Reseñas Caprichosas – «Brillante» de Malén Denis: sobre la falsa luminosidad

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En Brillante (Ludwig, 2017), su cuarto libro, Malén Denis reflexiona sobre lo que brilla de verdad y lo que aparenta resplandecer, sobre lo que corta y sobre las marcas que deja lo cortante. Con poemas breves y concisos, pero con la fuerza que caracteriza a la poesía de la autora, Brillante juega con el significado múltiple y ambiguo que pueden tener palabras que aparentan ser sinónimos.

Por Tamara Grosso*


Sobre la autora

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Malén Denis nació en Buenos Aires en 1989. Es magister en Escritura Creativa por la Universidad de Tres de Febrero. También estudia filosofía y estudió producción de televisión y fotografía. Publicó  Con una remera de Sonic Youth (Nulú Bonsai, 2009), Buscar drogas en Wikipedia (Nulú Bonsai, 2014) y Un gran incendio de vidrios (Nulú Bonsai, 2017), además de varias plaquetas. Brillante (Ludwig, 2017) es su cuarto libro.


Sobre la falsa luminosidad

Los poemas de Brillante (Ludwig, 2017) de Malén Denis parecen estar hechos de contrastes. En la primera parte, “Lo dorado”, la luz es protagónica, pero no puede serlo de otra manera que en su oposición con la oscuridad. “A mí solo me queda / esta falsa luminosidad: // líneas de sol sobre la mesa / dos vasos de whisky / y una pátina patética / de oro sobre nosotros”, dice uno de los poemas, mientras que el siguiente dice, como si fuera una respuesta al anterior: “Un chiste que no entendí / incendia el aire / fue ahí, en ese instante / que te apagaste”.

En la segunda parte, “El filo”, la dualidad está entre lo que corta, lo que lastima -un hacha que corta a una serpiente a una mitad, unos cuchillos de cocina; pero también un relámpago, o el sonido de un portero eléctrico en el medio de la noche-, y el efecto de esos filos: las cicatrices, las heridas. Pero al mismo tiempo todo filo brilla: esa idea se percibe en estos poemas, dándole unidad a todo el libro.


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Este cuarto libro de Malén Denis tiene algo distinto a su poesía anterior (ya no tan punk, no tan rebelde), pero sigue teniendo la fuerza para condensar en pocas palabras un punto de vista original y contundente: “yo ese día lo sentí un triunfo igual / a pesar de los 800 muertos que anunciaba / la televisión prendida / en el huracán en mute”.

La edición de Ludwig (encuadernada a mano, con tapas de cartulina negra pintadas a mano de dorado una por una) hacen que el libro, además de por la poesía, sea bello y único como objeto. Los poemas, que en su mayoría son breves pero forman un todo que va más allá de cada uno, juegan con las infinitas posibilidades que brindan palabras que parecen tener significados similares: lo brillante, lo dorado, los rayos del sol, pueden ser algo que resplandece pero también lo que ilumina lo que está mal. En esa dualidad estos poemas encuentran la belleza.


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