24 de marzo: 40 años de lucha

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A 40 años del golpe cívico-militar más aberrante de la historia argentina, el 24 de marzo se resignifica como Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia. Esta fecha más que otra recuerda el odio y la muerte de un sector de la sociedad a otro. El terrorismo de Estado que se implantó con la excusa de defender una República, el verdadero fin a partir del cual se desprendió semejante exterminio social y la lucha de los organismos de derechos humanos por el nunca más, despliegan la necesidad de esta pregunta: ¿40 años de qué?

«Han restaurado ustedes la corriente de ideas e intereses de minorías derrotadas que traban el desarrollo de las fuerzas productivtas, explotan al pueblo y disgregan la Nación. Una política semejante sólo puede imponerse transitoriamente prohibiendo los partidos, interviniendo los sindicatos, amordazando la prensa e implantando el terror más profundo que ha conocido la sociedad argentina.»
Carta abierta a la junta militar – Rodolfo Walsh

24/03/1977


Terrorismo de Estado: exterminio sistemático y clandestino

La Junta Militar que asumió el gobierno de facto en marzo de 1976 se declaró en lucha contra la subversión, contra el denominado “enemigo interno” del comunismo, argumentando que éste era el mal de la República. Una República basada en los lineamientos de una Constitución que fue abolida al iniciar el golpe, tal y como sucedió en los cinco anteriores de la historia argentina.

En esta línea, el autoproclamado “Proceso de Reorganización Nacional” se dedicó, más que nada en los primeros años del golpe, al exterminio sistemático de manera clandestina de los integrantes de grupos guerrilleros, tales como el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) y Montoneros, entre otros, además de suprimir cualquier tipo de actividad política y/o partidaria. De esta forma, la militancia estaba prohibida y sus militantes eran perseguidos, secuestrados, torturados, muertos y/o desaparecidos. De la mano de esto, también eran secuestrados estudiantes, obreros, empleados, profesionales, amas de casa, periodistas, docentes, artistas, entre muchos otros. Todas estas vidas fueron juzgadas por la bota militar a su antojo.

Desaparecidos. Sin dudas, este es el eje que marca la discusión respecto de la última dictadura cívico-militar. No es necesario indagar en los números, no porque los mismos no puedan cuestionarse sino porque el horror fue claro. La mayoría de las víctimas y/o familiares aún -sí, a 40 años- no se acercaron a declarar y es mucho lo que queda por descubrir de este proceso. Entonces, frente a esta situación, muchas discusiones sobre los detalles buscan imponer la visión de lo que un sector de la sociedad aún cree como una guerra. Esa teoría de los dos demonios, repudiada por algunos pero reivindicada por otros, a la vez, empieza a tejerse de nuevo a partir de medios de comunicación que la apoyan e impulsan, de reuniones con sectores que manifiestan esa visión y del otorgamiento de ciertos beneficios que empiezan a circular para los genocidas sentenciados como culpables.


Delia Cecilia Giovanola - Abuela de Plaza de Mayo en los 80

Delia Cecilia Giovanola – Abuela de Plaza de Mayo en los 80 – Foto: Archivo Hasenberg-Quaretti


De todas formas, es necesario poner sobre la mesa la discusión de la guerrilla y la lucha armada, pero no contraponerla a la nefasta teoría de los demonios, a la idea de que las Fuerzas Armadas respondieron “con un terrorismo infinitamente peor que el combatido”, tal como expresa el prólogo de Ernesto Sábato en el Nunca Más en 1984. Es imposible la comparación frente a un plan sistemático de genocidio operado entre el poder local y el poder exterior –como lo fue la operación internacional para contribuir con la represión en los países del Cono Sur, denominada “Operación Cóndor”. Ese terrorismo de Estado fue organizado, planeado y llevado a cabo con el fin de imponer un plan económico de acumulación en pocas manos. Y nada es igual a eso.

“A pesar de todo, no nos han vencido”, dice un canto popular. La desaparición de gran parte de una generación y la apropiación de identidades a partir del robo de bebés, entre otros ejemplos, existen en la pasado y presente de la historia argentina como una causa imposible de dejar en el olvido, por más de que haya campañas que aboguen por ese borramiento de la memoria.

«Las 3 A son hoy las 3 Armas, y la Junta que ustedes presiden no es el fiel de la balanza entre “violencias de distintos signos” ni el árbitro justo entre “dos terrorismos”, sino la fuente misma del terror que ha perdido el rumbo y sólo puede balbucear el discurso de la muerte.»

Carta abierta a la junta militar – Rodolfo Walsh

24/03/1977


Los comienzos del modelo neoliberal: cambios y permanencias de un plan económico

Esta es la disputa: el plan económico que se quiso imponer. Es fundamental que la discusión llegue a este punto para comprender la crudeza de la violencia, específicamente, frente a personas que tenían ideales totalmente contrarios. Sin embargo, su imposición y el adoctrinamiento a través del miedo causó grandes efectos en la sociedad.

Con José Alfredo Martínez de Hoz a la cabeza, el gobierno de facto abogó por achicar el Estado para dar paso al libre mercado, al endeudamiento y a la especulación. Las políticas económicas de este gobierno buscaron una reprimarización de la economía, es decir, volver al campo y a esa visión añorada del supuesto “ser nacional” por cierto sector minoritario de la sociedad: ser “el granero del mundo”, en el que la distribución de los ingresos se manejaba en pocas manos. Esto comenzó un proceso de desindustrialización, luego de varias décadas de fomento a la (mediana) industria, que se profundizó en los gobiernos de Carlos Menem con el cierre definitivo de muchas fábricas. Este tipo acumulación, mediante el modelo neoliberal, generó pobreza, exclusión y miseria en los sectores populares, mientras que los sectores más poderosos se enriquecían formidablemente.

Los resultados de este plan se experimentaron desde la dictadura y persisten en la actualidad, con profundizaciones o retrocesos según los gobiernos, pero siempre acrecentando la desigualdad entre ricos y pobres. En este sentido, se puede decir que el fin y la implementación de este modelo neoliberal fue un hecho certero que se mantiene por más justicia que haya contra los represores.

«Estos hechos, que sacuden la conciencia del mundo civilizado, no son sin embargo los que mayores sufrimientos han traído al pueblo argentino ni las peores violaciones de los derechos humanos en que ustedes incurren. En la política económica de ese gobierno debe buscarse no sólo la explicación de sus crímenes sino una atrocidad mayor que castiga a millones de seres humanos con la miseria planificada.»

Carta abierta a la junta militar – Rodolfo Walsh

24/03/1977


Resistencias: organismos de derechos humanos

Este 24 de marzo también permite recordar los 40 años de lucha de diversos organismos de derechos humanos como el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), Servicios de Paz y Justicia (SERPAJ), la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH), Familiares y Detenidos por Razones Políticas, Madres de Plaza de Mayo (luego separadas en Asociación y Línea Fundadora), Abuelas de Plaza de Mayo, entre otras organizaciones y agrupaciones que se fueron multiplicando por todo el territorio argentino. Su lucha persistente logró justicia, verdad y memoria.


16 de Diciembre de 1982 - Marcha del Pueblo por la Democracia y la Reconstrucción Nacional.

16 de Diciembre de 1982 – Marcha del Pueblo por la Democracia y la Reconstrucción Nacional. Hebe de Bonafini, Nora Cortiñas junto a otras Madres de Plaza de Mayo. – Foto: Archivo Hasenberg-Quaretti


Aquellas personas con dolor y desesperación frente a la pérdida de sus familiares, buscaron colaboración y ayuda, comenzaron a juntarse y organizarse, sin saber mucho qué hacer al principio, y ante la represión feroz a sus familias, compañeros y organizaciones. Esta persistencia ante cualquier negativa y en una lucha inclaudicable por la verdad, dio lugar a que el juzgamiento a los genocidas por los crímenes de lesa humanidad, con el amparo de instituciones democráticas, sea una realidad y un ejemplo en todo el mundo.

A pesar del dolor, su lucha se hizo cada vez más convincente y fue adoptada por gran parte de la sociedad. Sus reclamos de memoria y justicia fueron creciendo hasta que en la actualidad el accionar de la última dictadura cívico-militar es condenado por amplios sectores de la sociedad. Pero, lamentablemente, el plan económico no tiene la condena suficiente.

«Aún cabría pedir a los señores Comandantes en Jefe de las 3 Armas que meditaran sobre el abismo al que conducen al país tras la ilusión de ganar una guerra que, aún si mataran al último guerrillero, no haría más que empezar bajo nuevas formas, porque las causas que hace más de veinte años mueven la resistencia del pueblo argentino no estarán desaparecidas sino agravadas por el recuerdo del estrago causado y la revelación de las atrocidades cometidas.»

Carta abierta a la junta militar – Rodolfo Walsh

24/03/1977


El Nunca Más: lucha necesaria

En estos tiempos, el replanteamiento del nunca más es más que necesario. Frente a pedidos, encubiertos o no, de reconciliación a los genocidas y a represores que ni siquiera piden perdón por lo cometido, la memoria se hace más fundamental que nunca. Es importante recordar para repudiar, tener memoria para no repetir y no olvidar lo cometido en el pasado, frente a un presente que aparenta recomenzar una nueva etapa en la profundización de este modelo económico.

Frente a recientes declaraciones de apertura de archivos y desclasificación de documentos para descubrir complicidades y verdades ocultas tanto del gobierno de Estados Unidos como del Vaticano, hay que estar atentos para que ese vuelco de transparencia no esconda violaciones por detrás. Este tipo de promesas ya fueron hechas con anterioridad, pero no se llevaron adelante y aún queda mucho por recuperar de lo vivido por el pueblo argentino.

Las deudas pendientes de la lucha por la memoria, verdad y justicia engloban la notoria falta de información sobre el destino de la mayoría de los desaparecidos. Esta ausencia de cuerpos implica una continuidad del pacto de silencio entre los represores y la información que ellos tienen es fundamental para llegar a la verdad.  Además, hay personas que fueron apropiadas y cooptadas de su libertad cuando eran bebés y a quienes aún no se los ha encontrado. Tampoco fueron esclarecidas las responsabilidades civiles con la dictadura de empresarios, eclesiásticos y el poder judicial, y los juicios que las analizan no avanzan con la celeridad necesaria para que las investigaciones no se entorpezcan.

Este es el camino a seguir de una lucha que comenzó hace 40 años por los organismos de derechos humanos, en las calles, en los tribunales, en los medios y en las iglesias, y que fue replicada en múltiples agrupaciones que promueven la búsqueda de la verdad y la negación rotunda de querer esconder esta historia como algo del pasado. La reivindicación de esta pelea por la memoria es necesaria para poder generar justicia frente a todas las violaciones de los derechos humanos de ayer y, también, de hoy.


Marcha apoyo a la CONADEP 20-9-1984 Archivo Hasenberg-Quaretti

Marcha apoyo a la CONADEP 20-9-1984 – Foto: Archivo Hasenberg-Quaretti


Fotos: Archivo Hasenberg-Quaretti
Foto de portada: Ronda 1979-80

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