Grandes Personalidades Femeninas de Argentina y América Latina: Victoria Ocampo

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La escritora y ensayista Victoria Ocampo nació el 7 de abril de 1890. Sus padres fueron el ingeniero Manuel Ocampo y Ramona Aguirre de Ocampo. Formaba parte de una familia de la elite porteña y fue educada por institutrices francesas e inglesas. Desde pequeña se inclinó por la lectura y la rebeldía: en un momento en el que las mujeres hacían los quehaceres domésticos, Victoria quería ser actriz, manejaba un auto, se bañaba en las playas de Mar del Plata, fumaba y se declaraba atea. 


A los seis años realizó su primer viaje a Francia.  El 8 de Noviembre de 1912, Victoria se casó con el profesor Luis Bernardo Mónaco de Estrada. De viaje de bodas fueron a Europa, pero pocas semanas después ella comprendió que no amaba a Estrada, sino que la irritaba por ser un hombre convencional.  Su relación se echó a perder, las peleas fueron cada vez más violentas, y todavía estando casada, se enamoró de Julián Martínez Estrada, primo de su marido, quién, tiempo después, se enamoró de ella. Cuando regresaron a Buenos Aires, ella y Mónaco ya no dormían juntos y ni se hablaban. En 1920 se fue a vivir sola. Desde su separación, nunca volvió a estar casada ni se comprometió del todo con Julián, y mantuvo otras relaciones. En el marco del 30° Encuentro Nacional de Mujeres en Mar del Plata, homenajeamos a Victoria Ocampo en la #3 edición de «Grandes Personalidades Femeninas de Argentina y América Latina».

Su trayectoria

A medida que fue creciendo, Victoria Ocampo se relacionó con grandes personalidades del mundo intelectual, tanto nacionales como internacionales. El contacto con estas personalidades y un auténtico deseo de transgredir los órdenes la llevaron a buscar una manera de hacer visible sus ideas: fundó la revista Sur en 1931 y la Editorial Sur en 1933, ayudada por José Ortega y Gasset, Waldo Frank y Eduardo Mallea, donde encontró satisfecho su deseo. A través de estos espacios promovió a los escritores argentinos y extranjeros. En 1936 fundó, junto a María Rosa Oliver y Susana Larguía, la Unión de Mujeres Argentinas, pero luego la dejó por sus acercamientos a la política. El antiperonismo de Victoria la llevó a la cárcel en 1953, acusada de guardar en su casa marplatense armas para los enemigos del régimen. Tenía 63 años. La enviaron al Buen Pastor, un instituto para prostitutas. Sale cuando terminan los años del peronismo. Fue la primera mujer del país que ingresó en la Academia Argentina de Letras en 1977. La escritora encontraría la muerte dos años después, el 27 de enero de 1979, a los 88 años de edad después de haber sido diagnosticada con cáncer bucal.

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La Revista Sur: los fantasmas de sus ancestros

En la década de 1920, la industria cultural ya se encontraba consolidada en nuestro país y habían aparecido los grandes periódicos comerciales que buscaban captar el mayor número de lectores posibles. Por entonces, muchos de los escritores que se insertaban en la vida periodística vivieron lo que el Jorge B. Rivera denominó como la crisis de las ilusiones perdidas. Estos escritores se identificaban con cierta concepción elitista de modelos clásicos, que a su vez choca con las exigencias reales de los nuevos medios de comunicación, de un nuevo público que los consumía y de la creciente industria y vulgarización del lenguaje, entre otras cosas.

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Interesa el caso particular del Grupo Florida, un grupo de vanguardia elitista que surge en el país entre los años 1920 y 1930 y que creía que el rol del artista era el de crear una nueva sensibilidad. Entre sus protagonistas se encontraba Jorge Luis Borges y Oliverio Girondo (que más tarde escribió el manifiesto de la revista en el que se proponían romper con todas las reglas y esquemas artísticos hasta entonces vigentes). El Grupo Florida creó la revista Martín Fierro y su punto de confluencia era la esquina de las calles Florida y Tucumán, por eso llevan ese nombre. La revista Martín Fierro puede ser considerada un ancestro de la Revista Sur, ya que muchos de los que participaron en ésta fueron luego parte del “Consejo de Redacción” de la revista fundada por Victoria Ocampo.

Al calor de las vanguardias de los años ‘20 – aunque con menor voluntad de ruptura que sus antecesores- surgiría la Revista Sur (1931-1992), fundada por Victoria Ocampo (1890-1979). El primer número de la revista apareció en el verano de 1930-1931, y los colaboradores de esa primera etapa aparecieron divididos en un “Consejo extranjero” (formado por Ernest Ansermet, Drieu La Rochelle, Leo Ferrero, Waldo Frank, Pedro Henríquez Ureña, Alfonso Reyes, Jules Superville  y José Ortega y Gasset)  y un “Consejo de Redacción” (conformado por Jorge Luis Borges, Eduardo J. Bullrich, Oliverio Girondo –que renunciaría al poco tiempo-, Alfredo González Garaño, Eduardo Mallea, María Rosa Oliver y Guillermo De Torre). A lo largo de los años de la revista, sin embargo, estos comités fueron mutando y se incorporaron nuevas figuras como las de Adolfo Bioy Casares y Ernesto Sábato. Al igual que su ancestro, esta revista buscaría dos objetivos principales: uno pedagógico, ya que ofreciendo buena literatura se quería enseñar al lector “cómo leer” a través de las grandes obras literarias de todo el mundo; y por otro lado, quiso construir un puente cultural entre Latinoamérica y Europa, y entre “las dos Américas”, como lo decían por entonces. Al ser publicada en Europa y Latinoamérica, Sur buscaba promocionar la literatura argentina (y latinoamericana, por extensión) mal conocida en Europa, y atraer a aquellos personajes que tanto interesaban a su fundadora, como el de Virginia Woolf que luego llegaría a ser su gran amiga.

Hacia mediados de la década del ’50, la revista empezó a recibir fuertes críticas de otras publicaciones literarias y, especialmente, del grupo Contorno. La revista siempre había sido considerada de derecha y crítica del peronismo, aunque algunos de sus miembros pertenecían al Partido Comunista, y la política había librado discusiones internas entre los redactores de la revista. En 1961, José Bianco renuncia a la Jefatura de Redacción luego de una disputa irresoluta con Victoria Ocampo sobre la Revolución Cubana de 1959. Más tarde Bianco diría que Sur apolítica y ampliamente abierta. Claudia Gilman menciona que por ese momento los intelectuales se dieron cuenta de que “los productos artísticos del continente, por su circulación errática y restringida, no alcanzaron a  constituir una verdadera literatura latinoamericana”.

La revista Sur quería expandir las fronteras latinoamericanas hacia el resto del mundo occidental. Muchos criticaban su política universalista que contrarrestaba las tendencias nacionales e identitarias del país, dirigida hacia una “elite intelectual del buen gusto”,  crítica que Ocampo intentó refutar durante toda su vida y que a Beatriz Sarlo le parece injustificada porque “cualquier traducción democratiza”.

Revista Sur en los ‘70: perspectiva queer de canon europeo

Los números 326, 327 y 328 de la revista Sur, editados entre septiembre de 1970 y junio de 1971, fueron publicados en un solo número al que se llamó “La Mujer”. La revista se propuso ser un “puente cultural” que uniera a los continentes a través de la literatura y la palabra escrita, arma que a su vez utilizaría su fundadora para sentar las bases de una nueva opinión sobre el lugar de la mujer en la sociedad argentina de los años ‘70, a pocos años de la última dictadura militar, y también en el mundo, puesto que dicho número cuenta con la colaboración de grandes autores y artistas de variados países, todos entrevistados y pedidos a hablar sobre temas relacionados a la condición de la mujer en el mundo.

No se puede dejar de resaltar la mirada “elitista y universalista” de la revista, pero a pesar de ello, ésta fue un pilar fundamental para la literatura argentina y latinoamericana, para su expansión por el resto del mundo occidental, y para las luchas feministas y el debate sobre el aborto que era (y sigue siendo) ilegal en un contexto en el que todavía no se encontraban opiniones fuertes al respecto y que, por otro lado, intentaba imponer en el imaginario social el modelo de familia tipo patriarcal que separaba el lugar de la mujer, dentro del hogar, del lugar del hombre, en el trabajo. A pesar declararse “apolítica”, entonces, al abordar temas como la lucha por los derechos de la mujer en la sociedad argentina, sin proponérselo, la revista entró en las tibias aguas de la política y fue una pionera en las luchas feministas y en hablar a favor del aborto en nuestro país.

Judith Butler, exponente de la teoría queer norteamericana, propone que el “sexo” entendido como la base material o natural del género, como un concepto sociológico o cultural, es el efecto de una concepción que se da dentro de un sistema social ya marcado por la normativa del género. En otras palabras, que la idea del “sexo” como algo natural se ha configurado dentro de la lógica del binarismo del género, y para ella es “imposible separar el <<género>> de las intersecciones políticas y culturales en las que constantemente se produce y se mantiene”. Victoria Ocampo ve la necesidad de contar con nuevas categorías de representación donde esas clasificaciones le comenzaban a parecer “arcaicas” (mucho antes que al resto de la sociedad, quizás por su fuerte arraigamiento). En la década del ‘70, cuando aparece el compendio La Mujer, Argentina formaba parte de la fiebre revolucionaria que vivía América Latina y que terminaría en las peores de las dictaduras militares a través de un plan sistemático extranjero, el famoso “Plan Cóndor”, que instauraría los cánones que la sociedad debería adoptar para sobrevivir: una fuerte concepción hacia la familia tipo patriarcal, siendo el hogar el lugar de la mujer y el trabajo el lugar  del hombre como proveedor de la familia.

Revista Sur

Aunque la revista no fuera política, construyó un perfil político sin proponérselo y Victoria Ocampo se convirtió en una activista intelectual del feminismo, pionera en la opinión a favor del aborto en el país. Fue vocera, sin proponérselo pero, paradójicamente, queriendo serlo, de una transformación social centrada en el lugar de la mujer en la sociedad. En las páginas finales de la revista, Victoria escribía que “la Nueva Mujer” –en mayúsculas usadas por ella- “es más adulta, más libre, dueña de un ideal propio y específico del desarrollo humano”. En ese contexto de represión, la revista publica éste número y pretende profundizar el papel de las mujeres en el mundo. Este número es un hito fundamental en la llamada lucha por la emancipación de la mujer, sobre todo porque introduce un debate que aún hoy se encuentra inacabado y que origina las más diversas opiniones: en ese contexto de plena revolución, de instalación a la fuerza del imaginario de la familia tipo y patriarcal, la Revista Sur hablaría sobre el aborto sembrando las bases de lo que sería el futuro debate (que ya existía antes, pero muchas mujeres no se animaban a nombrar en voz alta).

Recordemos que por entonces, el artículo 53 del Código Civil de 1971 todavía rezaba: “La mujer está obligada a habitar con su marido donde quiera que éste fije su residencia (…)”. En el segundo apartado de la revista, titulado “La trastienda de la historia” y escrito por Victoria Ocampo, la autora comentaba: “en cuanto al control de la natalidad y el aborto, la cosa no es menos clara. Afirmo que algo que concierne vitalmente a la mujer, su cuerpo, ha de depender principalmente de ella, la protagonista (…) En todos los casos, quien ha de tener la primacía en esta cuestión es la mujer (ella es quien paga el tributo). Después de la mujer, la pareja. Después la ciencia médica y la Iglesia, para aquellas que rigen su conducta de acuerdo con dogmas religiosos”.

La revista reunió a un número notable de escritores queer o simplemente concientes de que era momento de cambio del rol de la mujer, desde José Bianco hasta Alejandra Pizarnik, y fue un gran aporte para la historia intelectual del feminismo en Argentina.

En este número, Pizarnik escribía desde su tinte poético: “Cada uno es dueño de su propio cuerpo, cada uno lo controla como quiere y como puede. Es el demonio de las bajas prohibiciones quien, amparándose en mentiras morales, ha puesto en manos gubernamentales o eclesiásticas las leyes que rigen el aborto. Esas leyes son inmorales, dueñas de una crueldad inaudita”.

Si bien muchos apuntan a que la revista privilegiaba el “canon europeo de lo queer”, que en cierta medida lo hizo teniendo gran relación con las históricas campañas feministas llevadas a cabo bajo el lema “Yo aborté” por esos años en Estados Unidos y algunos países de Europa, como Inglaterra, Bélgica e Italia, no es menor la responsabilidad que requirió la publicación en un momento en el que se sentaban las bases de la dictadura en nuestro país. Si bien este número no tenía la intención precisa de defender públicamente el derecho al aborto legal o demandar su despenalización, se trató de sentar una opinión al respecto en un momento en el que el tema era tratado con esplendor en ámbitos internacionales y todavía muy mal visto dentro de las fronteras argentinas.

HOMENAJEEMOS A VICTORIA OCAMPO 

Hay que tener en cuenta que la revista no era un proyecto feminista, por más de que tuvo grandes aportes al movimiento feminista, y que su concepción elitista del “buen gusto” incidió en la prohibición de términos que pudieran considerarse “vulgares” por sus miembros, pero abrió una visibilidad y reflexión que no abundaba en la Argentina por esos años. En la década de 1970,  Victoria Ocampo ratificó su compromiso con el feminismo desde su lugar de escritora, y alejada de la militancia de las nuevas organizaciones. La revista Sur empezó como un proyecto pero tomó más solidez a medida que pasaba el tiempo y sus ediciones permanecieron en viga alrededor de cuarenta años, atravesando períodos de mayor actividad que otros.

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Mucha de la literatura argentina llegó a los ojos europeos gracias a la circulación de la revista y el contacto de Victoria Ocampo con una gran cantidad de artistas dispersos por el mundo. Sin proponérselo, el número dedicado a la mujer por la revista Sur instauró una nueva perspectiva sobre el lugar de la mujer en la sociedad argentina. Muchos de los temas tratados en éste número ya estaban en vigencia en los países europeos y los Estados Unidos, pero seguían reprimidos en el calor de las dictaduras latinoamericanas. Posicionarse desde esa perspectiva requería, por entonces, un gran valor y responsabilidad política más allá de que la revista se considerada al margen de ésta, y por lo tanto debe rescatarse la importancia de éste número y sus particularidades en la lucha por el feminismo en Argentina, y a Victoria Ocampo como una de las primeras intelectuales en abordar el tema del aborto. Sin duda, la escritora pasó a formar parte del espectro de intelectuales del país al ser la vocera de todas las mujeres acalladas por la represión y una cultura que las oprimía, difundiendo a través de la palabra escrita en una revista que conservaba los rasgos más elitistas de la generación de los años ‘20, el deseo de generar una verdadera transformación social respecto a los derechos de la mujer.

Fecha: 16/1/1966
Duración: 3 minutos 15 segundos
Código del film: B-08912

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