La fantasía al máximo: el cine dentro del cine

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El recurso del “cine dentro del cine” fue utilizado tanto en recientes producciones de Hollywood, Mank y Había una vez en Hollywood, como también en proyectos previos del cine europeo: 8 ½, La noche americana y Cinema Paradiso. En un tiempo actual en el que el cine como espacio mítico parece desaparecer, estos proyectos recuerdan el verdadero amor por ver y hacer películas.



El pasado mes de diciembre el director, David Fincher, estrena una de sus grandes apuestas, con la que logró incluirse en la ceremonia de los Oscars: Mank. Protagonizada por Gary Oldman, el film cuenta la historia de Herman Mankiewizc: el guionista de la aclamadísima Ciudadano Kane. La película se mete de lleno en los días de la vida del escritor, apodado Mank, en los que realiza el guion que lo lleva tanto a él, como a Orson Welles, a la historia.

Al ser la creación de Citizen Kane el hilo conductor del film, la última obra de Fincher está empapada de cine. Tanto por el glamour y el entramado político de los grandes estudios cinematográficos de la época del 30 y el 40, atravesados por la Segunda Guerra Mundial, como por los polémicos romances entre figuras reconocidas de Hollywood. Realizada en blanco y negro, con locaciones en sets de filmación, y filmada dentro de los estudios cinematográficos más famosos, como la Metro Goldwyn Mayer, Fincher logra meterse de lleno en la época de oro de Hollywood, mientras se gestaba Citizen Kane, una de las joyas más grandes de la historia cinematográfica.

Al ser la creación de Citizen Kane el hilo conductor del film, la última obra de Fincher está empapada de cine. Tanto por el glamour y el entramado político de los grandes estudios cinematográficos de la época del 30 y el 40, atravesados por la Segunda Guerra Mundial

La película, en su entera esencia, es cine que trata sobre cine y los recorridos por estudios cinematográficos y el entramado representado, dentro de la producción del film son en honor, no solo a aquél éxito de Orson Welles, sino también a cualquier fanático de las grandes producciones de Hollywood.

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Otro ejemplo de los últimos años, en el cual se implementa el recurso de “cine dentro de cine” fue el último proyecto de Quentin Tarantino: Había una vez en Hollywood. El personaje principal Rick Dalton (Leonardo Dicaprio) es un actor de la década de los 60, de cine estadounidense, venido a menos. En la actualidad vive de papeles secundarios y de la amistad con su doble de riesgo (Brad Pitt), quien trabajaba con él en sus días de fama.

Tarantino elige la colorida estética de las estrellas de los 60, recrea grandes fiestas en la mansión Playboy y la vida de los famosos en aquél mundillo de Los Ángeles, que parecía ser el mundo entero. La película entera es en honor al cine cowboy, típico de EE UU en esos años y al estilo de vida de los más célebres de la industria. 

Ambos proyectos, de cine estadounidense, utilizan este recurso para rendirle honor a las grandes producciones y meter de lleno a la audiencia en un mundo privado, a donde las verdaderas estrellas iban: Hollywood.

Pero la recreación intacta de ese glorioso momento es solo excusa que utiliza el director para revolver en el despiadado asesinato a la actriz del momento, Sharon Tate (Margot Robbie), cometido por el Clan Mason. Un crimen despiadado el cual Tarantino se ocupa de reversionar y teñir con su sello directoral. Ambos proyectos, de cine estadounidense, utilizan este recurso para rendirle honor a las grandes producciones y meter de lleno a la audiencia en un mundo privado, a donde las verdaderas estrellas iban: Hollywood.

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El cine europeo, desde mucho antes, también se ocupa de rendir tributo al cine, dentro del cine. Y, como buen cine de Europa, no lo hace representando fama y fortuna, ni los grandes estudios de producción: se centra en los conflictos de los directores al crear ficciones y en un amor, más íntimo, por hacer cine. En 1963, Fellini estrena 8 ½. En ella, un director reconocido se encuentra en una crisis creativa, exigido por su creciente fama que lo empuja a una siguiente creación, la cual parece no poder terminar.

Aquél director (encarnado por Marcelo Mastroiani) se refugia en su imaginario y fantasías, sin poder distinguir entre imaginación y realidad, entre su cine y su propia vida. Con personajes fantásticos muy fellinianos y la representación (con una genialidad que solo Fellini puede lograr), de la conflictuada y a la vez magnifica mente de un director cinematográfico, 8 ½ es quizás el mejor ejemplo una ficción que trata sobre crear ficciones.

Cinema Paradiso se centra en una relación forjada gracias a la existencia misma de un cine como espacio, en el cual aprender y encandilarse con la magia de las ficciones. Es un tributo a aquellas salas, que en el presente parecen lejanas.

Con una visión menos fantasiosa que la mostrada en 8 ½, pero claramente siguiendo esos pasos, Truffaut estrena en 1973 La noche americana. El personaje principal del film está encarnado por el mismo Truffaut, quien hace el rol de un director de cine, en los días de rodaje de su próxima película. Con mucho humor, el director francés se ocupa de retratar las complicaciones del set, que pasan por la renuncia de actrices a último momento, los problemas de aprenderse a tiempo los diálogos y hasta por los conflictos románticos entre actores.

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Pero, el verdadero protagonista de La noche americana es el cine mismo y, más aún, la magia de los días de producción de un film. La trama tanto de la película, como de la ficción que se está filmando dentro de ella, pasan a un segundo plano, al verse el despliegue, el trabajo y los entramados que conlleva hacer cine.

En 1988 se estrena Cinema Paradiso, de Giuseppe Tornatore. La película que hace cine dentro de cine, no solo en cuanto al formato audiovisual, sino que trata también del cine como espacio y estructura, algo que hoy se anhela con melancolía.

El cine dentro de cine, más que un recurso estilístico, es una forma de los directores de demostrar la pasión por su trabajo y de meter al público en los entre telones de un universo fantástico, que parece ficción

Con una nostalgia y una ternura inmensas, el director italiano cuenta la historia, en los años de la infancia, de Totó y su relación con Alfredo, el dueño de un pequeño cine, en un pueblo de Italia. La amistad entre Alfredo y el niño se hace cada vez más grande, a medida que este último se enamora de las películas. Cinema Paradiso se centra en una relación forjada gracias a la existencia misma de un cine como espacio, en el cual aprender y encandilarse con la magia de las ficciones. Es un tributo a aquellas salas, que en el presente parecen lejanas.

Ya sea en honor a Hollywood, su glamour, sus estrellas y sus enormes producciones o en honor a los grandes autores, sus conflictos creativos, su destreza por crear obras maestras y su pasión por hacer cine, los proyectos mencionados logran representar el sentimiento de amor por las películas.

En ellas, el cine dentro de cine, más que un recurso estilístico, es una forma de los directores de demostrar la pasión por su trabajo y de meter al público en los entre telones de un universo fantástico, que parece ficción. Ver estas películas puede ser una forma de acercarse, no a una sala, pero sí al menos al detrás de escena del mundo del cine.


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