artista convocada fue la coreógrafa, bailarina y docente Leticia Mazur. La Primera Piedra entrevistó a la creadora para conocer más sobre esta particular experiencia.


Leticia cuenta que fue convocada por Vivi Tellas, directora artística del Teatro Sarmiento y creadora del programa Artista en Residencia que propone el recorrido por la trayectoria profesional de los artistas a partir de una retrospectiva, un workshop y una nueva creación. “Conversamos un montón sobre cuáles obras podrían formar parte de esta retrospectiva, pero el principal criterio de selección fue considerar aquellas que tenía más ganas de hacer y que además fuesen viables en este contexto y espacio”, detalla la coreógrafa.

— ¿Cómo surge la idea de abordar el tema de la imaginación en tu nuevo trabajo, Phantastikón?

Las primeras imágenes que me aparecen son las del color, la materia y los modos de materializar lo invisible. Esto es algo que se ve muy claramente en la danza porque hay una relación muy fuerte entre lo visible y lo invisible. Por un lado, no podemos evitar que el cuerpo sea visible, porque estamos inevitablemente materializados. Por otro, permanentemente configuramos cosas del orden de lo invisible: algunas que sentimos pero no vemos y otras que desconocemos por completo, como el inconsciente o los misterios. A mí todo eso me apasiona y creo que bailar es una gran oportunidad para ponerse en contacto con esto. En mis trabajos suelen aparecer temas que en realidad son indagaciones filosóficas de hace siglos, cuestiones en las que yo de algún modo encuentro resonancias. Nada es evidente y hay mucha poesía, mucha potencia al activar todo esto como práctica.

— La idea de potencia está muy ligada a la imaginación: aquello que aún no es pero puede llegar a ser.

— Sí, muchas veces la imaginación se presenta como algo infantil o del orden de la fantasía, pero para mí la imaginación es muy necesaria para los vínculos, para la vida y para quien uno es. Yo no soy algo acabado ni estoy configurada para siempre; todo el tiempo puedo ser de otro modo. En ese sentido, el libro de Paul Preciado [Un apartamento en Urano] pone en tensión el tema de la identidad, cómo creemos que nos hacemos y cómo la sociedad te devuelve todo el tiempo un modo de comportamiento y ciertas normas para organizarte y ser. Inevitablemente quedamos atrapados ahí adentro.

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— Nombrás los ensayos de Paul Preciado y también decías que hubo una lectura de la obra filosófica de Bifo (Franco Berardi). ¿Solés ir a buscar materiales de otras disciplinas a la hora de elaborar tus creaciones?

— Sí, siempre trabajo con materiales de lectura: a veces los busco por mi cuenta y otras llegan a mis manos por amigxs, gente que está en el mundo de la filosofía, la poesía, la danza o la investigación, o bien porque vi que alguien estaba leyendo algo y empiezo a investigar. Me encanta cuando veo que en otras áreas como la filosofía o la literatura se cristalizan un montón de cosas que yo vengo trabajando desde mi lugar instintivamente, tanto en los procesos creativos como en la práctica docente.



Mazur relata sus vínculos con la literatura o la filosofía desde el lugar de una curiosa innata, y menciona a Fernanda Alarcón (amiga y docente) como uno de sus principales nexos hacia materiales sobre la relación entre géneros cinematográficos, géneros sexuales e identidad. “Me interesa mucho la idea de Judith Butler sobre el género como una performance, porque pone en evidencia esta unión entre la construcción de una ficción al crear una obra y la construcción de la ficción en nuestra vida. Es algo que hace mucho sentido. El sistema te baja, te achata y te pone en el lugar de la urgencia para sobrevivir, entonces desaparece inmediatamente todo aquello que tiene que ver con la imaginación, la plasticidad y la posibilidad de transformar las cosas. Es una necesidad de la especie pero el sistema la ahoga y pasa a ser un lujo poder pensar estas cuestiones. Por eso creo que quienes sí podemos hacerlo tenemos la responsabilidad de ponerlo en el espacio, transmitirlo y militarlo. Hay que militar la imaginación”, sostiene.

— La danza obliga a poner en cuerpo esas ideas. ¿Cómo funciona ese pasaje en tus procesos creativos?

— Hay algo que me gusta mucho de la danza y es que pone en hecho las cosas. Al no servirse de la palabra, lo tiene que hacer suceder; hay que volver acto esos mecanismos y procedimientos. En mi caso funciona de diferentes maneras dependiendo de si soy yo la que baila o si tengo que transmitirlo a otros bailarines, y también según el contexto y los tiempos que tenga para trabajar e investigar. No me guío por un método. En este caso la experiencia fue muy particular porque nunca había trabajado tantas horas por día en un lapso tan breve y, además, al mismo tiempo que se cocinaba el nuevo espectáculo estaba haciendo las funciones de la retrospectiva, así que estaba estallada de energía. La verdad es que sentía cierta urgencia: la obra tenía que aparecer y realmente no sabía si lo íbamos a lograr, pero ahora estoy muy contenta con el resultado.

— ¿Qué balance hacés de esta experiencia y qué rol considerás que debe tener el Estado en el campo del arte y la cultura?

— Haber podido formar parte de este programa fue una oportunidad increíble. La sala del Teatro Sarmiento me encanta y pude ver versiones de mis obras en un contexto de mucha calidad técnica. Además, es la primera vez que la danza participa en un proyecto de estas características. Con respecto al rol del Estado, creo que tendría que haber muchísimos más espacios como estos. El programa creado por Vivi Tellas es una gran apuesta porque visibiliza el trabajo de personas de mi generación, gente de 40 años, artistas que ya tienen un recorrido pero que no necesariamente están consagrados. Generalmente las retrospectivas suelen estar enfocadas en personas muertas o a punto de morir. Artista en Residencia es un programa buenísimo pero no deja de ser algo excepcional.



— Pasaste por Europa durante tu período de formación. En esos países los proyectos artísticos cuentan con un apoyo mucho mayor por parte del Estado, pero esas mismas estructuras tienden a acotar los márgenes de experimentación y creación. ¿Qué diferencias notaste con respecto a las condiciones de producción en nuestro país?

— Yo viví en una Europa diferente a la de ahora, pero lo que percibía en aquel momento (hace 20 años) era una falta de sangre y de pasión importante. Esto se debe a que tienen un montón de condiciones de producción aseguradas, entonces la creación se convierte en un trabajo estable y deja de ser una necesidad o una pulsión de deseo. En Argentina, en cambio, es indispensable poner el alma porque de otra manera no se podría hacer todo lo que se hace. El otro día charlábamos en la radio con Juan Pablo Gómez [director y dramaturgo], y él decía que a la política le haría mucho bien tomar ciertos saberes de los artistas independientes para mantener el fuego encendido dentro de los grupos de trabajo. En ese sentido, hay un potencial humano muy importante que no tiene que ver con el poder o la plata.

— ¿Cómo pensás el vínculo entre danza y teatro? ¿Creés que a actores y actrices les viene bien tener algún entrenamiento en música o danza?

— A mí me gustan cosas muy diversas; no tengo un estilo muy definido de lo que me gusta ver en escena. Me parece que el entrenamiento integral no es garantía de nada. A veces el performer ultra-formado no me atrae y quizás veo a un actor que no tiene un gran despliegue corporal pero sin embargo me hipnotiza. Lo interesante es ver cómo esos saberes se articulan en un cuerpo, y ahí hay algo medio misterioso. Por eso digo que la formación no garantiza por sí misma el acontecimiento artístico. Sí creo que los actores y las actrices deberían tener una gran conciencia del cuerpo, pero también considero que todxs deberíamos tenerla, sin importar si te subís a un escenario o no. Finalmente, somos nuestro cuerpo.

— ¿Cómo pensás la construcción de públicos en el ámbito de la danza?

— A mí me interesa crear obras que pueda ver cualquier persona dispuesta a abrirse al acontecimiento artístico. Muchas veces me dicen “no entendí porque no sé nada de danza”. Para mí ahí hay un malentendido: muchos piensan que tienen que contar con elementos específicos de la disciplina para poder entender la obra, y no es así. Nosotros somos mucho más que la razón; si nos vamos a quedar sólo con lo racional… ¡qué pobreza! Basta con mirar el cielo para saber que no conocemos casi nada.

Leticia sostiene que bailar hoy se ha convertido en un acto revolucionario porque supone traer a presencia los cuerpos. “Cuando yo empecé a bailar no existían los teléfonos ni toda esta virtualidad que nos tiene tan desfasados. Hoy es trascendental sentir un cuerpo real en el espacio y eso ocurre sólo si bailamos en el escenario o en una clase. Yo no pensaba nada de esto cuando arranqué; bailaba a partir de una pulsión vital interna, no tenía dudas de que había que moverse y que la clave estaba en el cuerpo. Pero el mundo nos trajo hasta este lugar donde la danza se ha convertido en un acto de resistencia frente a un sistema que nos va descorporalizando cada vez más”.


Funciones: podés ver Phantastikón de jueves a domingos a las 20.30 hs. en el Teatro Sarmiento (Av. Sarmiento 2715). Hasta el 22 de septiembre.
Localidades: $210 y $105 para jubiladxs y estudiantes

FICHA TÉCNICA
Intérpretes: Samanta Leder, Pablo Lugones, Eugenia M. Roces
Coordinación de producción Mariana Mitre, Macarena Mauriño
Producción técnica Claudio Del Bianco
Asistencia de dirección Celeste Faillace, Daniela Sitnisky
Asistencia de escenografía Lara Treglia
Asistencia artística Gianluca Zonzini
Colaboración teórica Fernanda Alarcón, Javier Zoro, Manuel Hermelo
Producción artística Carolina Castro
Música y diseño de sonido Patricio Lisandro Ortiz
Diseño de vestuario Belén Parra
Diseño de iluminación Matías Sendón
Diseño de escenografía Rodrigo González Garillo
Dirección Leticia Mazur

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