El conflicto del Grupo 23: otra variable del ajuste económico y cultural

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Hace casi tres meses que los 800 trabajadores del conglomerado mediático conocido como Grupo 23 no cobran sueldos adeudados y sufren un estado de incertidumbre por sus fuentes de trabajo que está lejos de disiparse. Los principales accionarios, Matías Garfunkel y Sergio Szpolski no dan respuestas concretas y el Ministerio de Trabajo no ha frenado el ataque patronal que continúa con maniobras de vaciamiento que, de concretarse, provocarían un impacto en el conjunto del gremio de los trabajadores de prensa.


Durante el día de ayer, el Parque Centenario fue el escenario de un festival para continuar con un reclamo que ya comenzó hace tiempo y que aún no encontró solución. Algo similar ocurrió hace unos días, con la olla popular organizada en la puerta de Radio América para juntar donaciones para trabajadores que, sin sus salarios, no pueden siquiera cargar la tarjeta SUBE.

En las últimas semanas, se han organizado más manifestaciones del gremio de la prensa de las que se han producido en años y, como es habitual, pocas han tenido una cobertura en los medios tradicionales que les atribuyera la importancia y gravedad que tiene la desocupación de cientos de personas que sostienen la producción informativa.

En las últimas semanas, se han organizado más manifestaciones del gremio de la prensa de las que se han producido en años y, como es habitual, pocas han tenido una cobertura en los medios tradicionales que les atribuyera la importancia que tiene la desocupación de cientos de personas que sostienen la producción informativa.

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Fuente: notas.org.ar

La historia de un conflicto anunciado

El Grupo 23 es un conglomerado multimediático liderado por Sergio Szpolski y Matías Garfunkel, integrantes de un directorio en donde también participa Darío Richarte. A fines del 2015 y a partir de la asunción de Mauricio Macri, la empresa dejó de pagarles los salarios a sus trabajadores argumentando una crisis financiera, a pesar de la cuantiosa suma de dinero que facturó en pauta oficial. A los 814 millones de pesos recibidos desde 2009 hasta 2015, se suma la pauta de los gobiernos provinciales, de la Ciudad de Buenos Aires y la privada. Con el cambio de gobierno, los empresarios parecerían encontrar más cómoda la reinversión en otras actividades productivas, dejando a la deriva a cientos de periodistas y prefiriendo el silencio antes que responder en tiempo y forma a los reclamos.

La mayoría de los trabajadores del grupo aún no cobran los sueldos de noviembre, diciembre y los aguinaldos. A su vez, la empresa adeuda el pago de colaboraciones desde hace más de seis meses y el pago de comisiones a los vendedores de publicidad. La situación se produce, además, en un contexto de vaciamiento: se han realizado ajustes que impiden el normal funcionamiento de las tareas cotidianas, como la eliminación de la movilidad para la realización de coberturas, la cancelación de teléfonos celulares y la falta de insumos básicos como computadoras o tóner para las impresoras.

La situación se produce además en un contexto de vaciamiento: se han realizado ajustes que impiden el normal funcionamiento de las tareas cotidianas, como la eliminación de la movilidad para la realización de coberturas, la cancelación de teléfonos celulares y la falta de insumos básicos como computadoras o tóner para las impresoras.

Al día de la fecha, las radios Rock y Pop y Splendid y el canal CN23 fueron los únicos medios del grupo que recibieron, con atraso, el salario correspondiente al mes de diciembre, a través de un plan de pagos fuera de los plazos establecidos por la ley. Por otro lado, los zonales que El Argentino edita en el interior del país en Mar del Plata, Rosario, Córdoba y Zona Sur se han dejado de imprimir hace varias semanas sin explicación alguna y sus trabajadores fueron informados oralmente de un próximo e inminente despido. La continuidad de las revistas Cielos Argentinos y Siete Días, en la que ya ni siquiera queda conducción periodística desde que Federico Águila se trasladó a CN23, también ha sido puesta en duda.

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Fuente: laizquierdadiario.com

Tiempo Argentino y Radio América, por su parte, fueron vendidos la semana pasada al Grupo M Deluxe, perteneciente a Mariano Martinez Rojas, un empresario dedicado a la industria del entretenimiento que se define como un “tipo lobbista” que busca reestructurar “un negocio con un problema”. “Yo compré, te lo digo en criollo, algo barato que lo puedo arreglar, pintar y que funcione”, declaró Martinez Rojas en una entrevista a la revista Noticias. El empresario aclaró, además, en referencia a la línea editorial y también en desmedro del trabajo de los periodistas que sostienen el diario, que una vez al frente del multimedio buscará “una realidad, no agarrar el diario y leer una mentira”. Así, se repite nuevamente una vieja mentira: la realidad es una sola.

Como ha sucedido en numerosas ocasiones, los periodistas han quedado una vez más encerrados entre los negocios empresarios, los pactos políticos y las pautas oficiales, encasillados por un sector de la ciudadanía gracias a la demonización de una línea editorial y llegando a quedar, en muchos casos, invisibilizados por la indiferencia.

Los trabajadores del Grupo 23 luchan para evitar caer en la misma situación que se ha estado produciendo en los últimos meses con cientos de empleados en distintos ámbitos públicos: ser variable de ajuste. Como ha sucedido en numerosas ocasiones, los periodistas han quedado una vez más encerrados entre los negocios empresarios, los pactos políticos y las pautas oficiales, encasillados por un sector de la ciudadanía gracias a la demonización de una línea editorial y llegando a quedar, en muchos casos, invisibilizados por la indiferencia.

En este contexto, los trabajadores del multimedio se encuentran rebotando aleatoriamente entre sucesivas «reestructuraciones» y pagando por las supuestas crisis patronales, como si tuvieran participación alguna en el ingreso del sector empresario durante todos estos años de bonanza. El cierre del Grupo 23 no solo implicaría una crisis laboral dentro del gremio periodístico, sino la pérdida de una línea editorial que generaría como consecuencia mayor homogeneidad al interior del sistema mediático.

Foto de portada: ctanacional.org

 

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