Reseñas Caprichosas – «Matar a los testigos» de Mirta Ovsejevich: todo lo que se puede decir de la muerte

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En la literatura pueden invertirse las cartas con respecto a la vida: los momentos más trágicos pueden ser los que más merecen ser contados, por ejemplo. Matar a los testigos (Kintsugi editora, 2017), el primer libro de cuentos publicado de Mirta Ovsejevich, es un firme ejemplo de eso. Los personajes, que atraviesan situaciones críticas de sus vidas, quedarán en la memoria de los lectores.

*Por Tamara Grosso


Sobre la autora

matar a los testigosMirta Ovsejevich nació en Buenos Aires. Estudió derecho y es escribana pero también se dedicó a escribir. Es guionista y entre sus trabajos se destaca Bonita —largometraje premiado por Cine-Ar en 2006.

Participó de varias antologías y es autora de la novela Solo pido que sea presentable (Ediciones del dragón, 2015) y de tres novelas que aún permanecen inéditas. Matar a los testigos (Kintsugi editora ,2017) es su primer libro de cuentos publicado.


Todo lo que se puede decir de la muerte

La vida tiene altibajos, pero lo memorable no se encuentra particularmente arriba: Matar a los testigos (Kintsugi editora, 2017), el primer libro de cuentos publicado por Mira Ovsejevich, es una recopilación de relatos cortos que parecen decir exactamente eso. Podrían describirse como tristes o melancólicos, pero indudablemente estos cuentos tienen algo que quedará en la memoria de los lectores.

Una mujer que muere repentinamente a causa de asma —o no—,  otra a la que le pesan los fantasmas de sus deseos, una tercera que lidia con actividades cotidianas después de divorciarse. Todas ellas son personajes en un libro en el que lo que prevalece no es la trama sino las sensaciones, la manera de contar lo que le sucede a quienes atraviesan momentos cruciales de sus vidas. Pero un momento cúlmine en una vida puede ser algo tajante o algo o imperceptible para los demás; eso queda claro.


matar a los testigos


A lo largo de estos relatos, Ovsejevich logra que el lector conecte con las fibras más íntimas de los personajes, y que se sienta identificado con escenas que, probablemente, nunca le serán cercanas en la vida real. La habilidad más notable en estos cuentos está ahí, en la identificación.

Todo puede ser, en este libro, el disparador de una historia, porque los tabúes no existen: «Desde arriba veía la cama con mi cuerpo acostado […]. Yo no sentía correr la electricidad por mi cuerpo. En realidad, no tenía cuerpo», dice uno de los personajes, bordeando la muerte o la resucitación caridiopulmonar, aún no se sabe.

En los cuentos de Ovsejevich, no hay una regla que pueda ayudar al lector a anticiparse. Todo es sorpresa, y al mismo tiempo está cargado de emociones que prevalecen sobre lo argumental. Con esa premisa, quien está leyendo seguramente no podrá separarse del libro hasta terminar, y luego no permanecerá indiferente.



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