Liliana Villanueva: las formas de ser una escritora silenciosa

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Con la reciente publicación de Lloverá siempre. Las vidas de María Esther Gilio (Criatura editora, 2018) y Maestros de la escritura (Godot, 2018), de Liliana Villanueva, se comprueba lo que ya era una fuerte sospecha: la potencia del trabajo periodístico de la autora. Con un libro dedicado a la rica vida y trabajo de María Esther Gilio y otro donde compila la historia del taller literario en el Río de la Plata a través de testimonios de Abelardo Castillo, Liliana Hecker y Leila Guerriero, entre otros, cada libro nuevo de Villanueva tiene destino de clásico. (Foto: Nicolás Der Agopián)



Lejos de los grandes grupos editoriales o las repetidas recomendaciones dentro del periodismo cultural en los medios masivos de comunicación, hay una voz que va ganando cada vez más potencia dentro de la literatura de no ficción. Liliana Villanueva, arquitecta nacida en Buenos Aires y que devino en periodista corresponsal en Rusia, teje en cada uno de sus libros una atmósfera particular, donde muchas veces su propia voz queda en silencio para dejarle todo el lugar posible a los entrevistados, así como también a las historias que se cuentan. Sus dos últimos libros, de reciente aparición, lo confirman: Lloverá siempre. Las vidas de María Esther Gilio (Criatura editora, 2018) y Maestros de la escritura (Godot, 2018).

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Villanueva, quien en 2015 recibió el Premio del Lector de la Fundación del Libro de Buenos aires en 2015 por Las clases de Hebe Uhart (Blatt & Ríos, 2015), posee la musicalidad necesaria para recobrar los testimonios de las personas involucradas en las historias que cuenta. Ya sea corriéndose del medio, dejando que sean los protagonistas los únicos que hablan, como sucede en Lloverá siempre… o en Las clases de Hebe Uhart; o asumiendo un lugar visible y preponderante para el texto, como en Maestros de la escritura Crónicas rusas (Blatt & Ríos, 2016), la autora logra sacarle brillo a cada situación en la que decide hacer foco.  

Villanueva teje en cada uno de sus libros una atmósfera particular, donde muchas veces su propia voz queda en silencio para dejarle todo el lugar posible a los entrevistados, así como también a las historias que se cuentan

En el caso de Siempre lloverá. Las vidas de María Esther Gilio, Villanueva logra captar a la periodista uruguaya en todo su esplendor, reproduciendo una larga charla donde se recorre la vida y el trabajo en la prensa de una de las entrevistadoras más talentosas y fructíferas del Río de la Plata. Sin detenerse en episodios puntuales donde el morbo o la simple curiosidad pudieran antentar contra el ritmo personal de la memoria, la autora logra una Gilio sincera, que echa luz sobre algunos aspectos de su vida que aún no se tenían del todo claro. 



Liliana Villanueva


Para encarar este desafío, Villanueva decide correrse del medio, borrar sus preguntas y acotaciones dentro del diálogo, dejando que el libro sea un largo monólogo de Gilio. La decisión, que sorprende por su generosidad, acierta en un aspecto clave: ¿cómo entrevistar a la persona que mejor entrevistaba en la región? ¿Cómo asumir ser el guía de una conversación cuando la otra persona es María Esther Gilio? Villanueva se hace a un lado para darle al lector una charla íntima, sin descuidar el enfoque narrativo e histórico en envuelve al libro. En ese aspecto, la autora deja en claro una cuestión: incluso la mejor de las memorias necesita ser respaldada por los hechos concretos. 

Villanueva se hace a un lado para darle al lector una charla íntima, sin descuidar el enfoque narrativo e histórico en envuelve al libro. En ese aspecto, la autora deja en claro una cuestión: incluso la mejor de las memorias necesita ser respaldada por los hechos concretos. 

Lloverá siempre. Las vidas de María Esther Gilio deja en el lector un sentimiento de confianza, como si realmente se hubiera estado en la larga conversación que la periodista uruguaya y Villanueva sostuvieron en Montevideo durante un corte de luz histórico en el país oriental. El trabajo de la autora para recuperar y reproducir la oralidad de Gilio, convierte a las diferentes historias en líneas narrativas que uno no quiere perderse bajo ningún concepto. Así, la no ficción no tiene nada que envidiarle a los mejores cuentistas o novelistas. No es casualidad, entonces, que este libro obtuviera el premio Casa de las Américas de Cuba en 2017, en la categoría Literatura Testimonial.

Con respecto a Maestros de la escritura, el trabajo de Villanueva es diferente, porque el material con el que trabaja también lo es. Mostrando su versatilidad a la hora de contar una historia y atendiendo a lo que cada objeto de estudio le reclama, en este libro la autora se hace presente durante la narración, contando en primera persona sus impresiones y los distintos pasos que tuvo que seguir para recolectar testimonios. Ahora bien, esa primera persona no tapa al bosque, ni nada parecido: es simplemente una guía para el lector, una ayuda para disfrutar el viaje por la historia de los talleres de escritura del Río de la Plata.

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Liliana Villanueva


A partir de la voz de reconocidos talleristas literarios argentinos y uruguayos, en Maestros de la escritura se recorren  los orígenes y el presente  de una práctica que pocos saben que tuvo sus comienzos en esta parte del mundo, al menos tal y como los conocemos. Nacidos de urgencias políticas, en un contexto donde las dictaduras cívico-militares prohibían reuniones masivas, los talleres literarios encontraron su lugar en casas privadas, formando una relación más íntima entre tallerista y alumnos. De allí, se desprende una forma de trabajo distinta y que dependerá de quién da el taller propiamente dicho. 

Una de las conclusiones que ofrece este libro es más que interesante: para que el taller sea un éxito, el alumno es quien debe saber cómo trabajar con el resto y qué es lo que quiere.

Con la recolección de voces de Abelardo Castillo, Liliana Heker, Hebe Uhart, nuevamente María Esther Gilio, Mario Levrero, Alberto Laiseca, Alicia Steimberg y Leila Guerriero, además del testimonio de alumnos que pasaron por sus talleres y un fuerte apoyo en la bibliografía y entrevistas brindadas por cada uno, se logra ver en detalle todos los mecanismos que hacen que un taller literario funcione. Una de las conclusiones que ofrece este libro es más que interesante: para que el taller sea un éxito, el alumno es quien debe saber cómo trabajar con el resto y qué es lo que quiere. El tallerista, al igual que Villanueva en el libro, simplemente guía y explica lo justo y necesario.

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Liliana VillanuevaCon ambos libros, publicados con poco tiempo de distancia entre sí, Villanueva comprueba lo que ya es un secreto a voces: su lugar central dentro de la escritura de no ficción en la literatura argentina contemporánea. Esto lo logra con una tarea para nada sencilla, como lo es nutrirse de recursos diferentes y atendiendo a lo que cada libro requiere. Lejos de repetir fórmulas preestablecidas, cada nuevo libro de la autora promete un viaje único y particular, algo que solo los buenos escritores saben ofrecer cada vez que publican nuevo material.

De esta manera, ya sea para conocer las distintas vidas de Gilio, así como para desmenuzar la historia de los talleres literarios y sus variantes en el Río de la Plata, Villanueva sabe cómo mirar de frente una historia hasta empezar a reconocer sus distintas aristas. En su trabajo, una suerte de escritura silenciosa, donde llega al punto de borrar sus propias huellas, anida la mirada profesional sobre el periodismo y el cuidad por el lenguaje, obteniendo como resultado un registro que no descuida la belleza del decir.



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