¿Qué es la poesía? #21 – Andi Nachon: «En la poesía no hay nada por lo que competir»

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«Me parece que los 90’s fueron un estallido de gran diversidad que desde la lectura intentó achatarse en relación a determinadas formas», señala Andi Nachon, autora que acaba de reeditar Warzsawa (Caleta Olivia, 2017) y que es considerada una de las voces referentes de esa década. Además, sobre las particularidades del género, afirma que «el poema es un mecanismo que se te acerca muy sutilmente, no te lleva de la nariz a una historia». ¿Cómo mirar en retrospectiva una época literaria tan diversa? ¿Qué lugar tiene el feminismo en las actuales producciones? Algunas respuestas, en la siguiente entrevista. (Foto: Malón Malón)



Sobre la autora

warzsawaAndi Nachon nació en Buenos Aires en 1970. Es guionista de cine y TV y profesora de Letras. Actualmente es profesora adjunta en el Taller de Poesía I Cátedra Genovese de la Licenciatura en Artes de la Escritura de la UNA. Publicó, entre otros: Siam (1990), Taiga (2000), 36 movimientos hasta (2005) y Viernes de chicas (2016).


—Para vos, ¿qué es la poesía?
—Por qué esa pregunta primero (risas)…Creo que es una pregunta que depende mucho desde dónde se la tome. Si me preguntás desde lo biográfico, para mí la poesía fue un centro. Escribir poesía siempre ha funcionado así para mí. Si me preguntás desde el placer como lectora, es la lectura que más me produce empatía. Leer poesía es, como experiencia, distinto a leer cualquier otra cosa. En ese sentido tiene una intensidad y una llegada a mí que me conmueve. Siempre va a depender de dónde la ubico.

—En esa intensidad y esa diferencia con respecto a otros géneros, ¿puede ser lo que imanta y también expulsa al lector?
—La poesía dispara una experiencia muy íntima con el lector y no todo el tiempo se quiere eso, ni todo el mundo busca eso. El poema es un mecanismo que se te acerca muy sutilmente, no te lleva de la nariz a una historia. Ahí yo veo una maravilla, pero otros lectores no. Por ejemplo, leer a John Ashbery es entrar en una experiencia que me resulta muy personal, lo que implica un salto como lector. Después hay otro tema, la música y el ritmo de la poesía: eso también hace contacto o no con uno, porque ahí también se generan sentidos.

La poesía dispara una experiencia muy íntima con el lector y no todo el tiempo se quiere eso, ni todo el mundo busca eso. El poema es un mecanismo que se te acerca muy sutilmente, no te lleva de la nariz a una historia.

—En relación a lo último que dijiste, en tu obra -más ahora con la reedición de Warzsawa- es notoria la presencia de un ritmo muy propio y particular que quizás en otros poetas cuesta más descubrir. ¿Es algo que siempre buscaste o se dio de manera natural?
Siempre fue algo que me interesó, los poetas que más me gustan logran eso, un ritmo que tiene que ver con el todo. Desde lo personal podría decir que tiene que ver con el hecho de haber tocado música durante muchos años y con mi interés en la sonoridad de lo que Diana Bellessi llamaría «la frase», ¿no? Sin tomar esa noción de frase, sí el cómo resuena algo que oíste. En mi caso el poema siempre comienza así, con la sonoridad de algo. Después está esa maravilla de ver cómo el sonido genera un sentido y eso es clarísimo en la escritura de Mirta Rosemberg, Bellessi o el propio Arturo Carrera.

—La sonoridad de la que hablás no tiene que estar siempre pegada al concepto de la oralidad, ¿no?
No, no van unidos. Me parece que la oralidad es la segunda parte de ese proceso: a veces sale bien y es algo maravilloso y otras veces no sucede. Robert Fripp, un músico que yo adoro, es muy fan de lo que sucede en vivo. En ese punto la oralidad es súper importante, pero no es algo que siempre sucede bien por lo que a uno le puede estar sucediendo en ese momento o la percepción del público. Sí te puedo decir que yo, como lectora, cuando estoy frente a un poema en castellano siempre hay una instancia de lectura en voz alta, donde puedo ubicar la musicalidad, el ritmo del poema.


Foto: Festival de poesía de Buenos Aires


—Me quedé pensando en lo que decías sobre la sonoridad y cómo aplicarlo en una corriente más cercana al objetivismo o en cierta poesía contemporánea, cómo reconocer ese factor dentro de esos estilos.
—Pensá por ejemplo en el trabajo que hace Mariano Blatt con el sonido, no tiene que ver solo con la oralidad. Él hace un trabajo muy fino con la sonoridad que se puede ver en la repetición, el uso de determinadas palabras. Lo mismo sucede con Alejandro Crotto. Me parece que hay una diversidad muy grade. También te podría decir que Juana Bignozzi trabaja con un ritmo y una sonoridad muy propia, vas recorriendo sus libros y todo lo que parecía tan llano en realidad no lo es. El sonido está siempre, solo que de distintas maneras.

En mi caso el poema siempre comienza así, con la sonoridad de algo. Después está esa maravilla de ver cómo el sonido genera un sentido y eso es clarísimo en la escritura de Mirta Rosemberg, Bellessi o el propio Arturo Carrera.

—En los últimos años se le prestó mucha atención a lo que se llama la «poesía de los 90’s» y los distintos grupos que la integraron. ¿Vos dónde te ubicarías ahí?
Éramos todos muy chicos (risas). Por ejemplo con los chicos de la 18 Whiskys no tengo mucha relación dentro de ese estilo, pero a la vez no se los puede agrupar a todos tan fácil. Por ejemplo se puede pensar qué diferencia hay entre Fabián Casas y Daniel Durand, o José Villa o la propia Laura Wittner. Es un grupo muy interesante y diverso. Pero a la vez es necesario pensar qué se dice como la poesía de los 90’s. Hay mucha gente que se engloba ahí pero en realidad empezó a publicar en el 2001 o 2002. Me parece que los 90’s fueron un estallido de gran diversidad que desde la lectura intentó achatarse en relación a determinadas formas. No había dos, sino muchas más y el tiempo dio cuenta de eso. También yo siempre me remonto a la poesía de los 80’s, cargada de enormes voces de poetas como Bellessi, Susana Villalba, Alicia Genovese, Liliana Ponce, las más visibles y también las menos. Ahí también había una diversidad enorme.

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—Muchos agarran los fines de los 90’s como ese momento histórico que sirvió de antesala al fenómeno de las editoriales independientes de la actualidad. ¿Vos cómo lo ves?
Sí, aunque también comienza antes, en el momento en el que se deja de pedir permiso a los cuatros o cinco sellos, con suerte, que había en esa época para editar un libro. Eso es precioso y no solo pasó en Buenos Aires, sino que cruza a toda la Argentina. Es súper interesante lo que sucede con los recorridos de las pequeñas editoriales, que a veces pueden tener una vida fugaz pero preciosa, que vale mucho la pena. También generan un lugar de pertenencia muy importante y nuevos circuitos de lectura. En la poesía, donde no hay nada por lo que competir ya que no hay ni dinero ni reconocimiento, es importante leerse entre todos, aún para no gustarnos. Es necesario que exista esa posibilidad. Para mí una de las cosas más maravillosas que hay es leer, no sé si voy a escribir siempre, pero leer sí

 En la poesía, donde no hay nada por lo que competir ya que no hay ni dinero ni reconocimiento, es importante leerse entre todos, aún para no gustarnos. Es necesario que exista esa posibilidad. Para mí una de las cosas más maravillosas que hay es leer, no sé si voy a escribir siempre, pero leer sí

Volviendo a Warzsawa y su reedición, ¿cómo te encontrás con ese texto después de tanto tiempo?
Yo publiqué muy chica Siam (1990), siempre hay una cosa muy salvaje en los primeros libros, donde entra todo más o menos (risas). A los 19 años aparece el primer poema de Warzsawa y es un libro que me costó, porque ya era otra cosa, ya había tenido el impulso del primer libro y de ahí surge otra conciencia. Además, a partir del segundo libro ya sos ubicable en un lugar, dejás de ser infinito, terminás siendo apenas una cosita dentro de la literatura. Warzawa era enfrentar ese desafío y mi idea original era publicar poemas de ciencia ficción, ese fue el deseo inicial y su impulso. Sin esa limitación autoimpuesta, no hubiera podido escribirlo. Ahora, con el paso del tiempo, lo veo y hay cosas que producen extrañezas, mientras que hay otros que me siguen pareciendo muy cercanos. En ese sentido, es un regreso que celebro. Además, sí puedo ser consciente que a partir de Warzsawa pude empezar a escribir desde otro lado.

¿Cuál sería ese otro lado?
Desde un lugar más ligado a la conciencia, al trabajo, a darte cuenta cuándo estás adentro de un libro y también a renunciar. Hay poemas que quedaron afuera y que en Siam no ocurría. 


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¿Qué te produce que haya interés de reeditarlo ahora y nuevas generaciones que puedan leerlo?
Eso es precioso y hace a la vida que van tomando los libros, que es algo que siempre te sorprende. Uno acompaña al libro hasta un punto, después no tiene mucho control del viaje que hace, a quién llega y a quién no. Warzsawa se editó en 1996 y al poco tiempo ya no había más libros, era una edición pequeña. De golpe, que lo leyera Mariano Blatt a principio de los 2000 es algo sorprendente, por ejemplo. Es un gesto súper interesante de Pablo Gabo Moreno, el estar interesado no solo en lo que se está escribiendo ahora, sino también a reeditar libros de otras épocas.

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En esa dirección, ¿cómo llevás que el propio Blatt y otros escritores jóvenes te tomen como una autora de referencia?
Lo olvido (risas). Es algo muy lindo que pasa, cuando te leen, es como si todo ese viaje de la escritura de repente cierra. Eso también es lo que uno siente cuando lee, cuando algo te conmueve es maravilloso, ya sea un autor contemporáneo o alguien muy lejano.

(Leer nota relacionada: ¿Qué es la poesía? #8 Mariano Blatt: “La poesía para mí es un hecho textual”)

Uno acompaña al libro hasta un punto, después no tiene mucho control del viaje que hace, a quién llega y a quién no. Warzsawa se editó en 1996 y al poco tiempo ya no había más libros, era una edición pequeña. De golpe, que lo leyera Mariano Blatt a principio de los 2000 es algo sorprendente, por ejemplo

A la hora de escribir, ¿tenés algún mecanismo o rutina?
Oír, en el sentido de la atención, de estar alerta a lo que me rodea. No puedo obligarme a escribir todos los días poesía, algo que sí puedo con un guión, ahí si funciona. Si forzás la búsqueda del poema, no sirve, no creo que se pueda escribir poesía desde la obligación o la rutina. Llevar un poema puede llevarte tiempo, me ha pasado que dure un año y medio. Y no es porque me olvidé, sino porque lo iba llevando. En un momento pude entrar al poema y sucedió. 

Recién hacías referencia al tiempo que puede tardar en decantar un poema. ¿Creés que la posibilidad que da Internet de publicar inmediatamente atenta contra eso?
No necesariamente, porque Internet no te ata para nada. Yo en Facebook no publico casi nunca poemas míos. Lo mismo sucedía en Fotolog, por ejemplo. Igualmente, no le pedís lo mismo a un poema en la web que en el papel. Yo creo que lo único que atenta contra un poema es una urgencia voraz por terminarlo, eso puede pasar con la web o con publicar.


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Foto: Festival de Poesía de Buenos Aires


¿Qué autores recordás como referentes?
Yo empecé escribiendo narrativa de muy pequeña, hasta que entré en la poesía. Recuerdo a César Vallejo, que lo leí muy chica y hoy en día me sigue causando lo mismo en un terreno de la conmoción. Alejandra Pizarnik también me causó lo mismo, aunque no me marcó en su estética. También recuerdo un libro que a mediados de los 80’s era muy importante, que compilaba poetas norteamericanas: Contéstame, baila mi danza, que tradujo Diana Bellessi. Además yo hice taller con ella y me abrió un mundo increíble, conocí la obra de Susana Villalba por ejemplo. 

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La visibilidad que tiene actualmente la lucha feminista, ¿cómo la ves en la obra poética contemporánea?
Una poeta que considero muy cercana, como Gabriela De Cicco, viene trabajando desde el feminismo en su obra desde hace mucho tiempo. Lo que sí me parece interesante de este momento es que algo que estaba acotado a una cierta zona, de repente se ha abierto y de pronto te encontrás discutiendo de feminismo con compañeras cineastas. O la transformación que ha tenido el movimiento de Ni Una Menos a lo largo del tiempo. Es algo súper celebrable, porque ha logrado que se repensara muchas cosas en ámbitos donde antes era impensado, y no hablo solo en ámbitos estrictamente machistas, también en terrenos íntimos como una familia. 

Lo que sí me parece interesante de este momento es que algo que estaba acotado a una cierta zona, de repente se ha abierto y de pronto te encontrás discutiendo de feminismo con compañeras cineastas

¿Pensás que puede ayudar a derribar los estereotipos que suelen rondar a la literatura escrita por mujeres?
Una cosa son las estrategias de mercado y otra cosa son las afinidades y las sensibilidades. Dudo que una chica diga que quiere escribir solo para otras chicas, y calculo que con los chicos sucede lo mismo. Es cierto que hubo una irrupción en el último tiempo, pero no es una irrupción fácil. Si uno ve, más allá de la literatura, los premios en el cine o la cantidad de películas hechas por mujeres, la cantidad es muy importante, más en relación con Estados Unidos, por ejemplo. Siempre va a suceder que haya constelaciones y afinidades más cercanas que otras, por fuera de las etiquetas de lo «femenino» o «masculino». 

Por último, ¿qué consejo le darías a alguien que da sus primeros pasos en la literatura?
Leer mucha poesía, eso te va abriendo muchas puertas. Después está el tener la constancia de la escritura, de la corrección, de la relectura. Es importante no perder la dicha de la escritura, porque es un terreno donde todo es posible. No hay muchos espacios que permitan eso.  


Ediciones anteriores de ¿Qué es la poesía?

#1 Fabián Casas ; #2 Fernando Bogado;  #3 Washington Cucurto; #4 Diego Arbit;
#5 Osvaldo Vigna; #6 Hernán; #7 Margarita Roncarolo; #8 Mariano Blatt;
#9 Juan Desiderio; #10 Gabriela Bejerman; #11 Walter Lezcano; #12 Facundo Soto;
#13 Osvaldo Bossi; #14 Gabriela Luzzi; #15 Rodolfo Edwards; #16 Cecilia Pavón;
#17 Mariela Gouiric; #18 Fernanda Laguna; #19 Carlos Battilana #20 Griselda García

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