Campaña antiargentina: patriotismo exacerbado, irreverencia y una buena dosis de sarcasmo nacional

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Hoy se estrena Campaña antiargentina, la ópera prima de Alejandro Parysow ganadora del concurso Óperas Primas del INCAA en el año 2010, co-escrita junto a Pablo Marchetti y Carlos Perrotti, y protagonizada por Juan Gil Navarro. La película narra en clave irónico-sarcástica la travesía de Leo J, un frívolo cantante pop que, tras heredar una antigua casona familiar e instalarse allí, descubre misteriosos archivos acerca de un grupo masónico que lo conducen a desentrañar un complot contra la nación y, poco a poco, lo sumergen en una verdadera obsesión. La Primera Piedra estuvo en la avant-premiere y tuvo la oportunidad de entrevistar a los protagonistas.


Campaña antiargentina podría definirse como un auténtico delirio que, sin embargo, arriba a buen puerto de la mano de un género que resulta algo difuso y podría ser catalogado como comedia ácida. Tras 20 años en el rol de montajista, Ale Parysow finalmente se atreve a ponerse en la piel del director para encarar esta osada aventura cinematográfica que comenzó como un proyecto radiofónico inspirado en los trabajos de Orson Welles. Parysow nos cuenta:

AP: —El germen de la idea no fue mío en realidad. Empezamos a juntarnos con algunos colegas y surgió la idea de hacer un programa de radio al estilo del que había hecho Orson Welles en su momento con La guerra de los mundos, pero acerca de complots contra Argentina. Eso fue mutando con el tiempo y derivó en el proyecto de largometraje. Yo tenía ganas de hacer mi primera película hace rato, así que lo llevé a una acción de largometraje, lo presenté en el Concurso de Óperas Primas del INCAA en el año 2010, ganó y eso nos permitió concretar el proyecto recién en 2014.

Con respecto a su rol de montajista, Parysow declaró:

AP: —Podría decir que el guión fue escrito por un montajista. Si bien no lo escribí solo porque trabajé con Pablo Marchetti y Carlos Perrotti, por momentos yo escribía y por momentos me corría y ejercía ese rol de editor pero desde el plano de la escritura. Ya en el guión estaba esa diversidad de materiales planteada, esos formatos entremezclados, o sea que mi rol de montajista me ayudó mucho a pensar la película de esta manera: escribir como si ya tuviese el material en mis manos.

El film se centra en la figura de Leo J (Juan Gil Navarro), un cantante pop que le canta a la paz y rinde culto a la armonía de la naturaleza alimentándose tan sólo de los frutos que caen de los árboles. Como tantos artistas de moda, él no tarda demasiado en incursionar en el mundo de la interpretación dramática y se convierte en el actor fetiche del momento, protagonizando films con títulos tan sugerentes como El carnicero o El portero; esta semblanza de la primera etapa del personaje incluye algunas de las escenas más desopilantes, donde vemos a Leo J entre unas cuantas tiras de morcillas luciendo un delantal completamente ensangrentado o sujetando una manguera en medio de la vereda, con un rostro que registra ese tono minimalista propio del estilo de actuación que suele verse en algunos festivales de cine independiente.

Podría decir que el guión fue escrito por un montajista

Pero en esas locas vueltas de la vida (y la muerte), el inesperado fallecimiento de un familiar le otorga a Leo J una antigua casona como herencia. Después de ir a chequear su nueva adquisición, decide instalarse allí junto a su pareja y asistente, Julieta (Valeria Correa) y su “sombra muda”, Víctor (Paco Gorriz), un muchacho que filma todos y cada uno de sus movimientos con pretensiones de documental. A medida que Leo va topándose con toda clase de materiales y archivos clasificados en los recovecos de la casona, comienza a armar el rompecabezas de su propia trama biográfica y, simultáneamente, de la trama histórica nacional, al punto de llegar a obsesionarse con la teoría de una conspiración a nivel internacional contra Argentina. Videotapes con mensajes de su padre, viejos diarios personales, papeles y documentos repletos de simbologías, jeroglíficos y códigos secretos, joyas misteriosas, no hacen más que agudizar su paranoia. Detrás de este plan maquiavélico, en las sombras, se encuentran los miembros de la Logia Cisneros: un legendario grupo masónico encargado de aniquilar la idiosincrasia nacional.

Parysow opta por un género híbrido a la hora de narrar esta historia en imágenes. Se trata de una obra confeccionada al mejor estilo de las muñecas rusas: un falso documental dentro de otro, y ese dentro de otro más. Parysow dice al respecto:

AP: —Para mí es una comedia. Una comedia muy ácida. No sé si hay otro género que la englobe. La propuesta es arriesgada porque tiene este origen en lo apócrifo, y desde el inicio la idea era jugar y estar siempre en el filo de no saber si te están hablando en serio o en chiste; eso está todo el tiempo. Es un documental adentro de un documental adentro de otro, pero es todo ficción aunque se juega con elementos reales, y muchas veces pasa que la gente sale del cine diciendo: “Claro, tenés razón, son muchas casualidades, ¿esto pasó de verdad?”. La realidad siempre supera la ficción; por cada cosa que es verdad hay una mentira. La película es un gran juego en el que el espectador deberá entrar, pero está buena esa incomodidad.

Ya en las primeras escenas, Leo le pide a su asistente que registre cada momento de una vida que comienza siendo bastante desangelada para convertirse en pura aventura; lo ordinario deviene extraordinario. Aquí se mezclan entonces tomas del registro casero de Víctor con tomas de las cámaras de seguridad y tomas tradicionales desde la neutralidad de quien narra y mira esa pantomima ridícula, absurda, desde afuera. Los diversos puntos de vista van alternándose con cierta brusquedad para permitirle al espectador entrar rápidamente en ese juego narrado siempre en clave de humor (ácido, pero humor al fin). Paysow fusiona con gran habilidad distintos recursos: aparecen fragmentos de material de archivo histórico, teatralizaciones caseras en un escenario de títeres, falsos videoclips, todo englobado en formato ficción.

Los diversos puntos de vista van alternándose con cierta brusquedad para permitirle al espectador entrar rápidamente en ese juego narrado siempre en clave de humor

El espectador se encontrará con una extraña combinación: comunicados públicos, actos políticos, funerales, conferencias de prensa, entrevistas, viejos noticieros y programas de TV conviven en un clima donde la tónica es siempre el humor y el objetivo, reírnos de nosotros mismos. Figuras tan disímiles y en apariencia tan incompatibles como Carlos Gardel, Jorge Luis Borges, Evita, Juan Domingo Perón, Diego Maradona, Ringo Bonavena o el Negro Olmedo aparecen aquí reunidos en torno al fogón de lo más ácido de la idiosincrasia nacional que, de tan compleja, aloja en sí misma todas aquellas contradicciones de las que solemos estar presos en nuestra vida cotidiana.

Otro de los hallazgos de Parysow y su equipo fue convocar a Juan Gil Navarro para el papel protagónico. Tuvimos la oportunidad de charlar con él antes de la proyección y esto es lo que nos contaba:

— ¿Cómo fue la lectura del guión y qué te decidió a dar el sí para formar parte de este proyecto?

JGN: —Yo de chico era muy fanático de Tato Bores –porque a mi mamá le gustaba mucho– y de la revista Humor. Cuando leí este guión me acordé inmediatamente de cosas de Tato y de la revista; de hecho uno de los guionistas es Pablo Marchetti, que escribió en la revista Barcelona. Entonces me pregunté: ¿de dónde salió esto? Me pareció irreverente, me pareció genial. Yo creo que –salvando las distancias, por supuesto– desde Esperando la carroza no hubo nada que nos sacara tan bien la ficha a los argentinos.

Cuando leí este guión me acordé inmediatamente de cosas de Tato y de la revista Humor

— ¿Con qué desafíos te cruzaste en el camino a la hora de componer este personaje?

JGN: — Bueno, yo en el momento de rodaje estaba haciendo Priscila, así que estaba todo depilado (risas) y eso vino bien para la primera etapa de Leo J: un cantante pop pacifista, zen, frutariano… Creo que tomé como desafío el costado humorístico que se me proponía. Hacer comedia es algo muy difícil, tanto que hay que tener un don para hacer reír. Había hecho algunas cositas en donde coqueteaba con el humor, por ejemplo en Graduados o inclusive en Priscila, pero esta vez tenía que jugar en serio, porque la situación trágica pasada de rosca termina resultando graciosa. Lo que en verdad construye el humor de estos personajes es el entorno, no los personajes en sí mismos.

— ¿Cómo definirías este género en el que se enmarca la película?

JGN: —Es difícil encasillarla en un género porque es algo raro: es una comedia, es un documental, es una sátira. Ale me contaba lo difícil que se le hacía en determinados festivales encajarla en alguna etiqueta porque… ¿qué es? Seguro es una comedia, pero es una comedia ácida, rara, no la comedia “pop para divertirse” y comer pochoclo.

Vale la pena acercarse a las salas de cine para enfrentar este desafío de medir la capacidad que tenemos los argentinos de reírnos de nosotros mismos: una buena dosis de sarcasmo y toda la irreverencia del humor inteligente hecho con retazos de realidad.

FICHA TÉCNICA
Título: Campaña antiargentina
País: Argentina
Año: 2014
Duración: 105´
Director: Ale Parysow
Guión: Pablo Marchetti – Alejandro Parysow – Carlos Perrotti
Intérpretes: Juan Gil Navarro, Valeria Correa, Paco Gorriz, Pablo Chao, Carlos Rivkin, Daniel Melingo, Roberto Catarineu, Gustavo Cornillón, Alejandro Viola
Productor Ejecutivo: Nicolás Batlle (APIMA)
Director de Fotografia y Cámara: Andrei Durán
Director de Arte: Augusto Latorraca Escalante
Vestuario: Pilar González
Música Original: Martín Telechanski
Edición: Alejandro Alem (SAE) – Alejandro Parysow (SAE)
Sonido: Sebastián González

 

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