Reseñas Caprichosas – «Tengo unas flores con tu nombre» de Jazmín Varela: amiga, rajá de ahí

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Tengo unas flores con tu nombre (Maten al mensajero, 2018), de Jazmín Varela, es un libro simple y necesario: un gesto de la autora, un abrazo. Mujeres que les dan a otras una mano o un consejo. Dibujos cotidianos, reales, con los mensajes que -por suerte- nos estamos acostumbrando a escuchar: «si te duele no es amor», «yo te creo», «no estás sola», «vayámonos corriendo de lo binario», «hacé lo que se te cante el orto», «amiga, rajá de ahí». 

*Por Tamara Grosso


Sobre la autora

Tengo unas flores con tu nombreJazmín Varela nació en Rosario en 1988. Es autora de Crisis Capilar (EMR, Rosario, 2016), Guerra de soda (Maten al mensajero, 2017) y parte de la antología El volcán. Un presente de la historieta latinoamericana (EMR – Musaraña editora, 2017).

Es co-fundadora del Festival Furioso de Dibujo. Trabaja como ilustradora.


Amiga, rajá de ahí

Mujeres que ayudan a otras mujeres, que dan unas palabras necesarias de consejo o aliento. Tengo unas flores con tu nombre de Jazmín Varela (Maten al mensajero, 2018) parece un libro simple. No lo es. Y no importa si lo es: importa que es un libro necesario. Todas necesitamos que nos digan “Yo te creo”, “vamos juntas”, “amiga rajá de ahí”. Y lo decimos y es el momento de visibilizarlo. Estamos juntas, estamos para bancarnos. Para decir delante de un micrófono que sobre nuestros cuerpos no decide nadie más.


Tengo unas flores con tu nombre



Tengo unas flores con tu nombre es como un abrazo, es un gesto hermoso de Jazmín Varela. Señorita Bimbo, María Riot, Georgina Orellano, amigas anónimas, una tatuadora inventada, Susy Shok, ella misma, su mamá: Varela dibuja mujeres dándole una mano o un consejo a otras mujeres.

Eso es esta guía práctica de sororidad: algo básico pero que no se molestaban en enseñarnos, algo que nunca nos pedían que dibujemos en el colegio, cuando sí nos pedían dibujar al nuestra familia, entendida como mamá, papá y el perro. Nadie nos pidió que nos dibujemos cuidando a nuestras amigas y nuestras hermanas y no nos enseñaron la palabra sororidad pero la aprendimos, eso dicen estos dibujos.


Tengo unas flores con tu nombre



Lo dice mejor Agustina Paz Frontera en el texto que acompaña a los dibujos y diálogos: “No fuimos instruidas en las potencias del deseo, en la afirmación de los placeres del cuerpo y de la fiesta, no fuimos invitadas al festejo de la sexualidad ni nos enseñaron los cuidados horizontales, entre pares”.

Cuando reflexionamos sobre lo que no nos enseñaron, tenemos que pensar también en lo que sí, en lo que estamos desaprendiendo: el recato, la delicadeza, como dones eternamente femeninos. Contra eso también habla este libro. “La hermana que tenía unas flores con tu nombre también tiene unos salmos anotados en una carta-bomba”, dice Paz Frontera. “La paja es la clave; hacé lo que se te cante el orto; somos capaces de decidir qué hacer con nuestro cuerpo”, cita.

Las mujeres sororas que dibuja Jazmín Varela no son correctas, no son iguales, no son lo que la sociedad esperó de ellas. Sí son lo que ellas esperaban de ellas. Lo que quieren para sus amigas. Lo que quieren para ellas mismas. Son diversas. Son lo que estamos aprendiendo a ser.



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