A 41 años de la primera ronda de Madres de Plaza de Mayo: un ejemplo de lucha y resistencia

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El 30 de abril de 1977, catorce madres comenzaron a juntarse en la Plaza de Mayo para reclamar la aparición con vida de sus hijos e hijas que habían sido secuestrados por la dictadura cívico-militar. Fue la primera manifestación contra una dictadura que apuntaba a una dominación total y que con la fuerza de estas mujeres comenzó a resquebrajarse. (Foto: Archivo Hasenberg-Quaretti)



Este 30 de abril se cumplen 41 años del día en que un grupo de madres de desaparecidos y desaparecidas por el genocidio que se había hecho carne desde el 24 de marzo de 1976 -pero que había comenzado antes-, se había reunido en la Plaza de Mayo con el fin de exigirle respuestas al silencio total de la junta militar. Ese encuentro histórico fue el antecedente de las marchas que se multiplicaron hasta el presente los días jueves y una de las resistencias que más fuerte golpearon a la dictadura cívico-militar.

(Leer nota: ¿Por qué el genocidio arrancó antes de 1976?)

Azucena Villaflor, Mirta Baravalle, Josefina “la Pepa” Noia, Berta Braverman, fueron algunas de las 14 madres que se reunieron por primera vez y dieron inicio a las Madres de Plaza de Mayo. En aquel encuentro, los policías exigieron que «circulen», comenzando las históricas caminatas alrededor de la Pirámide de la Plaza de Mayo. Ese punto en la historia fue un quiebre en el silencio mediático imperante en el exterior pero también en el interior del país.

A partir de ese momento, y mediante el pañuelo blanco que las simboliza, ellas ya no estaban solas. El camino individual de golpear puertas de cuarteles, ministerios e iglesias en una búsqueda exhaustiva de sus familiares desaparecidos, se había reconvertido en una lucha colectiva que reclamaba por la “aparición con vida”. Una lucha que 41 años después siguen emprendiendo por las desigualdades en un pueblo cada vez más golpeado por los proyectos sociales y económicos neoliberales.

La aparición de las Madres como actor político señaló de forma brutal los crímenes que la dictadura cívico-militar intentó invisibilizar. Al poner nombres a quienes «algo habrán hecho», estas mujeres acusaron a los genocidas por su crueldad y denunciaron, casi sin saberlo, el plan sistemático de secuestros ilegales, desapariciones, torturas y exterminios. Luego, se enteraron de la existencia de cientos de centros clandestinos y de las apropiaciones de los niños que allí nacían.

Este levantamiento contra la dictadura cívico-militar implicó que tuvieran que sufrir represiones, corridas y ser encarceladas. Además, fueron víctimas de la infiltración militar en sus reuniones. Alfredo Astiz facilitó el secuestro y desaparición de Azucena Villaflor y sus compañeros de la Iglesia Santa Cruz en la ciudad de Buenos Aires. Sin embargo, las madres siguieron saliendo a las calles.

En 1978, mientras transcurría el Mundial de Fútbol en Argentina, denunciaron fuertemente la represión y las desapariciones en el país ante todos los medios internacionales que venían. Con su mensaje y búsqueda incansable, las Madres de Plaza de Mayo se convirtieron en un emblema internacional de lucha contra la impunidad que aún sigue siendo ejemplo en el mundo entero.

Las Madres de Plaza de Mayo, con sus diferencias tras el retorno de la democracia, siguen siendo un faro que ilumina la oscuridad del presente y que señala la impunidad, también, de los gobiernos constitucionales. El proceso de Memoria, Verdad y Justicia fue su bandera, a pesar de los retrocesos como las leyes de impunidad, para que en el presente los juicios por los delitos de lesa humanidad sigan adelante y los genocidas y sus cómplices civiles sean realmente condenados.

Su lucha trascendió las fronteras y el tiempo. Hoy, tras 41 años, son las guías de las multitudinarias movilizaciones que condenan el 24 de marzo pero también de las múltiples manifestaciones que denuncian las injusticias en el presente. Frente a la histórica lucha de estas mujeres y su ejemplo de resistencia frente a un poder que parecía ser totalizante, el pueblo las abraza y las seguirá abrazando.



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