Después de San Valentín: el amor que nos construyeron en el cine

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La palabra deconstruir se instaló hace poco en el vocabulario, pero ¿qué quiere decir? ¿Cuáles son aquellas estructuras a la que hay que derrumbar? ¿Cómo fueron construidas? San Valentín, una de las creaciones más exitosas del capitalismo, se ve respaldada por años de productos que impusieron una idea cerrada del amor y uno de los casos más paradigmáticos es el cine. Un recorrido por películas icónicas del género romántico para pensar qué se pone en juego cada 14 de febrero. 



Desde siempre se impuso que el amor era la pareja estable. Esta idea establecida y rígida imposibilita la celebración de cualquier otro tipo de vínculo que se aleje de lo considerado una “relación amorosa”. El concepto del amor romántico al que, en los últimos tiempos, se le intenta escapar, es otra de las tantas ideas que se aceptan en la cotidianeidad pero que no se sabe por qué, ni cómo, existen.

Desde una posición de funcionario del capitalismo, que pretende vender la idea de felicidad, el cine se ocupa de mostrar un amor arbitrario. Desde hace décadas, las comedias románticas se encargan de presentar (en su gran mayoría) historias de vínculos heterosexuales en las que el hombre triunfa y la mujer deja todo por él. No es que ver 2 horas de Julia Roberts peleando contra Cameron Diaz no sea un buen plan de domingo. O que llorar porque Meg Ryan y Tom Hanks terminan juntos (otra vez) no sea un éxito del cine… pero ¿Qué pasa cuando estos mitos se trasladan de la pantalla a la vida real? ¿Es posible dejar eso en el cine y no llevarlo a expectativas en las relaciones?

Esta idea establecida y rígida imposibilita la celebración de cualquier otro tipo de vínculo que se aleje de lo considerado una “relación amorosa”. El concepto del amor romántico al que, en los últimos tiempos, se le intenta escapar, es otra de las tantas ideas que se aceptan en la cotidianeidad pero que no se sabe por qué, ni cómo, existen.

En 1997, se estrena La boda de mi mejor amigo. Una aclamada comedia romántica con el elenco más cautivador de la historia: Julia Roberts, Cameron Diaz y Dermot Mulroney protagonizan el triángulo amoroso. La trama: Julianne (Roberts), se da cuenta dos días antes del casamiento de su mejor amigo (Mulroney) que siempre estuvo enamorada de él. Esto la lleva a desatar una guerra campal contra la futura esposa (Diaz). Las maldades que se hacen entre las dos mujeres para conseguir el amor de un hombre son, prácticamente, irreales.

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Si se deja de lado el hecho ridículo de que Julia Roberts y Cameron Díaz tengan que luchar entre ellas por el amor de un solo hombre, esta no es otra más que una forma de instalar en el inconsciente, de toda la sociedad de los 90, que las mujeres son rivales. Es cierto, no sería un clásico si no existiera esa seguidilla de peleas y revanchas entre las dos divas. Pero también es cierto que, si se la ve con una mirada crítica, la película deja un sabor bastante agrio. El final, lejos de reivindicar todo lo que acontece, se desenlaza con una de ellas diciéndole “ganaste” a la otra, y rindiéndose a la depresión de quedarse sin amor.



La boda de mi mejor amigo (1997), un clásico de las películas románticas san valentín.


Otro clásico de los 90, joya del género coming of age: 10 cosas que odio de ti. Mirar a Heath Ledger cantando Can´t take my eyes off you en el medio del colegio a su enamorada es un gran plan de San Valentín. El problema está en que aquél irresistible actor encarna a un personaje bastante desagradable que hace toda esa ceremonia romántica, únicamente, para ganar una apuesta. Lo peor de todo: el galán gana y rompe el corazón de Kat (Julia Stiles) una feminista que pasa sus días leyendo a Simone De Beauvoir y aplicando a las mejores universidades de Estados Unidos.

Durante toda la película, Kat insiste en que no quiere citas, no quiere ir al baile de graduación y que solamente quiere escaparse del pueblo conservador en donde vive. Pero claro, con un poco de insistencia del “chico malo” de la secundaria, ella se olvida de todo y termina llorando y dedicándole poemas enfrente de toda la clase. ¿Por qué llora tanto Kat cuando le dice a su enamorado que no puede odiarlo? Porque sabe que debería. Que debería salir corriendo de aquél agresivo que empieza a invitarla a salir solamente por una apuesta que le va a dar plata.

Lo peor de todo: el galán gana y rompe el corazón de Kat (Julia Stiles) una feminista que pasa sus días leyendo a Simone De Beauvoir y aplicando a las mejores universidades de Estados Unidos.

Otro ejemplo del Hollywood romántico que nos enseñó que todo puede perdonarse por un hombre enamorado es Tienes un E-mail. Clásico de las comedias neoyorkinas y clásico de todos lados. En esta película, Tom Hanks, literalmente, le arruina el trabajo de su vida a Meg Ryan. Ella, dueña de una librería de barrio que heredó de su madre se ve desamparada cuando, la cadena comercial de libros Fox abre a una cuadra de su local y le roba los clientes.

El dueño de la cadena Fox es Joe Fox (Tom Hanks), responsable número uno por el cual Kathleen (Meg Ryan) se queda sin trabajo y, además, debe cerrar el imperio que su propia familia construyó. Cuando Kathleen descubre que el hombre anónimo con el que había intercambiado mails y quien la había enamorado a través de la computadora era, nada menos que el mismo Joe Fox…bueno, el desempleo, la desdicha y los empleados a quienes debió despedir, pasan a segundo plano.

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Tienes un email (1998), un clásico de las películas románticas san valentín.


Con los 2000 llega una nueva forma de retratar a las mujeres en la pantalla. Quizás, después de todos estos estrenos en los 90, comenzó a ser un poco cansador verse en personajes que terminaban, constantemente, rendidas a los pies de hombres que no valían la pena. Entonces, las mujeres pasaron de ser rivales que compiten por un amor o sumisas a la idea del príncipe azul, a ser las ganadoras malvadas. Las que logran independizarse, conseguir un trabajo y que no quieren una relación estable, pero claro, ese rol no fue gratis: pasaron a ser las malas de la película.

En el cine romántico, en las comedias de amor y en el Hollywood más cotidiano, todavía no está bien visto que la mujer esté en una posición de poder o que pueda, y quiera, vivir sin amor.

¿Por qué en El diablo viste a la moda Nate (Adrian Grenier) deja a Andy (Anne Hathaway) cuando ella tiene un trabajo que le ocupa muchas horas y no puede dedicarle tiempo a él? ¿Por qué en 500 días con ella Tom (Joseph Gordon Levitt) es el pobre sufrido que cae en la trampa de la malvada Summer (Zoey Deschanel) cuando ella lo deja porque no quiere una relación estable?

Porque en el cine romántico, en las comedias de amor y en el Hollywood más cotidiano, todavía no está bien visto que la mujer esté en una posición de poder o que pueda, y quiera, vivir sin amor. Estos clásicos “pochocleros”, amados por la audiencia, no deben perder prestigio ni cariño por una nueva visión de la realidad. Pero mirarlos con otros ojos puede ayudar a entender aquellos cimientos del amor romántico, las bases indestructibles que hacen de las relaciones estables una estructura hermética.

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