Reseñas Caprichosas – «Costuras» de María Belén Sanchez: aprender a hilvanar

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Uno de los poemas de Costuras (Modesto Rimba, 2018), libro de María Belén Sanchez, nos enseña lo que es hilvanar: «costura temporal / casi en el aire / de una pequeña herida«. Su abuela le enseñó a hilvanar y a coser su su ropa, dice en la dedicatoria del poemario. A lo largo de los poemas, breves y concisos, Sanchez despliega un lenguaje particular, el de la costura, y lo enhebra con otros para contar una historia, quizás la de la sutura de las heridas personales.

*Por Tamara Grosso


Sobre la autora

María Belén Sanchez Nació en San Cristobal, provincia de Santa Fe, en 1984. Es profesora de Letras, egresada de la Universidad Nacional del Litoral.

Estudió fotografía y coordina talleres literarios y proyectos de formación artística en los que las letras se amalgaman con la fotografía. Las palabras y las imágenes interpelan constantemente su producción literaria.

Actualmente reside en la capital de su provincia, donde se desempeña como docente en escuelas secundarias públicas.


Aprender a hilvanar

¿Qué es hilvanar? es una de esas palabras que todos conocemos y creemos saber su significado, aunque cuando nos detenemos a explicarla, quizás descubrimos que no lo teníamos tan presente. En uno de los poemas de Costuras (Modesto Rimba, 2018), María Belén Sanchez ofrece su definición particular: «Hilvanar // costura temporal / casi en el aire / de una pequeña herida».

Los poemas de este libro, breves y sinceros, hilvanan entre sí imágenes ligadas al universo de la costura, contando de algún modo una historia, que no se narra de forma lineal, sino que está sostenida por ese hilo que de un momento a otro podría soltarse. Como sostiene Ana Claudia Díaz en la contratapa, este libro crea un universo propio, como si la autora, con hilo y aguja en mano, enhebrara distintas variaciones del sentido, múltiples formas de leer y entender una misma historia contada a retazos.


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Otro de los poemas, «Botiquín», dice: «Un costurero antiguo / guarda agujas / hilos, un dedal / flores de manzanilla / y tilo // para curarme.» Este es quizás un poema que puede definir el libro entero: el juego constante con el doble sentido de lo que puede significar coser: unir, arreglar, dar forma a una tela. Pero también suturar una herida. Es la comparación constante entre arreglar una prenda y sanar una herida lo que llena a este poemario de vida y de sentido.

Ordenados en cuatro partes que comienzan cada una con un poema titulado como una de las cuatro estaciones, los textos que forman este libro dan la impresión de trazar un recorrido. Uno de los últimos poemas, «Fiesta», anuncia el final: «Danzan las manos / cuando llega el fin: / cuerpo remendado». De esta forma, llegamos al último tramo del libro con la sensación de que una tarea fue concluida con éxito: tal vez terminar de coser un botón, quizás reparar las heridas de un cuerpo.


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