Reseñas Caprichosas – «Concierto» de Ángeles Durini: el ritmo del suspenso

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Los tres cuentos de Concierto (Conejos, 2017), de Ángeles Durini, crean un clima de tensión en el que la sensación de acecho es constante. Con un lenguaje fluido, la narración se despliega con habilidad, permitiendo al lector acompañar los pensamientos de los personajes y verse envuelto en situaciones impredecibles, en los que el equilibrio parece a punto de romperse. 



Sobre la autora

Ángeles Durini nació en Maldonado, Uruguay, en 1957, y vive en la provincia de Buenos Aires, Argentina. Estudió el Profesorado de Lengua y Literatura con especialización en Literatura Infantil y Juvenil en el Instituto Summa. Publicó varios libros para chicos y jóvenes, como la saga de Demetrio Latov (Ediciones SM, 2002, 2009, 2016), editada también en Brasil, Chile y Uruguay; o la novela Playa de almas (Edebé, 2014). Su cuento «Levemente hacia atrás», incluido en el libro Amor sin fin (Siete Vacas, 2008), ganó el Primer Premio Imaginaria-Educared 2004, y Abuela de trapo, parte de la colección de Los Nuevos Cuentos del Chiribitil (Eudeba, 2015) fue Destacado Alija 2016.


El ritmo del suspenso

¿Dónde detener la narración? ¿Cómo balancearse sobre ese punto exacto en el que la tensión parece capaz de quebrar el aire? Concierto (Conejos, 2017), de Ángeles Durini, ensaya una respuesta, creando un clima en el que la sensación de acecho es constante. Al atravesar una mudanza, un viaje y unas vacaciones, los mujeres que protagonizan los relatos transitan por escenarios ajenos, que las obligan a moverse a tientas frente a situaciones impredecibles.

Gracias al lenguaje fluido, el lector sigue de cerca la voz interior de los personajes, asistiendo a la incertidumbre que cruza su mente en las escenas más inquietantes. Las oraciones cortas se entremezclan con habilidad al describir secuencias de acciones, creando una atmósfera filosa y un ritmo por momentos frenético, que la autora sostiene hasta el instante justo. “Anocheciendo. Alguien marca mal un número. Alguien tiene un cuerpo. No sabe qué hacer con él. Sube, sube la escalera apenas respira, un juego apenas baja sube. Y el violín de a poco asoma, como la voz que te dice hay un cuerpo”.

Así, el primer cuento construye un clima con una potencia tal que perdura en el resto de los relatos, dejando una sensación latente de peligro, que parece estar escondida entre indicios tenues y que mantiene al lector expectante. La extranjería, la idea de no estar completamente a gusto en un lugar al que no se pertenece es uno de los elementos comunes que atraviesa las páginas de Concierto, y que aumentan las sospechas sobre una mirada extraña y vigilante que pone a los personajes en desventaja. 



A su vez, la prosa de Durini ofrece descripciones poéticas e imágenes fotográficas que funcionan como contrapeso de aquella exaltación que va envolviendo los pensamientos de las protagonistas, creando un equilibrio a lo largo de los relatos. Por ejemplo, puede leerse: Al mirarlo desde lejos ella pensó que su marido podría diluirse. Que una mano alcanzaría a tironearlo desde arriba como si fuera un pedazo de trapo, dejándolo por un segundo con los pies en el aires hasta hundirlo en la niebla”.

Como una rueda que empieza a girar y no se detiene, los tres cuentos toman un impulso que persiste a lo largo de todo el libro, y que lleva a realizar conjeturas a la par de los personajes, a preguntarse, a medida que se avanza, cuándo será el momento exacto en que el orden que mantiene asegurados los elementos finalmente estalle.



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