Una mujer muere cada 18 horas en Argentina, pero se sigue cuestionando al feminismo

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En medio del debate sobre la igualdad de género, las denuncias por abuso sexual y agresiones físicas por parte de personajes públicos y masivas movilizaciones como el «tetazo» en el Obelisco, el Instituto de Políticas de Género «Wanda Taddei» realizó un informe en donde revela que la trágica cifra de una mujer asesinada cada 30 horas empeoró. En lo que va del año ya murieron 57 mujeres, dando el alarmante número de un femicidio cada 18 horas. El preocupante escenario actual y el por qué el feminismo es un movimiento que no se detiene, a continuación.



En Argentina nos acostumbramos en estos últimos años a repetir una cifra más que trágica que, tras ser escuchada de manera constante, no pierde su efecto desolador: una mujer muere cada 30 horas. Sin embargo, en el 2017 el escenario parece ser todavía peor, ya que el Instituto de Políticas de Género Wanda Taddei contabilizó un femicidio cada 18 horas, con un total de 57 casos de mujeres asesinadas en apenas este mes y medio. En la misma dirección, a principios de año, esta organización informó que en 100 días se cometieron 133 femicidios.

En el 2017 el escenario parece ser todavía peor: el Instituto de Políticas de Género Wanda Taddei contabilizó un femicidio cada 18 horas

En este contexto, la violencia de género gana cada vez más espacio en las agendas mediáticas y políticas, producto de una activa militancia de organizaciones feministas, que toman el arduo trabajo de discutir un sentido común que se encuentra arraigado y reproducido en muchas de las instituciones. Para eso, la visibilización de casos de abuso sexual y violencia psicológica que muchas víctimas se animaron a denunciar está desnudando la hipocresía en la que vivimos en estos últimos años. El caso del periodista Lucas Carrasco es el más reciente en ese aspecto, donde 9 sobrevivientes detallaron lo que habían sufrido y actualmente se desarrollan 4 denuncias judiciales simultáneamente.

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Foto: Veinticuatro/Tres (colectivx fotográfico)


El panorama sigue siendo desalentador: se multiplican no solo los casos de violencia de género, sino también las denuncias por maltrato institucional a la hora de acercarse a hacer una denuncia.  «Muchas veces en las comisarías o en las fiscalías se hace lo posible por eludir la denuncia de la víctima, se las maltrata y así se las vuelve a victimizar, esta vez por las instituciones del Estado, que deberían velar por su protección», afirmó Julio Torrada, titular de la organización Wanda Taddei tras presentar el informe.

Además, muchos medios de comunicación, en un número más que significativo de casos, sigue tratando la violencia de género de manera errónea, poniendo la lupa sobre la víctima (cómo se vestía, que hacía o dejaba de hacer, con quiénes se juntaba, etc.) y encubriendo muchas veces los casos de violencia o abuso sexual bajo pantallas como «ataques de celos», «crímenes pasionales» o «emoción violenta» causada por drogas o alcohol. Además, movilizaciones como el «tetazo» que tuvo lugar en el Obelisco, suelen ser cubiertas bajo un tinte sexista que, en vez de centrarse en el reclamo, hacen foco en los pocos casos de destrozos a patrulleros o paredes en las calles.

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Foto: Gustavo Yuste


Los femicidios vinculados también aumentan

Otro aspecto a destacar es el incremento de los llamados «femicidios vinculados». Según estadísticas de la ONG La Casa del Encuentro, abocada a visibilizar y denunciar la violencia de género, en los último años se duplicaron las víctimas fatales. De esa manera, los asesinatos de personas vinculadas a la víctima han alcanzado el triste promedio de un caso por semana.

Según estadísticas de la ONG La Casa del Encuentro los asesinatos de personas vinculadas a la víctima han alcanzado el triste promedio de un caso por semana.

“Decimos femicidio vinculado cuando el femicida, además de asesinar a su víctima directa, ataca a parte de su entorno afectivo o a quienes hayan quedado en la línea de fuego, o cuando ese agresor, para causarle un daño irreparable a su víctima directa, asesina a algún ser querido, como ha ocurrido con hijos e hijas» señaló  Ada Rico, presidenta de dicha ONG en una entrevista recientemente publicada en Clarín.

Los femicidios vinculados son quizás una de las muestras más extremas a las que puede llegar la cultura patriarcal en la que estamos envueltos, donde la mujer puede llegar a ser vista como una «propiedad» del hombre. Al respecto, en la misma entrevista al diario Clarín, Rico afirmaba: «Los femicidios vinculados ocurren porque el objetivo del agresor es demostrar su poder una última vez, destruyendo todo lo que tenía que ver con su víctima directa, incluso cuando ya la han asesinado».


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Foto: Gustavo Yuste


El feminismo como una necesidad básica

A pesar de los esfuerzos de medios independientes, organizaciones especializadas y la militancia activa de miles de personas, el feminismo sigue siendo visto como un movimiento extremo que amenaza con «destruir» todo lo relacionado con el hombre. Así, ante cada planteo de desigualdad, el término «feminazi» sale a la luz. El desconocimiento inocente o intencional en estos casos suelen ser lo mismo y lo único que logran es seguir abonando una grieta entre géneros (ignorando también que el universo posible no se agota en los géneros hombre/mujer).

El feminismo no es una cuestión exclusiva de mujeres y aunque parezca una verdad de perogrullo, manifestaciones públicas y en las redes sociales, parecen ignorarlo. Un ejemplo obsceno son los llamados a «chotazos» en eventos de Facebook que finalmente nunca ocurrieron. El miedo de perder privilegios que se construyeron socialmente e históricamente a costa de la opresión de las mujeres parece generar barreras de contención para que, en vez de luchar por una sociedad igualitaria (que al fin y al cabo es el reclamo madre en todo esto), se siga culpando a las víctimas, apañando al victimario y catalogando lo injusto como «natural».

El miedo de perder privilegios que se construyeron socialmente e históricamente a costa de la opresión de las mujeres, parece generar barreras de contención para que en vez de luchar por una sociedad igualitaria (que al fin y al cabo es el reclamo madre en todo esto), se siga culpando a las víctimas

El camino es largo y sinuoso, pero el andar es irreversible. El feminismo cobra cada vez más visibilidad y es responsabilidad de todos discutir los sentidos dominantes cotidianamente para que los lugares comunes no tapen lo urgente y, sobre todo, dejen de morir mujeres en manos de hombres violentos, amparados por un sistema machistas e instituciones que parecen estar diagramadas para obstaculizar la justicia.


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