Entrevista a Elvio E. Gandolfo: «Ahora los géneros se han mezclado mucho»

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La reciente edición de Los libros de los géneros recargado (Blatt & Ríos, 2017) de Elvio Gandolfo vuelve a otorgarle a la crítica y al ensayo un poco de protagonismo dentro del ámbito literario. «Ha habido un derrumbe de lo literario en general, en el sentido de ventas y de presencia. Eso no tiene un carajo que ver con la incidencia real, porque no es que se va a dejar de escribir porque haya o no suplementos», señala al respecto. ¿Cómo convive el escritor, el crítico y el periodista? ¿Cómo se nutren los distintos registros entre sí?


Sobre el autor

Elvio Gandolfo 6Elvio E. Gandolfo nació en 1947. en San Rafael, Mendoza. Actualmente vive entre Buenos Aires y Montevideo. Dirigió con su padre Francisco la revista literaria El lagrimal trifurca en Rosario (1968-1976). Colaboró con Diario de poesía, El pénduloV de Vian y La mujer de mi vida. Integró el equipo coordinador de El País Cultural hasta mayo de 2014. Publicó los libros de cuentos La reina de las nieves (1982), Caminando alrededor (1986), Dos mujeres (1992), Ferrocarriles Argentinos (1994), Cuando Lidia vivía se quería morir (2000), The Book of Writers (2010) y Cada vez más cerca (2013, Premio de la Crítica, Feria del Libro); la novela Boomerang (1993) y las nouvelles Ómnibus (2006) y Real en el Rosedal (2009). En poesía El año de Stevenson. Primer trimestre (2014). Ensayos y crítica en Parece mentira (1993) y El libro de los géneros (2007), entre otros.


«No puedo escribir si no tengo el tono, y eso lleva tiempo»

Pocas firmas cuentan con tanto prestigio dentro del ámbito del periodismo y la crítica como la de Elvio Gandolfo (a quién le gusta firmar sus libros como Elvio E. Gandolfo). Lector incansable y curioso, alterna entre escritores contemporáneos y clásicos al igual que oscila su vida entre Buenos Aires y Montevideo. La reciente edición de El libro de los géneros recargado (Blatt & Ríos) otorga al periodismo especializado, así como a la crítica literaria, un lugar central que fue perdiendo en las últimas décadas.» A veces eso te viene bien, porque te dejan más tranquilo. En los 60’s había mucho más ruido», afirma.

Con un recorrido profundo y a la vez seductor por cuatro de los géneros considerados «menores» dentro de la literatura, como lo son el fantástico, la ciencia ficción, el policial y  el terror, Gandolfo se adentra dentro de los detalles y las grandes obras dentro de cada rubro. Así, Stephen King, Philip K. Dick, Haruki Murakami, entre otros, son vistos bajo la lupa del autor de libros como Cuando Lidia vivía se quería morir.


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En esa misma dirección, consultado sobre la convivencia entre el escritor y el crítico literario, Gandolfo no se avergüenza en decir que puede pasar años sin escribir y que la idea de publicar no lo atormenta. «No puedo escribir si no tengo el tono, y eso lleva tiempo. Son tiempos distintos al periodismo, donde hay fechas de entrega y formatos. Ahora, por ejemplo, terminé un libro que lo tuve seis años parado», responde sobre el tema. Leé la entrevista completa, a continuación

— Me imagino que reeditar El libro de los géneros y agregarle nuevas producciones, te permite ver como un abanico de tus trabajos. ¿Qué te produce eso?
 No me releo mucho, sobre todo en este caso que tiene que ver con los géneros literarios. También me pasó que me arrepentí de no haber metido alguna nota más, pero tenía todo bastante claro.

— ¿Cómo ves la relación entre los distintos textos más ensayísticos y los periodísticos?
 Yo vengo trabajando con distintos formatos desde hace un tiempo, como es el caso de la revista Noticias, con un espacio central y algunos recuadros. En otros, es mucho más libre la extensión. El periodismo cultural es algo que me gusta seguir haciendo porque me mantiene entrenado y me permite seguir descubriendo nuevos autores.

— ¿El formato periodístico te ayuda a estructurarte?
 Siempre trato de que la nota no hable únicamente del libro. Puede ser algo más sobre el tema, el autor o relaciones con otros escritores. En una introducción, alguien que capaz a priori no se iba a enganchar con el libro, termina más interesado. Tenés pedales distintos para moverte, yo trato de ir variando de tono.

 Lo literario es lo que más disfruto, pero tengo muchos periodos en los que no escribo nada, que pueden ser de dos o tres años. La crítica, como el periodismo, ayudan a alimentar lo literario. Además, en el periodismo se aprenden algunos formatos de eficacia que se pueden aplicar en algunos relatos: algo seco, sin dispersión, que va al grano.

— ¿Cómo convive en vos tu faceta literaria y la crítica?
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 Lo literario es lo que más disfruto, pero tengo muchos periodos en los que no escribo nada, que pueden ser de dos o tres años. La crítica, como el periodismo, ayudan a alimentar lo literario. Además, en el periodismo se aprenden algunos formatos de eficacia que se pueden aplicar en algunos relatos: algo seco, sin dispersión, que va al grano. Hay algunas notas que pueden leerse en clave literaria. Pienso por ejemplo en una nota larga sobre James Agee, que tiene una novela extraordinaria (Una muerte en la familia), fue guionista (de La reina africana, por ejemplo) y fue el crítico de cine de la revista Time durante mucho tiempo. Son cosas que se interprenetan, aunque mucho más desde el periodismo a la literatura que a la inversa. En ese caso la armé como una historia, arrancando con la muerte en un taxi, de un infarto, con menos de 50 años.


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— ¿De qué manera llevás esos periodos en los que no podés escribir literatura?
 No puedo escribir si no tengo el tono, y eso lleva tiempo. Son tiempos distintos al periodismo, donde hay fechas de entrega y formatos. Ahora, por ejemplo, terminé un libro que lo tuve seis años parado.

— ¿Qué pensás de esos escritores que pueden sacar varios libros por año?
 El colmo sería Stephen King: si hacés el conteo debe escribir unas 1000 páginas al año y a la larga le demoró el reconocimiento como escritor, pero es un grande. Es el formato de él, tiene una compulsión escritora. En otro tono, obviamente, también la tiene César Aira. Ahora hay algo del mercado editorial que recomienda no sacar más de un libro al año, pero eso es relativo, sobre todo si los libros que se publican tienen tonos diversos.

Ahora hay algo del mercado editorial que recomienda no sacar más de un libro al año, pero eso es relativo, sobre todo si los libros que se publican tienen tonos diversos.

— En El libro de los géneros recargado hacés referencia a una distinción entre lo mainstream y los géneros menores, donde la crítica suele ser más despiadada con todo aquello que alcanza cierto éxito.
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 Eso cambió en los últimos 20 años, ahora todo está más mezclado. Antes, lo atendible era lo mainstream. En Estados Unidos hay muchos escritores como Lovecraft o Poe que tardaron décadas en ser reconocidos. Además, en esos casos, también eran escritores que proponían grandes modificaciones formales en lo narrativo, no eran meros artesanos. Ahora, los géneros se han mezclado mucho, el único que me parece más convencional es el policial. La ciencia ficción ha casi desaparecido y lo que ha aumentado más es el terror, incluso acá en Argentina, como en los casos de Luciano Lamberti o Mariana Enríquez.

(Leer nota relacionada: Entrevista a Mariana Enríquez: “Los escritores más famosos del mundo son mujeres”)

— En Argentina hubo un abandono de lo fantástico para caer en un costumbrismo o realismo más notorio, y ahora en los últimos años se retomó un poco ese género. ¿Vos cómo lo ves?
El shock del 2001 pegó fuerte e incluso trajo cosas beneficiosas: había un grupo de autores más notorios que eran la literatura argentina supuestamente y tras la crisis explotó todo. Eso vino bien porque evitó la categorización excesiva, el grupo siempre te jode para calificar. Ahora hay mucho terror, y bueno, porque además no se termina de despegar de lo otro, como es el caso de La casa de los eucaliptus de Lamberti.

(Leer nota relacionada: Rey del terror: “La casa de los eucaliptus”, de Luciano Lamberti)

— En ese sentido, en Argentina se empezó a producir esos géneros con una impronta más local, sin necesidad de imitar fórmulas extranjeras, ¿no?
 Ahora podés creer que en Argentina puede pasar cualquier cosa, porque es cierto (risas). Ya no se puede seguir presentando una imagen de país sensato, equilibrado y demás cuando hay cosas que lo contradicen notoriamente.



— ¿Por qué creés que nunca se experimentó mucho con la ciencia ficción? Más si se tiene en cuenta la tradición fantástica de muchos autores.
 En los grandes autores argentinos no existe esa tradición, es algo que rastreé y se puede leer en El libro de los géneros recargados. Por ejemplo, un tipo que ha hecho buena ciencia ficción es Pedro Mairal, pero su gran éxito fue una novela costumbrista, como La uruguaya. Sin embargo, tiene dos libros increíbles como Salvatierra El gran surubí.  

(Leer nota relacionada: Entrevista a Pedro Mairal: “El lector empieza a construir un autor en la cabeza, muchas veces equivocado”)

— ¿Cómo ves el panorama literario actual?
 Argentina me gusta porque es súper diverso, no hay una corriente que domine.

— La literatura mayor, por así decirle, ¿qué podría tomar más de estos géneros menores?
 Hay muchos escritores que utilizan recursos, desafiando mecanismos formales con los géneros. Además, se ha vuelto de extrema flexibilidad el concepto de novela, donde casi cualquier cosa puede serlo.

Ahora podés creer que en Argentina puede pasar cualquier cosa, porque es cierto (risas). Ya no se puede seguir presentando una imagen de país sensato, equilibrado y demás cuando hay cosas que lo contradicen notoriamente.

— ¿Por qué creés que los autores de estos géneros suelen ser más prolíficos?
 Lo que sucede es que generan mayor fidelidad en sus lectores. Tienen sus propios fans, blogs dedicados especialmente. Es una contradicción que tiene ese género: entrás a repetir una fórmula, pero el lector siempre valora al que la rompe o al menos la varía.
 ¿Qué rol creés que tiene la crítica literaria dentro del periodismo en la actualidad?
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 Muy menor. Por ejemplo, pienso en Edgardo Scott, que es muy bueno, pero los espacios son muy menores. También está el caso de Juan José Becerra, que además de ser un narrador fuerte, es muy buen ensayista y periodista cultural. Ha habido un derrumbe de lo literario en general, en el sentido de ventas y de presencia. Eso no tiene un carajo que ver con la incidencia real, porque no es que se va a dejar de escribir porque haya o no suplementos. A veces eso te viene bien, porque te dejan más tranquilo. En los 60’s había mucho más ruido.

(Leer nota relacionada: Entrevista a Edgardo Scott: “Lo que más valoro de un artista es que sea impredecible”)

— También pensando en tu rol de escritor de poesía, ¿por qué pensás que no puede llegar a un público más amplio?
 La poesía se mueve a veces por otro canal, pero tiene un funcionamiento más dinámico gracias a las nuevas tecnologías, con el surgimiento de nuevas editoriales. Además, siempre hay festivales, lecturas.

— Por último, ¿cuáles son tus próximos proyectos?
 Estoy escribiendo un libro largo que va por la mitad, que incluye tres novelas cortas. Tiene rasgos de una ciencia ficción que se va un poco a la mierda. Pero eso lo tenés que hacer de una manera especial. También voy a armar algunos libros más con recopilaciones. Además el periodismo cultural sigue motivándome. El tic tac del reloj sigue pasando igual, hace poco tomé conciencia de que ya no me queda tanto tiempo (risas). Igual, lo que siempre me pasa es que se te dispara un avión y lo que menos imaginabas es lo que terminás escribiendo.


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