Leonard Cohen y Sergio Bizzio: la poesía no es un slogan

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Tanto Te desafío a correr como un idiota por el jardín (Caleta Olivia, 2020) de Sergio Bizzio, como Cómo decir poesía (Edhasa, 2020) de Leonard Cohen  e ilustraciones de Pablo Bernasconi, invitan a pensar a la poesía en este momento de mayor auge del género literario. ¿Qué es un poema y qué utilidad tiene?



Cada vez que sale al mercado editorial un libro de poesía, se lo mira con cierta desconfianza: ¿qué tiene para ofrece?, ¿qué lo diferencia de los otros tantos que se publican en el mismo momento?, ¿cuál es su utilidad? En medio de un contexto en donde la palabra escrita abunda y abruma (mails, chats, redes sociales, portales digitales, etc), la poesía puede generar un efecto de desacomodo que rompa con ese ritmo constante y adormecedor de vivir rodeados de textos, combatiendo así con la cada vez más creciente tendencia a reafirmar y no a inquietar. Para eso, el silencio se vuelve parte clave.

«El poema no es un slogan/ no puede publicitarte«, enfatiza Leonard Cohen en su manifiesto Cómo decir poesía, publicado recientemente por Edhasa con ilustraciones de Pablo Bernasconi y traducción de Laura Wittner. En esa afirmación tajante, se esconde gran parte del debate de la actualidad en torno a un género que pudo romper con cierto prejuicio por parte del público lector y del periodismo: ¿qué es un poema? No hay respuesta terminal a esa pregunta, pero sí hay aproximaciones. Por ejemplo, se puede tomar lo dicho por Joaquín Giannuzzi en una entrevista con Osvaldo Aguirre en el 2000: «La poesía también puede ser un modo de vivir, de ver las cosas. Creo que la poesía dignifica la condición humana, que el hombre mejore o no es otra cosa». 

«La poesía también puede ser un modo de vivir, de ver las cosas. Creo que la poesía dignifica la condición humana, que el hombre mejore o no es otra cosa», Joaquín Giannuzzi

Va a ser el propio Giannuzzi que va a introducir a la poesía de Sergio Bizzio, quien acaba de reeditar bajo el sello Caleta Olivia el libro Te desafío a correr como un idiota por el jardínEl poeta fallecido en Salta en 2004 va a hablar de la obra del autor de títulos de narrativa como Rabia de esta forma: «Bizzio procede por acumulación de imágenes que una mirada superficial consideraría no relacionables, absolutamente autónomas si la intención de la mirada fuese percibir un significado único. Desde esa visual estrecha su lectura resultara difícil, porque el texto se presenta a menudo clausurado e inabordable». De esta manera, lejos de un registro inmediato y sin profundidad, la poesía podría encontrarse en la recontextualización y ampliación. 

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A lo largo de los poemas de Bizzio se pueden encontrar una serie de recursos en donde están puestos en juego los cinco sentidos. La sinestesia, por lo tanto, es una consecuencia inevitable: adjetivos y sensaciones que se entrecruzan para dar paso a nuevos enfoques del mundo y sus experiencias. Puede leerse, por ejemplo: «Una hilera de manos con estrellas/ frías a la misma altura», «Y la música del mediodía es este árbol amarillo» o «Mientras oigo los sonidos fugaces de la altura». Esta idea, que muchos haikus orientales y occidentales aplican, le agrega una nueva profundidad a los versos del autor nacido en 1956 y también a la experiencia de los lectores.

En la misma línea, en uno de los poemas de Te desafío a correr como un idiota por el jardín, no se duda en afirmar: «Todo es liviano y comercial«, a lo que se le responde en otra parte del libro con buscar «la expresión más acabada». Leonard Cohen, por su parte, va a indagar sobre esta cuestión en su manifiesto: «No actúes las palabras. Nunca actúes las palabras«. El también músico, fallecido en 2016, subraya la imposibilidad de impactar más que la realidad en una sociedad cada vez más cruel y deshumanizada, retomando uno de los pensamientos más críticos de Theodor Adorno cuando afirmó que «Después de Auschwitz escribir poesía es un acto de barbarie».

En la misma línea, en uno de los poemas de Te desafío a correr como un idiota por el jardín, no se duda en afirmar: «Todo es liviano y comercial«, a lo que se le responde en otra parte del libro con buscar «la expresión más acabada». Leonard Cohen, por su parte, va a indagar sobre esta cuestión en su manifiesto: «No actúes las palabras. Nunca actúes las palabras«

Pero Cohen no va a ser tan tajante, sino que va a proponer un modo de encarar la palabra para que ésta no pierda su efectividad, sin caer en efectismos: «Hemos visto en los noticieros a esa gente padeciendo dolores y desgarros extremos. Todos saben que te alimentas bien y que incluso te pagan para que estés ahí parado. Estás actuando delante de gente que sufrió una catástrofe. Así que deberías hablar en voz baja. Di las palabras, transmite la información». Lejos de las poses a las que invita un mundo en donde todos tendremos nuestros 15 segundos de fama, el poema tiene que tener una vida propia lejos de toda impostación, una vida que envejece pero no se pudre con el paso del tiempo y por causa de su intrascendencia.

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Después de leer los poemas de Bizzio, queda esa misma sensación: hay algo que sobrevive aunque no se comprenda del todo o al menos no inmediatamente. La poesía no tiene la función, en palabras de Diana Bellessi, de la plusvalía de la fácil comunicabilidad, ni la necesidad de una impostura en medio de un mundo donde todo, de alguna manera, se encuentra posando para alguna cámara de televisión o vigilancia. Lejos del slogan que se regodea en su fuerza, en su excesiva confianza, se encuentran estos versos: «Todo lo que es débil en este momento/ siente la obligación de atacar». 

Cohen, en tanto, en su manifiesto sobre cómo decir poesía, en realidad hace una sutil provocación a cómo escribirla, retomando un concepto que está en jaque: el silencio. «Estos textos se escribieron en silencio. El coraje de la obra consiste en decirlos en voz alta», destaca. En medio de una marea de textos y en una impostura constante, la idea de calma se vuelve mucho más provocadora, más inquietante y desafiante que el exceso por sí mismo.

En definitiva, escribir poemas que nacen del silencio, pero que no ocupan su lugar, capaz ese sea el desafío para que el interés por la poesía -que en definitiva es un género literario más-, no caiga en la seductora trampa de responder las preguntas más frecuentes y nada más. 

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