«Campeona del tutti frutti», de Nía Martínez: basta para mí, basta para todos

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En este libro fresco e ingenioso, Gerania Editora reúne los poemas que Nía Martínez escribió durante una etapa de diez años y que permanecían inéditos. La poesía tiene la capacidad de hacer hablar a los objetos, a las imágenes, poder correrse de las personas y al mismo tiempo decir las cosas más certeras sobre ellas. Y eso hace la autora a través de las páginas de Campeona del tutti frutti.   

por Tamara Grosso



El tutti frutti es un juego al que creo que todos jugamos algunas vez: siempre a algún adulto le parece buena idea poner a los chicos a jugar con las palabras. Entonces creo que nos dividimos en dos. A una mitad le parece el juego más aburrido del mundo, uno en el que hay que pensar y escribir y que se parece a ir a la escuela. Para otros, es el juego más divertido, el que nunca aburre porque no se agota, y quizás lo más importante: el único en el que somos buenos. Yo siempre pertenecí a ese grupo y creo que Nía Martínez también. 

En Campeona del tutti frutti (Gerania Editora, 2020), Nía vuelve a este juego en el que pensamos al mundo en categorías y ubica ahí sus poemas. El libro está dividido en las secciones como las del juego

En Campeona del tutti frutti (Gerania Editora, 2020), Nía vuelve a este juego en el que pensamos al mundo en categorías y ubica ahí sus poemas. El libro está dividido en las secciones como las del juego: nombres, animales, colores, cosas, famosos, puntos. En nombres, como esa palabra tan potente lo amerita, nos encontramos con poemas que hablan de las amigas, de los primeros vínculos, de sus abuelas o de la familia, como el que dice: 

mi mamá fue a juntar ciruelas a la casa de la vecina
cuando vuelve dice
es una pena la cantidad que ya cayeron al piso
yo no le digo
así se debe ver el amor que estaba listo y no se usó. 

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Nia Martinez

Campeona del tutti frutti (Geranio Editora, 2021), de Nía Martínez


En secciones como colores o famosos, nos encontramos con poemas que hacen gala de esas categorías, a veces de forma literal y a veces con sutileza e ingenio. En animales, nos encontramos con poemas que dan cuenta de la parte bestial de los seres humanos, como este:

durante cuatro años viví
a una cuadra del zoológico.
dormí cerca de los leones,
lloré al lado de las jirafas,
de monos que ya se habían resignado
y casi no hacían ruido.

animales
fuera de su hábitat
éramos todos. 

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En el tutti frutti que jugaba de chica, sin embargo, siempre fue mi favorita una categoría que a los demás no les gustaba: cosas. Para mis amigos, era demasiado amplia, tan abierta que no se les ocurría qué poner. O les parecía una categoría tramposa, porque cualquier palabra de otra categoría podía entrar ahí. A mí siempre me pareció claro que en esa categoría iban los objetos, y que los objetos pueden decir mucho. Eso es lo que más me gusta de la poesía: la capacidad de hacer hablar a los objetos, a las imágenes. Poder correrse de las personas y al mismo tiempo decir las cosas más certeras sobre ellas. Y eso hace Nía Martínez en estos poemas. Dice, por ejemplo:

cuidamos las cosas
cuando son nuevas
y cuando están a punto
de romperse. 

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Esa capacidad de decir mucho con poco es característica de sus poemas, algunos muy cortos que se abren como abanicos que guardan una segunda capa de sentido entre los pliegues. 

Eso es lo que más me gusta de la poesía: la capacidad de hacer hablar a los objetos, a las imágenes. Poder correrse de las personas y al mismo tiempo decir las cosas más certeras sobre ellas. Y eso hace Nía Martínez en estos poemas.

La última columna del tutti frutti imaginario de este libro se llama “puntos”. En el juego, esa columna no está para sumar nuevas palabras, sino que se reserva para que, después de cantar “basta para mí y basta para todos”, sumemos el resultado de lo que escribimos. 

Los escritores muchas veces necesitamos hacer trampa: doblar las palabras para que entren en las categorías impuestas, modificar las categorías, romper las reglas del juego. Nía lo hace, y en esta última sección del libro no hay números ni resultados sino poemas filosos que encuentran ahí su mejor lugar. Con un libro extenso e impregnado de recuerdos de los ´90, imágenes de infancia y reflexiones punzantes, es una campeona del tutti frutti indiscutida. 

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por Tamara Grosso / @tamaraestaloca


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