HOY, ‘TORTAZO’ EN LA BIELA

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A una semana del episodio de lesbofobia sucedido en La Biela y denunciado por Belén Arena en las redes sociales, hoy se realizará un escrache público a modo de protesta por las acciones inconstitucionales del histórico bar de Buenos Aires. La convocatoria será frente al bar (Cervantes 446) a las 20 hs. y se tratará de una acción para la visibilización: un encuentro para besarse, sin distinción de géneros, en la puerta del bar. El evento, organizado en Facebook, ya cuenta con más de 7 mil asistentes y 11 mil interesados.


La denuncia

“Me encontraba tomando un café con la persona con la que estoy, acariciándole la cara y el hombro mientras ella lloraba por una situación personal, cuando se acerca violenta e impunemente un mozo del lugar a decirnos que ‘nos tranquilicemos’”, describe Belén al mismo tiempo que pide a toda la comunidad LGBTIQ que la acompañen en este repudio.

“Le pregunté si era consciente de que vivimos en un país con ley de matrimonio igualitario, y le pregunté por qué no le decía nada a la pareja heterosexual que chapaba en la mesa de al lado. Me contestó ‘sos una ridícula’ y entre tres mozos me echaron del bar”. Así comenzó el episodio de discriminación en el bar La Biela, que después continuaría en los medios de comunicación. El encargado del bar, Carlos Gutiérrez, profundizó para el diario Clarín que Belén y su pareja “se estaban acariciando mal” y que hubieran actuado igual ante “cualquier pareja normal”. Además, en una entrevista para C5N, Carlos agregó que este lunes espera que «todos se comporten como personas«.

Inmediatamente después de ser echadas del bar sin ninguna otra explicación que “lo que hacen es inadecuado” y sin recibir ningún tipo de disculpas posteriores por parte de los dueños del lugar, Belén realizó la correspondiente denuncia por discriminación.

Inmediatamente después de ser echadas del bar sin ninguna otra explicación que “lo que hacen es inadecuado” y sin recibir ningún tipo de disculpas posteriores por parte de los dueños del lugar, Belén realizó la correspondiente denuncia por discriminación. Ante lo ocurrido, muchas organizaciones sociales salieron a actuar en defensa de los derechos de la pareja. Así fue el caso del Instituto contra la Discriminación Sexual, que como expresó María Rachid, se puso a disposición de la pareja para que “pueda canalizar la denuncia y generar la intervención de la Defensoría del Pueblo”.

Por su parte, Alejandro Amor, Defensor del Pueblo, aseguró que citará a los dueños de La Biela porque “la Ciudad debe garantizarnos a todos y a todas un ambiente seguro para poder expresar nuestros afectos con libertad, sin distinción por orientación sexual o por identidad de género”.


El quid de la cuestión

Como ocurre a menudo en las redes sociales, el quid de la cuestión quedó enterrado entre comentarios que dividieron a la comunidad LGBTIQ por el polémico nombre «Tortazo» -discusión que se centró en la ofensa frente un recorte de admisión y que invisibilizó que el mismo nombre lleva en sí la sinergia de la acción. Y, por supuesto, no faltaron los comentarios homofóbicos, transfóbicos, lesbofóbicos, heterosexistas, machistas y patriarcales de siempre a los que, otra vez, se les prestó demasiada atención. Volvimos a perder el foco.

Algunos llegaron a reivindicar los ‘derechos de admisión’ del bar y, lo más triste, se desestimó al feminismo y se olvidó que la denuncia de Belén habla de los privilegios del hombre frente a la mujer. Una mujer  a la que, como expresaron los trabajadores de La Biela, se le pide que se comporte de manera ‘adecuada,’ que sea ‘femenina’, que no discuta, que no ‘arme lío’, que no se pregunte por su sexualidad. 

Con una semana de por medio, el ‘Tortazo’ fue perdiendo vigor porque se permitió que los discursos dominantes terminaran una vez más opacando todos los colores de las voces alternativas que se opusieron a ellos. Se discutió, entonces, el nombre del Tortazo; se discutió, sin ningún tipo de profundidad ni fundamento, la cuestión de género; se discutieron y pusieron en duda las adhesiones políticas de Belén, casi como si se tratara de una «teoría conspiracionista». Algunos llegaron a reivindicar los ‘derechos de admisión’ del bar y, lo más triste, se desestimó al feminismo y se olvidó que la denuncia de Belén habla de los privilegios del hombre frente a la mujer. Una mujer  a la que, como expresaron los trabajadores de La Biela, se le pide que se comporte de manera ‘adecuada,’ que sea ‘femenina’, que no discuta, que no ‘arme lío’, que no se pregunte por su sexualidad. 


Retomando la discusión…¿Por qué asistir al tortazo?

La historia es, hace ya tiempo, la misma. Existe un discurso dominante, heterosexista, machista, patriarcal, misógino e imperativo que, a pesar de los años de lucha por los derechos LGBTIQ y de los logros pioneros en América Latina frente a un mundo Occidental que persiste encadenado a su pasado medieval, sigue siendo homogéneo y que no duda a la hora de salir a hablar. Un discurso dominante que habla con convicción y que oprime con convicción.

Por otro lado, con mucho esfuerzo, los discursos que con tanta fuerza y vigor salen desde la contrahegemonía, desde los lugares de encierro, desde la dominación, desde la minoría, desde la discriminación, desde el silencio, aunque con más fuerza que nunca, todavía no logran encontrar esa homogeneidad histórica que da tanto poder al discurso dominante. Ante la primera duda, se rompen en añicos, se destruyen, se caen y cae con ellos su lucha. Es en este punto en el que hay que trabajar.

Por eso es importante que todos asistamos al Tortazo, al escrache público al bar La Biela, y que apoyemos la denuncia de Belén. Nuestra asistencia no debería, si quiera, ponerse en discusión. Sin perder de vista el foco y sin quitar importancia a lo ocurrido el lunes pasado, el Tortazo debe convertirse en una lucha más amplia, más fuerte, más unida. Es importante que el colectivo LGBTIQ no ignore que falta mucho por hacer, que quizás el nombre de un evento no represente a toda una comunidad, pero es importante, también, que acompañe el camino, que no se diluya y se evapore antes de encarnarse en acción política, en lucha social, en transformación cultural. Es necesario que del discurso se desprenda la acción.

Vamos todxs por la transformación.

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