Amores frágiles: cenizas, ¿quedan?

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Entre los estrenos de esta semana figura Amores frágiles, la película dirigida por Francesca Comencini que retrata la historia de un fracaso amoroso y los diversos modos de pasar el trago amargo: Flavio pretende olvidar rápidamente ese traspié y seguir adelante; Claudia parece haber quedado estancada en el fango de la pena y la indignación. Notable construcción de personajes para una trama ambiciosa que, sin embargo, por momentos no encuentra su cauce y no fluye como debería.


Claudia (Lucia Mascino) y Flavio (Thomas Trabacchi) supieron amarse con gran intensidad, pero un día —como casi todas las cosas de este mundo— la llamarada se consumió y ellos quedaron vagando entre las cenizas. Flavio intenta mostrar firmeza y decisión; sabe perfectamente lo que quiere y lo que no. Esa búsqueda lo lleva a puerto seguro: una sucesora jovencísima y el altar a la vuelta de la esquina. Claudia, por el contrario, parece completamente desorientada y no sabe muy bien (o al menos no queda del todo claro para el espectador) qué es lo que desea en realidad.

Comencini aborda un tema al que se le ha dado mil vueltas ya: el fracaso amoroso. Pero lo interesante de su aporte reside en la doble perspectiva que elige al momento de echar luz sobre este dilema: es obvio que los hombres no atraviesan el duelo de la misma manera que las mujeres. Amores frágiles no queda librada de ciertos estereotipos ni esquiva los lugares comunes desde los cuales suelen pensarse estas diferencias (el sentido común señala que «a la mujer le cuesta superar una ruptura mucho más que al hombre»), pero hay desvíos interesantes.

La directora pone en escena discusiones de alto vuelo que permiten repensar algunas cuestiones sobre los diversos modos de vivenciar un mismo proceso a la hora del amor o el desamor: Claudia necesita un matrimonio y un hijo para ser feliz; Flavio no comparte ese deseo. Claudia vive la ruptura como un duelo imposible; Flavio la atraviesa como un capítulo más en su gran novela biográfica. Lucia Mascino compone a una mujer desencajada, obsesiva, de sinceridad cruda, y en ese tránsito doloroso cree haber hallado todas sus respuestas en una estudiante con quien se lanza a una aventura lésbica.

El punto fuerte del film está en su alta cuota de ironía, que le permite a Comencini —por ejemplo— hablar de la «puesta en valor» de las mujeres en el mercado sexual según su edad, como si de un producto de góndola se tratase. La pareja protagónica es otro elemento a destacar, aunque indudablemente toda la fuerza narrativa está depositada en el personaje de Claudia: ella es quien experimenta los cambios más notables e impulsa el argumento. Amores frágiles no escapa del todo al eterno «síndrome Susanita» que ubica a las mujeres solteras y sin hijos en el lugar de la insatisfacción, pero es una buena opción para repensar el lugar de las mujeres en las historias de amor que día a día se escriben (y aún aquellas que se borran con el codo).


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FICHA TÉCNICA
Elenco: Lucia Mascino,  Thomas Trabacchi,  Carlotta Natoli,  Iaia Forte,  Valentina Bellè, Camilla Semino
Dirección: Francesca Comencini
Guion: Francesca Comencini, Francesca Manieri, Laura Paolucci
Fotografía: Valerio Azzali
Productor: Elia Mazzoni
Fotografía: Valerio Azzali
Título original: Amori che non sanno stare al mondo
País: Italia

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