El país en manos de Mauricio Macri: que el debate político no se acabe

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La decisión nacional ya tuvo su veredicto. El nuevo presidente argentino es Mauricio Macri, liderando un partido abiertamente -y, a la vez, disimuladamente- de derecha y con el apoyo de un frente que recuerda a la vieja Alianza que asumió el poder en 1999. No obstante, la famosa voluntad popular, luego de un intenso debate político entre la primera vuelta y el balotaje, ha elegido por un cambio del que todavía no se pudo conocer exactamente de qué se trata. ¿Qué nos deja una elección que demuestra la transición más fortalecida desde la vuelta a la democracia? ¿Qué es lo que está en juego?


Todo un año cargado electoralmente terminó de definirse tan sólo por 700.000 mil votos de diferencia sobre 32 millones de votantes. El candidato del Frente para la Victoria, Daniel Scioli, fue votado por 12.198.441 personas (48,60%) y el presidente electo del frente Cambiemos, Mauricio Macri, obtuvo 12.903.301 de votos (51,40%). Estos números son los que deja una elección escrutada en un 99,17% y extremadamente convocante.

Todo un año cargado electoralmente terminó de definirse tan sólo por 700.000 mil votos de diferencia sobre 32 millones de votantes.

Ahora bien, ¿qué significan estos resultados? En una elección en la que la mayor discusión estaba situada en la diferencia de modelos de país que ambas estructuras partidarias podían proponer, el resultado no trajo mayores sorpresas: la mitad de los argentinos eligió un cambio y la otra se promulgó en defensa de lo construido en la última década. Quizás acá lo importante sea instalar en la discusión la insistencia en pensar a qué se debe esa división social que no es reciente. Si se habla de la famosa y denominada grieta que “construyó” el kirchnerismo o si corresponde a una disputa presente en la historia del país desde su constitución. Si representa a los resabios de una dictadura que todavía deja huellas en la actualidad o si se es acá donde se evidencia el choque de intereses presente en la sociedad que por más fachada que tenga la igualdad de derechos es una materia todavía pendiente.

Primeras reflexiones de una elección democrática

La indagación debería comenzar en cómo el candidato ganador resultó electo sin mencionar durante los últimos meses de su campaña de qué forma se desarrollará su política económica -cuestión fundamental de cara a un cambio de paradigma político-, además de ocultar y negar los nombres de todos los posibles ministros de economía de su gobierno. Sin ir más lejos, en el día de ayer en la conferencia de prensa que tuvo a Mauricio Macri como claro personaje principal siguió sin avanzar en la definición de nombres concretos, pero detalló que se tratará de un gabinete económico que estará conformado por distintas áreas. Esta falta de información es elocuente para pensar que situaciones se darán en este nuevo período político.

La indagación debería comenzar en cómo el candidato ganador resultó electo sin mencionar durante los últimos meses de su campaña de qué forma se desarrollará su política económica.

Otros de los rasgos sumamente importantes a cuestionar remite a lo referido a los derechos humanos y el juzgamiento de los delitos cometidos en la última dictadura cívico-militar. En este punto es un dato inquietante que uno de los diarios más importantes del país no haya esperado ni 24hs. después de la definición de las elecciones para volver a exigir, como en diversas editoriales que se sucedieron a lo largo de todo este año, el indulto a los genocidas (Leer nota: Pero los dinosaurios pueden revivir). Los responsables de este medio, además, gozan del privilegio de que los juicios a los cómplices civiles no hayan avanzado con la celeridad necesaria y fundamental para seguir promoviendo la memoria, verdad y justicia, privilegio que esperan siga prevaleciendo.

No obstante, la elección que todavía sigue rondando en los medios, redes sociales y pensamientos de los votantes no deja de tratarse de una decisión democrática que se llevó a cabo en el proceso de transición más fortalecido desde la vuelta a la democracia, por no decir de toda la historia argentina. Este dato no es menor para entender en qué contexto se suceden estos acontecimientos.

El rol que tuvieron los medios hegemónicos en todo este proceso, específicamente, desde la primera vuelta hasta el balotaje, no fue ajeno, dando un claro ganador sin ningún tipo de cuestionamiento que trate de disimular la sonrisa que les generaba que el kirchnerismo terminará su gobierno luego de 12 años. Tanto que ninguna de las encuestas que difundieron se acercó a la corta diferencia que realmente terminó sucediendo entre un candidato y otro. Es clara la tendencia que buscaban imprimir en el primer balotaje de la historia argentina.

Es la primera vez en toda la historia argentina que un partido de derecha accede al gobierno sin irrumpir mediante un golpe de estado. Acá es fundamental pensar si esto se debe a un real convencimiento de los votantes por las prácticas políticas que ejercen desde el PRO más que por sus propios dichos o si es que los asesores que se esconden detrás del macrismo logran encandilar tanto que permiten descuidar lo que realmente hay por detrás. 

La realidad, más allá de todas las reflexiones, es que es la primera vez en toda la historia argentina que un partido de derecha accede al gobierno sin irrumpirlo mediante un golpe de estado. Acá es fundamental pensar si esto se debe a un real convencimiento de los votantes por las prácticas políticas que ejercen desde el PRO más que por sus propios dichos o si es que los asesores que se esconden detrás del macrismo logran encandilar tanto que permiten descuidar lo que realmente hay por detrás y olvidar las frases que el propio Mauricio Macri viene repitiendo desde que se obsesionó con introducirse dentro del círculo de poder de la política argentina. Políticas con las que estuvo en desacuerdo en palabra y hechos hasta que la campaña necesito un giro discursivo para consagrarse, finalmente, como el nuevo presidente.

“La política al servicio de la gente”

Una de las frases más recurrentes que se escucha desde el partido electo es que “vamos a vivir mejor” y que la “política tiene que estar al servicio de lo que quiere la gente”, entre otras frases que si se analizan en profundidad carecen de sentido. ¿Es que acaso es posible abordar todo lo que quiere cada persona en un único pensamiento, sea basado en la felicidad, en vivir mejor o en las necesidades de cada individuo? Es paradójico pensar que supuestamente se defiende la pluralidad de pensamientos cuando se aglutinan todas las proyecciones de un futuro de país en una sola, en este caso, la del frente ganador.

¿Es que acaso es posible abordar todo lo que quiere cada persona en un único pensamiento? Es paradójico pensar que supuestamente se defiende la pluralidad de pensamientos cuando se aglutinan todas las proyecciones de un futuro de país en una sola, en este caso, la del frente ganador.

No se debe pasar por alto que en un país, una sociedad, o en cualquier grupo social hay intereses distintos, que se chocan y son contrapuestos, en donde cada uno asume una perspectiva del mundo y de determinadas problemáticas que no es más que una visión subjetiva que se impone sobre otra. Apuntar e ir para un mismo lado o “todos juntos”, es solo avanzar en un camino en el que se sigue una idea mientras que otras se niegan, se ocultan o se aplastan.

El discurso de “Cambiemos” y sus respectivas propuestas de “cambio” que niegan cualquier tipo de ideología puede ser tentador pero el problema es que no hay nada más ideologizado que esto. La política, aunque se niegue, siempre es confrontación. Esta visión purista de la realidad y de la gobernabilidad no hace más que ocultar la dominación que se ejerce sobre el resto. Entonces, proclamar -sin indagar de forma profunda- alegremente por la paz, amor y unión entre los argentinos no es otra cosa que proclamar el silencio frente a las injusticias sociales, la dominación y la desigualdad social.

Proclamar alegremente paz, amor y unión entre los argentinos no es otra cosa que proclamar el silencio frente a las injusticias sociales, la dominación y la desigualdad social.

Es importante luchar para que esos discursos vacíos de sentido no le ganen a la discusión política que siempre enriquece la lucha popular, la defensa por los derechos humanos y el ejercicio de la memoria, verdad y justicia. En este sentido, que el resultado de las elecciones del 2015 se haya terminado de definir no significa que el debate político deba agotarse, sino que el derecho a defender es que esta discusión se juegue todos los días en todos los ámbitos.

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Ni un paso atrás

Llegados a este punto, es importante tomar la siguiente posición: esta historia no debe repetirse ni siquiera como farsa. Argentina ya vivió un proceso en el cual el estado se retiró de la sociedad, la política y la economía, y el mercado fue quien estableció el orden y las prioridades a seguir.

Esta historia no debe repetirse ni siquiera como farsa: Argentina ya vivió un proceso en el cual el estado se retiró de la sociedad, la política y la economía, y el mercado fue quien estableció el orden y las prioridades a seguir.

El neoliberalismo es un proceso que nunca terminó de sucederse en el mundo, y el país no está exento de eso, eso es verdad, pero tampoco hay que ser necios, el estado sí volvió a formar parte del día a día con políticas públicas activas, luego sí se puede dar la discusión por su eficacia, su falta de profundización o sus fallas. Pero una cosa está clara: el Estado no puede volver a retroceder, no puede volver a achicarse. Por eso, el deber hoy es exigir que lo conquistado no se pierda, que los derechos que aún no alcanzaron a todos los sectores más vulnerables y excluidos del pueblo se cumplan, y que la lucha por la igualdad social se acreciente en cualquier gobierno que se presente.

Acá es donde debe acentuarse el grito: “Ni un paso atrás”, que perpetúe a lo largo de todo un territorio que sufrió la implementación de un modelo económico a costa de la persecución, tortura, desaparición y muerte de gran parte de una generación, que en los años ‘90 se agudizó y del que aún no puede recuperarse en su totalidad, pero que con seguridad no se desea profundizar.

En este eje, es destacable mencionar que Cecilia Pando, reconocida «activista argentina de ultraderecha conservadora” y defensora a ultranza del genocidio perpetrado por Videla a la cabeza en el denominado Proceso de Reorganización Nacional, junto con el diario de los Mitre que exige -como si aún eso fuese una posibilidad- la amnistía a los genocidas, forman parte de que aquellas personas que están conformes con el resultado electoral del pasado domingo. Estos ejemplos de los apoyos que recibe Mauricio Macri permiten poner el acento y ejemplificar las preocupaciones que encarna este nuevo ciclo político.

Acá es donde debe acentuarse el grito: “Ni un paso atrás”, que perpetúe a lo largo de todo un territorio que sufrió la implementación de un modelo económico a costa de la persecución, tortura, desaparición y muerte de gran parte de una generación, que en los años ‘90 se agudizó y del que aún no puede recuperarse en su totalidad, pero que con seguridad no se desea profundizar.

La resistencia al próximo gobierno macrista debe estar atenta para que el ansiado “diálogo” y la unión que promueve el frente Cambiemos no se convierta en sinónimo de silencio ni olvido ni reconciliación, tampoco que signifique la retirada del estado para dar paso al libre mercado.

El buenondismo del proclamado presidente que quiere “tener relaciones con todos los países” debe ser tomado seriamente. Acá tampoco deben sucederse retrocesos, sino que se deben impulsar y fortalecer los acuerdos regionales económicos, y sobre todo los políticos como la UNASUR, primando este tipo de integración antes que las relaciones carnales con el país del norte vuelvan a encaminarse. Tampoco debe dejarse pasar que Mauricio Macri insistió en estos días en promover la expulsión de Venezuela del Mercosur, tan sólo argumentando que en aquel país sucede una “falta de democracia evidente”. Sin dudas, cada uno de estos pasos deben ser analizados en profundidad antes de tolerar cualquier avance de la derecha latinoamericana.

La resistencia al próximo gobierno macrista debe estar atenta para que el ansiado “diálogo” y la unión que promueve el frente Cambiemos no se convierta en sinónimo de silencio ni olvido ni reconciliación, tampoco que signifique la retirada del estado para dar paso al libre mercado. La discusión política debe estar a la orden del día, porque la lucha debe estar más presente que nunca.

Fotos: Telam

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