Pasó el reviente, de Jesús Iribarren

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Con un estilo directo que no le teme a la brusquedad, los poemas de Pasó el reviente (El ojo del mármol, 2017) de Jesús Iribarren se anotan dentro de la corriente objetivista para hablar de la realidad y el desencanto que esta genera. Pasando de lo personal a lo social con facilidad, el autor logra crear imágenes precisas que se alimentan de brevedad y la puntualidad. A continuación, 5 poemas del libro. 



Sobre el autor

jesus iribarrenJesús Iribarren nació en Coronel Pringles, provincia de Buenos Aires en 1985. Actualmente reside en Olavarría, provincia de Buenos Aires. Es abogado y poeta. Publicó como finalista del III Premio Internacional de Poesia Jovellanos su poema “Los fracasos llevan tiempo”, incluido dentro de la antología de Ediciones Nobel (España). Su primer libro Vergüenza se editó en 2017 en el sello Zindo & Gafuri.


1 – Esencialmente

Alguien pasó a la madrugada
y dejó una lata de cerveza vacía
en el canasto de la basura.
Padece de una orfandad
esencial.

Es un esqueleto de aluminio
ahuecado.
Padece de un vacío
esencial.

Como todos nosotros,
cuando al final de la jornada
nos abandonamos
al sueño
buscando esa felicidad
esencial.


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2 – Soñaste con la fiesta

Después de pagar todas las cuentas
compro cerveza y libros.
Es el ritual de todos los meses;
la única rutina que me pone contento
por unos días.
A veces, nos damos un gusto extra,
como salir algún sábado a cenar,
o soñar que nos vamos a casar
y que después del civil
nos conformamos con una fiesta
en el garaje.


3 – Ni Proust, ni Joyce

Caería en la caja de los lugares
comunes
decir lo de la señora de los ojos vendados,
Pensemos algo mejor:
una buena ficción.



4 – Francotirador

Como el francotirador
espero la idea,
cuando aparece disparo;
a veces acierto,
otras es pólvora en el aire.
Artificios de la palabra,
juego de ideas.
Un poema, una bala.


5 -Objetivamente

El rumor de los hielos medio derretidos
es lo único que queda en el vaso.
La madrugada se asienta con la helada
que va dejando sus huellas blancas a medida
que se adelantas las horas.

Este pequeño universo de cosas simples
acompañan el insomnio.

La quietud inmaterial de los objetos
alerta,
su pasmosa calma,
me alerta.

Medio limón seco encima de la mesa
me hace creer
que puedo tener al menos
medio mundo en mis manos.


 

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