El aborto es ley: el día que se hizo historia en el Senado

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Con 38 votos afirmativos, el aborto es ley en Argentina. Un hito trascendental en la cronología de luchas feministas que se desarrollan desde hace décadas en el camino hacia la autonomía de mujeres y personas gestantes. La crónica de todos los detalles de una jornada que va a quedar en la memoria de una reparación histórica, en la siguiente nota. (Foto: Agencia Télam)



El debate comenzó a la tarde. A las 16:08, se dio inicio a la sesión en el Senado con una lista de 59 oradores por delante y una duración de alrededor de doce horas. Hace dos años, en 2018, el resultado de la votación había condenado nuevamente al aborto a la clandestinidad con 38 votos negativos sobre 31 afirmativos. Esta vez, los pronósticos no eran certeros, pero las expectativas, diferentes. Ya en la Cámara de Diputados, la ventaja había sido un poco más estrecha: 131 positivos, dos más que la primera vez que la ley fue discutida en el recinto parlamentario. Afuera, el minuto a minuto se siguió con atención en todo el país, desde las más de cincuenta plazas en donde la Campaña por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito organizó una nueva vigilia: una con temperaturas más altas que las que tocaron en 2018 y con algo más de esperanza. En casi veinte años ningún proyecto de ley enviado por el Poder Ejecutivo fue rechazado por el Senado, pero el aborto, como cualquier otro derecho reclamado por los feminismos es parte de otra historia, otra cronología de lucha.

No hubo aplausos ni interrupciones, el clima era de prudencia y cautela: a esa hora aún no estaba definidas las votaciones de los seis legisladores y legisladoras indecisos: Silvina García Larraburu (Frente de Todos), Lucila Crexell (Interbloque Parlamentario Federal), Stella Oalla (Juntos por el Cambio), Sergio Leavy (Frente de Todos), Edgardo Kueider (Frente de Todos) y Alberto Weretilneck (Interblque Parlamentario Federal).

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Elizabeth Gómez Alcorta, Ginés González García y Vilma Ibarra fueron los primeros en llegar a los balcones del recinto para seguir de cerca el debate. No hubo aplausos ni interrupciones, el clima era de prudencia y cautela: a esa hora aún no estaba definidas las votaciones de los seis legisladores y legisladoras indecisos: Silvina García Larraburu (Frente de Todos), Lucila Crexell (Interbloque Parlamentario Federal), Stella Oalla (Juntos por el Cambio), Sergio Leavy (Frente de Todos), Edgardo Kueider (Frente de Todos) y Alberto Weretilneck (Interblque Parlamentario Federal). La primera en hablar fue Norma Durango,  presidenta de la comisión de la Banca de la Mujer, cabecera en el plenario que llevó adelante las jornadas informativas. Así, despejó una primera duda y algo que permitiría conseguir las adhesiones necesarias: de aprobarse la ley se modificaría vía reglamentación, con un veto parcial al término «salud integral» para referirse a las causales del aborto luego de la semana 14. Ese cambio llevaba el conteo de 32 votos afirmativos a 34.

Los opositores más férreos del proyecto se concentraron en seguir desviando el debate con argumentos falaces y que confunden respecto de la normativa vigente. En su turno, Mario Fiad (Juntos por el Cambio), presidente de la Comisión de Salud, que también integró el plenario, habló largo y tendido sobre la interrupción del embarazo en casos de abusos y violaciones, derecho ya contemplado en el Código Penal desde 1921, con el aborto no punible. Eso no era lo que se estaba discutiendo con el texto de la ley. Como muchos de los que siguieron, recurrió a la Convención de los Derechos del Niño para justifica su posición, desestimando las tantas exposiciones que, semanas antes, habían explicado la compatibilidad del documento con la legalización del aborto, incluida la del mismo Luis Pedernera Reyna, representante del Comité de Derechos del Niño de las Naciones Unidas. Se saturaría el sistema de salud de aprobarse la ley, especuló Fiad y, hacia el final, torció aún más la vara: “Estamos criminalizando a las mujeres que quieren tener hijos”.

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El aborto es ley

Foto: Nadia Díaz. El aborto es ley


En la lista de analogías confusas y carentes de sentido se sitúa, en uno de los primeros lugares, Dalmacio Mera (Frente de Todos), que comparó el proyecto con la hambruna en Europa del año 1315 y el consejo dado al rey Eduardo II de llevar adelante una matanza de cerdos. También habló de la ley de la doce tablas del 500 a.C; del embrión como sujeto de derechos en la Antigua Roma; citó a la Convención de los Derechos del Niño, a Juan Domingo Perón y a su hija de seis años, que le dijo “No hagas lo que no te gustaría que te hagan”, comparando esa frase con el artículo 19 de la Constitución. Todo en ese orden. Nancy González, la siguiente en contestar, fue puntual y tajante: “Desde que rechazamos este proyecto, murieron 70 o más mujeres por aborto clandestino. ¿Quién carga sobre sus hombros las muertes de esas mujeres después de haber tenido la oportunidad de haberles dado un aborto seguro, legal y gratuito?”. Y agregó: “No se hagan los distraídos diciendo por qué ahora. Todos sabían que fue promesa de campaña”.

Nancy González fue la próxima en contestar y fue puntual y tajante: “Desde que rechazamos este proyecto murieron 70 o más mujeres por aborto clandestino. ¿Quién carga sobre sus hombres las muertes de esas mujeres después de haber tenido la oportunidad de haberles dado un aborto seguro legal y gratuito?”

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Poco después comenzó a inclinarse la balanza con el turno de una de las primeras indecisas: Silvina García Larraburu. En 2018 había anunciado su posición a favor y luego terminó votando en contra. Con sus primeras palabras confirmó que, esta vez, cambiaría de opinión para sumarse a la marea verde. Empezó hablando de la historia de una chica llamada Mariana que cursaba un embarazo no deseado y había decidido abortar. “Siente culpa, el miedo la paraliza, en su sentir más profundo cree que puede existir un castigo divino que le impida tener hijos, no encuentra amor, comprensión, empatía. Como ella, muchas de las que estamos acá nos criamos con el parámetro del deber ser, lo que era correcto, lo que se esperaba de nosotras”. Al final se le quebró la voz. “Mi voto es por una mujer libre que pueda actuar, decidir según su propia conciencia, sin que nunca nadie más le diga lo que tienen que hacer con su cuerpo. Mi voto es afirmativo, deconstruido”.

Como en la Cámara de Diputados, las alianzas tranversales fueron claves y demostraron ser mucho más sólidas que hace dos años, cuando el grupo de las denominadas “sororas” que había empujado el proyecto en la Cámara Baja no logró replicarse con la misma fuerza para la votación del 8 de agosto. Esta vez, y con el impulso dado por el Ejecutivo, las redes se unieron de forma distinta.

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Pamela Verasay fue la primera en referirse a las presiones recibidas para votar en contra. Junto a Guadalupe Tagliaferri, Gladys González, Martín Losteau y Luis Naidenoff (presidente del interbloque de Juntos por el Cambio), fue una de las principales senadoras de la oposición que operó para impulsar la ley dentro de su bloque. Como en la Cámara de Diputados, las alianzas tranversales fueron claves y demostraron ser mucho más sólidas que hace dos años, cuando el grupo de las denominadas “sororas”, que había empujado el proyecto en la Cámara Baja no logró replicarse con la misma fuerza para la votación del 8 de agosto de 2018. Esta vez, y con el impulso dado por el Ejecutivo, las redes se unieron de forma distinta. Desde el lado del oficialismo, quienes asumieron ese rol fueron Anabel Fernández Sagasti (vicepresidenta del interbloque Frente de Todos), Nancy González, María de los Ángeles Sacnun y Matías Rodriguez.

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El aborto es ley

(Foto: Nadia Díaz) El aborto es ley


El grupo que buscó obstaculizar la ley también se organizó desde el principio, a semanas de que el Presidente, Alberto Fernández, anunciara, luego de asumir, que enviaría el proyecto. Lideraron el lobby Silvia Elías de Pérez, de la UCR de Tucumán y, a la cabeza, José Mayans, presidente de Frente de Todos en el Senado, fiel católico, conocedor de cada pasaje de la Biblia, y uno de los principales opositores al aborto legal, en contra de la voluntad de la propia fuerza política a la que pertenece. En coordinación con arzobispos provinciales, pastores y sacerdotes, ambos siguieron de cerca el poroteo y el debate en la Cámara de Diputados, tanto en 2018 como ahora, e invirtieron todos sus esfuerzos en hacer naufragar el proyecto en aquel entonces. A la alianza transversal celeste se le sumaron Mario Fiad, Esteban Bullrich, Alfredo de Ángeli, Maurice Closs, Sergio Uñac, José Luis Romero, Claudio Poggi, Roberto Basualdo, Madgalena Solari Quintan y Carlos Retuemann. Cada uno operó, ya sea desde la oposición o el oficialismo, para coordinar la obstaculización del proyecto con sus fuerzas provinciales.

Lideraron el lobby Silvia Elías de Pérez, de la UCR de Tucumán y, a la cabeza, José Mayas, presidente de Frente de Todos en el Senado, fiel católico, conocedor de cada pasaje de la Biblia, y uno de los principales opositores al aborto legal, en contra de la voluntad de la propia fuerza política a la que pertenece

Los argumentos en contra no variaron demasiado de lo que fue en la Cámara de Diputados y en las exposiciones de las jornadas informativas. Oscilaron entre Dios y la moral por encima de todas las cosas; un momento “inoportuno” justificado por la Navidad y la pandemia; la concepción de la vida; el supuesto “lobby internacional pro aborto”; citas a la Constitución, los tratados y al Papa; y especulaciones erradas sobre la saturación del sistema de salud y el genocidio. Dichos que finalmente se sintetizaron en una única y reiterada frase: “Esta ley no sirve”. “Esta ley es mala”. Todo, por supuesto, negando también la criminalización de las mujeres penadas por abortar, en especial las de sectores más vulnerables. Pero lo que esta sesión también demostró fue la consolidación de los argumentos a favor, que rebatieron las exposiciones del ala celeste y no solo contraponiéndose al plano religioso.

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“Hay una política penal selectiva que avanza en cuanto a la penalización del aborto, en especial con las mujeres pobres”, dijo María de los Ángeles Sacnun, antes de hablar del caso de Ana Acevedo, a quien en 2007 le negaron un aborto terapéutico luego de que la diagnosticaran cáncer. Un poco antes, Eugenia Catalfamo había hablado sobre el libro Somos Belén, de Ana Correa. La senadora del Frente de Todos había sido la única ausente de la sesión de 2018 por su licencia de embarazo y definió su posición a favor durante el debate, a pesar del hostigamiento que recibió en ese momento. Describió cómo le llegaban mensajes de texto para que “abortara a su bebé”. Otro que recibió presiones fue Roberto Mirabella: el Obispo lo visitó personalmente e incluso le fue pedida la abstención, como sucedió con Omar Perotti en 2018.

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El aborto es ley

(Foto: Nadia Díaz) El aborto es ley


La separación entre la Iglesia y el Estado se comprueba más necesaria que nunca: el lobby eclesiástico y político fue – y sigue siendo-  el caballito de batalla. Antonio Rodas, por ejemplo, había ofrecido al presidente de la Conferencia Episcopal el contacto con los legisladores indecisos. En la sesión mostró su pañuelo celeste a la Cámara: “La vida es un don de dios, una vida organizada en valores humanos y cristianos es lo mejor que le puede pasar a un ser humano”, dijo. María Belén Tapia también citó a la Biblia para dictar su propio presagio: “Los ojos de dios están mirando cada corazón en este lugar y ponen en frente nuestro las consecuencias para el futuro de esta nación a partir de hoy: bendición si valoramos la vida, maldición si escogemos la muerte, no lo digo yo, lo dice la Biblia por la que juré”. Mucho más temprano, casi al inicio, Inés Blas se había referido a la Iglesia como aquella que debe garantizar, junto a la familia, la Educación Sexual Integral.

La separación entre la Iglesia y el Estado se comprueba más necesaria que nunca: el lobby eclesiástico y político fue – y sigue siendo el caballito de batalla -. Antonio Rodas, por ejemplo, había ofrecido al presidente de la Conferencia Episcopal el contacto con los legisladores indecisos.

Quien dio un discurso que rebatió el costado religioso de los argumentos fue Gladys González (PRO). Criada en el catolicismo desde chica, la senadora contó cómo en 2018, embarazada de su cuarto hijo, recibió mensajes que decían que dios la iba a castigar y fue lo que de hecho pensó en un principio, cuando días después de su voto positivo perdió su embarazo. “¿Ustedes creen que es cristiano condenar a una mujer por interrumpir su embarazo? ¿No será hora de preguntarnos por qué las mujeres católicas abortan? ¿Por qué queremos imponer por ley aquello que no pudimos hacer con nuestra enseñanza religiosa a nuestros fieles? (…) El castigo y la culpa solo trae más muerte, entendí que estoy representando a todos los habitantes de CABA”, afirmó.

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Pasadas las ocho y media de la noche, Alberto Weretilneck, uno de los indecisos que habló recién al final de la sesión, ya había definido su voto positivo, reforzando las adhesiones al proyecto e inclinando el tablero hacia lo que empezó a delinearse como un triunfo. La cautela continuó, pero en las horas que siguieron, el clima de festejo contenido se hizo cada vez más palpable: alrededor de las nueve y media de la noche habló otra indefinida, Stella Maris Olalla. Su micrófono falló al empezar a hablar. “Estamos todos esperando su discurso, senadora”, le dijeron expectantes. La senadora radical por Entre Ríos comenzó hablando de salud integral, refiriéndose incluso a la Constitución, torciendo una de las principales herramientas de los opositores de la ley (…) Anticipo mi voto positivo”, cerró.

Pasadas las ocho y media de la noche, Alberto Weretilneck, uno de los indecisos que habló recién al final de la sesión, ya había definido su voto positivo, reforzando las adhesiones al proyecto e inclinando el tablero hacia lo que empezó a delinearse como un triunfo.

No pasó demasiado tiempo antes de una nueva vuelta de tuerca que permitió vislumbrar un desenlace mucho más claro. A las diez de la noche fue el turno de Lucia Crexell, que en 2018 se abstuvo como diputada. “No cambié mis creencias personales, cambié el enfoque por el cual debe ser abordado. No es feminismo vs religión. El aborto clandestino es una causa silenciosa que mata, lastima y escribe historias muy tristes. Es un tema de enorme complejidad (…) No es un debate fácil, no es cómodo. Es un debate que debe darnos una solución. Pero ¿qué falló? La estrategia punitiva fracasó. Castigó mujeres por condenarlas injustamente”. En ese momento los votos subieron a 37 positivos. La mitad más uno del Senado. No hubo vuelta atrás después del discurso de otro dubitativo, Sergio Leavy: “Esta ley no obliga a abortar. No promueve el aborto. Solo le da un marco legal y seguro. Si mi voto ayuda a que una mujer no pierda la vida, voto a favor de esta ley. Y que sea dios y la patria que me lo demanden”. En 2018 había terminado votando en contra como diputado, a pesar de que en las semanas previas se había mostrado con un pañuelo verde.



El aborto es ley

(Foto: Nadia Díaz) El aborto es ley


Quedaba solo un indeciso: Edgardo Kueider, que a pesar de haber estado anotado en la lista, se retiró. Él también había pedido la modificación de la ley que había anunciado la senadora Durango al inicio. Casi a la una de la mañana confirmó a un medio de Entre Ríos que votaría a favor. Ya para ese momento se fueron congregando cada vez más personas en los balcones del recinto, que se sumaron a funcionarios y funcionarias y a militantes históricas como Nelly Minyersky. En las calles, las expectativas también crecieron, ya habiéndose asegurado los votos necesarios que generaron una atmósfera totalmente distinta de lo que había ocurrido en 2018: la certeza de que finalmente se estaba materializando una de las metas tan deseadas después de años de lucha, de reclamos, de clandestinidad, muerte, punitivismo y sometimiento.

En las calles, las expectativas también crecieron ya habiéndose asegurado los votos necesarios que generaron una atmósfera totalmente distinta de lo que había ocurrido en 2018: la certeza de que finalmente se estaba materializando una de las metas tan deseadas después de años de lucha, de reclamos, de clandestinidad, muerte, punitivismo y sometimiento.

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“Hace dos años dije que el negocio de la clandestinidad tiene la marca del dinero y el sello de la desigualdad. Es tiempo de terminar con esa injusticia”, dijo en su discurso de cierre Luis Naidenoff. Formosa, la provincia a la que representa, es la primera en embarazos de adolescentes no deseados. Concluyó para finalizar las exposiciones a favor, Anabel Fernández Sagasti. “Lo que realmente les molesta es la libertad de las mujeres, el poder de decidir. Dicen que este problema se resuelve con educación sexual los mismos que cajonean proyectos como la Ley de Obstetricia, de ESI”, dijo la senadora por la provincia de Mendoza. Fue parte fundamental del trabajo silencioso al interior del Senado para la recolección de votos a favor y finalmente se estaban viendo los resultados. “Mañana la sociedad no va a ser la misma, el Estado no va a ser el mismo, porque ya no nos van a empujar más a la clandestinidad y, además, habremos conquistado el poder de decidir. No solo es la revolución de las hijas, sino de las madres, de las abuelas, de las tías, es una construcción transversal”.

La historia quedará grabada en la imagen del tablero del Senado que se reflejó a las 4:11 am del 30 de diciembre de 2020. Lo que se había empezado a pronosticar horas antes fue evidente: con 38 votos afirmativos, 29 en contra y 1 abstención,  la Cámara de Senadores sancionó la legalización de la interrupción voluntaria del embarazo en Argentina. «Es ley, se comunicará al Poder Ejecutivo», dijo Cristina Fernández de Kirchner para cerrar la sesión.  La marea verde logró una conquista histórica, fruto del trabajo de décadas para reparar una deuda de la democracia, para acercarnos a la libertad.


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