Apuntes sobra la dulzura | Anne Dufourmantelle y la fiesta sensible

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Primera entrega de esta columna semanal que va a tratar de encontrar dulzura en un mundo cada vez más hiperactivo y deshumanizado. ¿Qué existe detrás de los algoritmos que pueden hacer que leas o no leas esta nota? En esta ocasión, apuntes sobre el libro que inspiró al nombre de esta sección: Potencia de la dulzura, de Anne Dufourmantelle. ¿Cómo explicar ese sentimiento que motoriza lo imposible? El redescubrimiento de una banda de los ochenta como música de fondo. 



Hay nombres, conceptos, ideas, obras, que irrumpen en una vida y nunca más vuelven a salir. A pesar de la potencia e insistencia del mercado por instalar algunos productos, lo duradero muchas veces ocurre por el azar o lo impredecible. Así ocurrió en mi caso con Anne Dufourmantelle, psicoanalista y filósofa francesa que dedicó una porción importante de su obra en hablar del riesgo en confrontación de una sociedad global cada vez más fría y apática. 

El nombre de esta autora gana poder de mito cuando se conoce su biografía: falleció el 21 de julio de 2017, en pleno auge de su carrara, tras intentar rescatar a dos niños que se ahogaban en una pequeña población costera de la Riviera Francesa. Mientras los niños pudieron salvarse, Dufourmantelle no. “Tal vez arriesgar la vida sea, para empezar, no morir. Morir en vida, bajo todas las formas de renuncia, de la depresión blanca, del sacrificio. Arriesgar la vida, en los momentos clave de nuestra existencia, es un acto que nos rebasa a partir de un momento de una conversión”, escribió años antes en Elogio del riesgo (Nocturna Editora / Paradiso, 2019). 

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En una charla casual, en la intimidad del living de una casa, lejos de cualquier aparato de prensa, el nombre de Dufourmantelle llegó a mí por primera vez. Después vinieron sus libros, en donde recorre atenta a los pliegos y contradicciones todo lo vinculado a una vida más consciente, sensible y menos automatizada. En ese sentido, la publicación de Potencia de la dulzura (Nocturna Editora / Archivida, 2021) viene a completar el panorama de pensamiento en proceso que traza la autora, en donde la escritura fragmentaria da sensación de movimiento constante.

La publicación de Potencia de la dulzura (Nocturna Editora / Archivida, 2021) viene completar el panorama de pensamiento en proceso que traza la autora, en donde la escritura fragmentaria da sensación de movimiento constante.

«Tanto en el orden simbólico como en ciertas artes marciales, la dulzura puede dar vuelta el mal y deshacerlo mejor que ninguna otra respuesta«, describe la autora en la introducción del libro, marcando el poder sensual y peligroso que tiene la dulzura. Por ese mismo motivo, también va a subrayar el por qué del intento constante de socavarla: «Exaltándola en lo infantil, la época la niega. Es así como se intenta poner fin a las altas exigencias de su sutileza: no combatiéndola sino atenuándola». Una respuesta frecuente del siglo XXI: ridiculizar todo aquello que puede marcar un cambio profundo, una grieta iluminadora. 

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Anne Dufourmantelle

Potencia de la dulzura (Nocturna Editora / Archivida, 2021), de Anne Dufourmantelle



Tal y como marca en el prólogo María del Carmen Rodríguez, traductora del francés de Potencia de la dulzura, Anne Dufourmantelle «no hace de la ‘dulzura’ un conjunto unívoco sino una idea compleja que puede incluir incluso a su contrario, la crueldad, o habitar la melancolía, una idea que palpita ambigua». Esto explica, por ejemplo, porqué el concepto de dulzura, de lo dulce, tiene mayor vigor en la poesía que en el habla cotidiana del castellano en general: género especialista en reconocer la contradicción de toda experiencia, la idea de la dulzura es un filtro más que necesario para captar los detalles que nos rodean.

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Como suele suceder en otros de sus libros, Duforumantelle también se va a detener a pensar en los peligros de un sistema capitalista frenético, y que como diría Ida Vitale citando a Pessoa, «como sociedad nuestra alma esté infinitamente lejana de nosotros». En este contexto, la dulzura puede ser una salvación o una buena idea usada en nuestra contra.

Se lee en Potencia de la dulzura: «La falta absoluta de consideración por los seres que el mundo neoliberal muestra en las relaciones de fuerza instauradas como norma secreta en el trabajo, en la escuela, y hasta en los pasatiempos, se efectúa hoy en día, y esto es nuevo, disfrazado de una exigencia de seguridad y poniendo cuidado en recurrir a la sedicente demanda de los sujetos mismos: la servidumbre voluntaria es un programa que se desarrolla sin antagonismos. Entonces, que la dulzura sirva de pretexto para ennoblecer objetos de consumo, que con ella se califique al detergente, a las golosinas y hasta al consejo en la empresa, no tiene nada de asombroso». 

explica porqué el concepto de dulzura, de lo dulce, tiene mayor vigor en la poesía que en el lenguaje castellano en general: género especialista en reconocer la contradicción de toda experiencia, la idea de la dulzura es un filtro más que necesario para captar los detalles que nos rodean.

A su vez, a lo largo del libro la autora francesa va a repetir un subtítulo: «La fiesta sensible», afirmando que «la dulzura es la ocasión de una fiesta sensible». En ese sentido, destaca que la música podría llegar a ser su tradición más inmediata. Casualmente, la experiencia de lectura de este libre coincide en mi caso con el (re)descubrimiento de la banda Los encargados, parte de la movida tecno-pop del rock nacional de los 80’s, que apostaban sobre todo a la dulzura melódica y poética en sus letras. «Ella es un disparo de luz/ Sobre mi corazón/ Ya nunca mas podre vivir/ Lejos de su amor», se canta en una de sus canciones de su único disco Silencio, de 1986.

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Con atención a los elementos poéticos que pueden enriquecer a la letra de un hit, Daniel Melero deja clavada en la cultura masiva una canción repleta de dulzura como «Trátame suavemente», canción que popularizaría dos años antes Soda Stereo  luego de que Federico Moura -productor del primer disco de dicha banda- les insistiera en incluir para romper el clima uniforme del álbum.

Sin embargo, en la reciente serie «Maradona. Sueño Bendito», vista por millones de personas en todo el mundo, es la versión original de Los encargados la que suena. Un posible aprendizaje de todo eso: la dulzura no conoce de ansiedades y puede manifestarse a destiempo. O como escribe la propia Anne Dufourmantelle: «la dulzura no tiene tiempo, es también el tiempo. Envuelve la temporalidad por entero».

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