Reseñas Caprichosas – «El resto de los seres vivos» de Gabriela Luzzi: cuando lo fantástico es habitual

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¿Qué divide lo real de lo fantástico? Cientos de escritores parecen haberse hecho esta pregunta y ahora habría que sumar a Gabriela Luzzi y su libro de cuentos El resto de los seres vivos (Conejos, 2016) al listado de posibles respuestas. Con un estilo fresco, casi contados al pasar, los relatos de esta autora mantienen concentrados el suspenso, la intriga y lo extraordinario en su interior, dando lugar a pequeñas historias que parecen estar sucediendo en simultáneo en el mismo barrio. 


Sobre la autora

Gabi 1Gabriela Luzzi nació en Rawson, provincia de Chubut, en 1974. Actualmente vive en Buenos Aires. Publicó Garfunkel  (Eloísa Cartonera, 2014), Liebre (Vox, 2015), Warnes (Eloísa Cartonera, 2016), Un alhajero sin terminar (Santos Locos, 2016) y El resto de los seres vivos (Conejos, 201&). Sus poemas integran las antologías 9 (Textos intrusos, 2012), Vivan los putos (Eloísa Cartonera, 2013) y 53/70. Poesía argentina del siglo XXI (Editorial Municipal de Rosario, 2015). Es editora del sello Paisanita y trabaja junto al colectivo de editoriales que forman La Coop.

(Leer nota relacionada: ¿Qué es la poesía? #14 – Gabriela Luzzi: “Escribir tiene que ver con poder usar tu libertad”)


Cuando lo fantástico es habitual

Quizás ya pocas cosas parezcan inverosímiles hoy en día. Si nos concentramos bien, de alguna manera u otra todo puede ser posible. El resto de los seres vivos (Conejos, 2016) de Gabriela Luzzi va en esa dirección, donde conviven distintos relatos que mezclan lo cotidiano con lo extraño de una manera tan natural como el paso indiferente del tiempo que los envuelve, como si las historias sucedieran de manera simultánea en el mismo barrio.

No parece casualidad que la gran mayoría de los pequeños relatos que conviven en El resto de los seres vivos estén narrados en primera persona, con una narradora que aporta una visión inocente, casi desinteresada por lo que pasa, pero que al mismo tiempo sabe los lugares más sensibles de las palabras y las situaciones para colocar un poco más de peso que el habitual. Así, donde parece haber palabras inocentes, hay algo más profundo esperando tomar por sorpresa al lector. Puede leerse, por ejemplo: «Hace años que no veía a papá. Y ahora está muerto. Le disparé con un arma que estaba en la cómoda. Era de juguete. Cualquiera podría haberlo hecho». 

(Leer nota relacionada: Editoriales Independientes #7 – Conejos: “Lo que puede ser una queja al mismo tiempo es un beneficio”)


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Ese aire fresco que corre entre los párrafos hacen que uno acepte por natural que una mujer quede embarazada de un gato, una familia descanse sobre la vereda con un bolso lleno de armas o  una casa se va llenando de criaturas extrañas que la autora detalla sutilmente para no dar más información que la necesaria para engancharnos. Pareciera que Luzzi se aprovecha de su estilo desinteresado para convencer al lector con los primeros relatos que encarnan historias más realistas hasta que, de repente, nos damos cuenta que hay algo inesperado ocurriendo. Lo mismo, seguimos leyendo como si fuera normal.

Los restos de los seres vivos podría ser la historia de un barrio durante un día, donde es posible que al mismo tiempo una mujer se introduzca de lleno en un recuerdo de su infancia, alguien reciba un disparo fatal y una mujer casi ciega hace un esfuerzo increíble para no perderse un capítulo de la novela en el prime time. Después de todo, ¿qué es la realidad y qué es la ficción? ¿Existe realmente una medianera entre ambas? No estamos seguros, pero sí se puede afirmar que pocas veces ninguna de las dos estuvo contada con tanta frescura y precisión que como lo hace Gabriela Luzzi en este libro.


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