Emergencia Cultural: el arte como un derecho que no se ajusta

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El pasado sábado 21 de mayo, teatros independientes, centros culturales, clubes de música, peñas y milongas de la Ciudad de Buenos Aires apagaron sus luces durante un minuto como primera acción de la campaña “Emergencia Cultural”. La propuesta fue lanzada con el objetivo de visibilizar la situación que estos espacios atraviesan a partir de los incrementos tarifarios aplicados por el Gobierno Nacional a servicios básicos como la luz, agua y gas, que no han tenido contemplación alguna de la realidad económica de los establecimientos y del público que asiste a los mismos.


El aumento desmedido de las tarifas de luz, agua y gas aplicado sin ningún tipo de escala progresiva puso en riesgo la continuidad de múltiples establecimientos ante la imposibilidad de hacer frente a los nuevos costos de los servicios. Frente a esta alarmante situación, Cultura Unida, un colectivo que nuclea a quince asociaciones culturales, declaró una campaña de Emergencia Cultural que implicó, como primera medida, que numerosos espacios apagaran sus luces durante un minuto en la noche del pasado sábado 21 de mayo.

El aumento desmedido de las tarifas de luz, agua y gas aplicado sin ningún tipo de escala progresiva puso en riesgo la continuidad de múltiples establecimientos ante la imposibilidad de hacer frente a los nuevos costos de los servicios.

“La Ciudad de Buenos Aires, como nuestro representante, tiene que poner a disposición un fondo de emergencia para ayudarnos a pagar la luz y el agua, por lo menos durante estos meses, hasta que las tarifas definitivas se establezcan o se negocien”, declaró en ese sentido a Radio La Tribu Claudio Gorenman, representante del Movimiento de Espacios Culturales (MECA). El fondo se suma, además, al reclamo de una tarifa diferenciada en todo el país que se adapte a la realidad de estos ámbitos artísticos independientes para evitar el cierre de sus puertas.


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Foto: Emergente


De acuerdo a lo manifestado por representantes del Teatro La Carpintería, sede elegida para lanzar la campaña el pasado viernes 20, establecimientos que pagaban $1800 de luz recibieron facturas por $8000 y algo similar sucedió con el agua, donde las tarifas pasaron en algunos lugares de $1000 a $6000. Además, es necesario tener en cuenta que los espacios culturales tienen un consumo elevado de electricidad que requiere la puesta en escena de los eventos que organizan. Si bien el Gobierno anunció una partida de 50 mil pesos adicionales otorgados por el Instituto Proteatro a las salas independientes, el monto no sólo excluye a otros actores integrantes de Cultura Unida, sino que, según representantes del sector, no alcanzaría para satisfacer las necesidades de todos.

El circuito artístico independiente de la Ciudad de Buenos Aires ha sufrido en los últimos años una política de persecución y clausuras arbitrarias que siguen existiendo al día de hoy, a pesar de haberse sancionado en diciembre de 2014 la Ley de Centros Culturales que le otorgó a estos ámbitos una normativa adecuada para respaldar un modelo de gestión cultural hasta ese momento no contemplado, pero ampliamente difundido.

Esta no es la primera ocasión en que los gestores de espacios y trabajadores de la cultura ven peligrar sus fuentes de empleo. El circuito artístico independiente de la Ciudad de Buenos Aires ha sufrido en los últimos años una política de persecución y clausuras arbitrarias que siguen existiendo al día de hoy, a pesar de haberse sancionado en diciembre de 2014 la Ley de Centros Culturales que le otorgó a estos ámbitos una normativa adecuada para respaldar un modelo de gestión cultural hasta ese momento no contemplado, pero ampliamente difundido.

La cultura es un derecho, un trabajo, una actividad que forma parte de la identidad y que, como tal, debe defenderse para incentivar y dar lugar también a las voces existentes por fuera de los eventos masivos y grandes circuitos de producción.

La campaña de emergencia es mucho más que un reclamo de políticas públicas que protejan la continuidad de espacios cooperativos y comunitarios. Es también un llamado que impulse a comprender que la cultura es un derecho, un trabajo, una actividad que forma parte de la identidad y que, como tal, debe defenderse para incentivar y dar lugar también a las voces existentes por fuera de los eventos masivos y grandes circuitos de producción.


Foto de portada: Emergente

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