Aproximaciones y fallos: El escritor que no soy

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1 – ¿Qué escritor soy? O mejor dicho, ¿qué escritor no soy? Encarar una respuesta por la negativa suele dar buenos resultados. El no ser es un mundo de posibilidades. El ser también, pero implica hacerse cargo de las decisiones.

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2 – El escritor que no soy me acecha en cada palabra que escribo, en cada idea, en cada poema sin terminar. El escritor que soy no le importa a nadie. Ni siquiera a mí. 

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3 – Todo lo que hago, a veces, carga con el peso de ese escritor que no soy, el de esas decisiones que no tomé, esas trayectorias que no recorrí. En esos momentos no puedo hacer más nada que mirar el blanco de la hoja como quien mira la lluvia toda la tarde. 

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4 – Otras veces, todo se pierde en una deriva que puedo navegar con más calma: sin costa a la vista, la libertad del náufrago es indiscutible. El escritor que soy se pierde en el océano de las palabras gracias al alivio que produce el olvido parcial. Ahora bien, si todo olvido es parcial, todo escritor es parcial.



5 – Soy más lo que no soy que lo que soy. Es triste pensarlo de esa manera, pero no por eso menos cierto. El escritor que no soy tiene el beneficio de la duda. El escritor que soy tiene la culpa de todo, sobre todo de lo que no hizo. 

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6 – El escritor que no soy es mi mejor versión. Simpático, amable, se mueve con soltura entre las ideas. El escritor que soy es un neurótico que aprende a disimular. 

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7 – Los textos que no escribí contienen mi verdad. Los textos que sí publiqué son la aproximación y falla en el intento. Mi verdad no es la verdad, mis sentimientos tampoco son la verdad, las palabras tampoco son la verdad. El escritor que no soy utiliza eso a su favor. El escritor que soy se ahoga con su propia respiración. 

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8 – El escritor que no soy es el que me permite seguir escribiendo. El escritor que soy es el que me da ganas de abandonarlo todo. 

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9 – El escritor que no soy ni siquiera me conoce; por eso nos llevamos tan bien. 

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10 – El escritor que soy aprendió a leer con atención para intentar parecerse a los escritores que no soy. En su fracaso reside su éxito. Y si el fracaso es inevitable, ¿por qué el éxito nunca llega? Al escritor que no soy, esa respuesta no le interesa. Al escritor que soy, tampoco. Por algo ambos, a su manera, decidieron dedicarse a la escritura.



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