Reseñas Caprichosas – «Florentina» de Eduardo Muslip: la familia como la mejor narrativa posible

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Con un tono conmovedor, aunque sin entrar en una emotividad muy profunda, la novela Florentina (Blatt & Ríos, 2017), de Eduardo Muslip, propone un relato donde la memoria del nieto de una inmigrante española es lo único necesario para reconstruir la narrativa familiar. Con la abuela oriunda de Galicia en el centro de la historia, el lector puede encontrar sus propios recuerdos gracias al ritmo pausado y atento a los detalles que este libro presenta.


Sobre el autor

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Foto: Mariana Lerner

Eduardo Muslip nació en Buenos Aires, donde reside. Estudió y trabjaó en la UBA y en la Arizona State University. Es profesor en la Universidad General de San Martín. Publicó los libros de relatos Phoenix (Malón, 2009), Plaza Irlanda (El cuenco de plata, 2005), Examen de residencia (Simurg, 2000) y las novelas Avión (Blatt & Ríos, 2015), Fondo negro: los Lugones (Solaris, 1997) y Hojas de noche (Colihue, 1996).


La familia como la mejor narrativa posible

«Aparece Florentina. Lo que aparece es su recuerdo, porque mi abuela murió hace treinta años, pero si dijera sin más ‘recuerdo a mi abuela’ la frase me sonaría escasa, incluso falsa, porque la imagen se presenta con mucha precisión, nitidez, actualidad». Esas son las primeras líneas de Florentina (Blatt & Ríos, 2017) de Eduardo Muslip y muy pocas novelas pueden mostrar con esa exactitud el tono y el registro que acompañará al resto del relato.

En ese sentido, esa «precisión» y «nitidez» a la que hace referencia el narrador serán una constante a lo largo de este libro, donde el lector podrá observar detalladamente las escenas y escenarios que se van retratando a lo largo de Florentina con el paso del tiempo. La familia, que en este caso parecía hasta el momento unida por el azar, logra verse resignificada con la memoria del nieto de una inmigrante española -de la región de Galicia-, al hacer una suerte de zoom para observar con mayor precisión cuáles son los lazos, más allá de la sangre.

florentina-2Florentina, la protagonista ineludible de esta novela, aparece no solo en el recuerdo vivido por su nieto, sino por aquellas historias familiares que se van pasando de generación a generación y van construyendo el primer ejercicio narrativo con el que uno se enfrenta desde muy chico. Los recuerdos de la infancia española de Florentina se alternan con los del narrador, quien observa a una señora distante en el mismo living, como si nunca se hubiera acostumbrado a su condición de argentina. Expresiones como «estos perros argentinos que no sirven para nada» van a llenar de un humor irónico el conmovedor relato que se va trazando.

El viaje introspectivo que hace el narrador hacia su historia  y el pasado de Florentina, además de un emotivo tour guiado que evita caer en sentimentalismos o golpes bajos, también da lugar a reflexiones que acompañan las acciones que van poblando el relato. En ese sentido, puede leerse: «Hay algo equivocado en seguir en el mismo lugar después de un desastre, y el propio medio termina por empujar a los sobrevivientes a irse a otro lado». O también: «me preguntaba por qué lo que está cerca pasa tan rápido al punto que casi no puede verse y lo lejano permanece tanto tiempo, y lo más lejano de todo, la imagen del sol, no queda atrás para nada sino que nos acompaña siempre».

Lejos de las velocidades un tanto caóticas de un sector de la narrativa contemporánea argentina, Muslip ofrece una novela que refleja el ritmo de una época donde los tranvías y los empedrados impedían cualquier inmediatez, dando como resultado que los detalles puedan ser observados con mayor facilidad. Florentina es, en definitiva, una novela que avanza gracias a los recuerdos de esas pequeñeces que cualquier máquina dejaría afuera de su algoritmo, pero que la mente humana aún es capaz de recordar y utilizarlos como combustible para dar luz a la narrativa.



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