Entrevista a Misael Bustos: «Creo que el cine está en crisis»

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Hoy se estrena Secreto a voces, el documental de Misael Bustos que aborda una problemática social totalmente naturalizada, legitimada e invisibilizada: el tráfico y la apropiación de bebés en Argentina durante los períodos democráticos. La película ha sido producida por Puenzo Hermanos y está estructurada a partir de cuatro relatos biográficos que revelan las consecuencias traumáticas que genera la supresión de la identidad biológica. La Primera Piedra entrevistó al director.



«Yo caí como un paracaidista sobre la problemática; no sabemos que existe esto, no tenemos ni idea», cuenta Misael Bustos, director y co-guionista de Secreto a voces junto al periodista Diego Braude, con quien llevó adelante una investigación que duró cuatro años. En ese largo proceso entrevistó a muchísimas personas, y fue así como encontró las cuatro piezas biográficas que hoy estructuran su documental.

Norma Kaensig sufrió el cambio y robo de uno de sus gemelos nacidos en el Hospital Fernández en 1973; hoy vive en Suiza pero viaja al país permanentemente con su hijo Pablo para recabar información sobre Carlos, el gemelo apropiado. Clara Liz Pereira inició la búsqueda de su verdadera madre a través de las redes y descubrió a otras mujeres apropiadas que habían sido vendidas por la misma partera, Nilda Civale. Silvina Sotelo vivió toda su infancia en el seno de una familia apropiadora y traficante de bebés. Patricia Maiuro nació en un conventillo de Córdoba y hasta el día de hoy continúa la búsqueda de pistas que la conduzcan al encuentro con su madre biológica.

Misael estaba escribiendo una serie y en el camino se topó con una mujer de unos 60 años que —casi como al pasar— confesó que era apropiada. Él inmediatamente asoció el caso a la última dictadura cívico-militar, «a la lucha de Abuelas y Madres, heroínas totales en este tema». Pero empezó a sacar cuentas y los números no le daban. Fue así como llegó a la temática que aborda en este documental: la apropiación de bebés durante la democracia.

— ¿Cómo llegaste a las cuatro historias? ¿Qué fue lo que más te llamó la atención de esos relatos?

— Yo creo que cada uno de los casos es una película. Todas las historias son increíbles; nos costó un montón encontrar la película. El desafío era cómo hacer un documental que sintetizara todo este universo de flagelo. Ahí decidimos enfocarnos en cuatro casos emblemáticos. De Norma y Pablo, por ejemplo, me llamaba la atención que viajaran constantemente a la Argentina por este tema [ellos viven en Suiza]. No se pueden despegar de eso; me parece que es un trauma tremendo. Después está el caso de Clara Liz, que se entera por Internet de otras personas apropiadas; se juntan, develan el caso y logran un juicio que sentó jurisprudencia.


Clara Liz



«Todos están luchando sin ayuda de nadie; están perdidos y eso te rompe el corazón», declara Misael. Durante el rodaje, la complejidad de esta problemática no se vio reflejada tan sólo en las víctimas directas; Bustos cuenta que algunos miembros del equipo tuvieron que abandonar el proyecto antes de tiempo porque se sentían afectados emocionalmente. «Todos se enteran. Es increíble pero algo pasa. Hay una semilla en la cabeza que, psicológicamente, ronda toda la vida; se genera la duda y en algún momento explota ya cuando son adultos. Por eso hay mucha gente quebrada, y eso es terrible».


Pablo


— ¿Cómo te propusiste romper el sentido común que asocia inmediatamente apropiación a dictadura?

— El link es automático porque lo tenemos naturalizado, y no encuentro mal que eso suceda porque es lo que más se escucha. Justamente ese fue el punto que más trabajé durante el montaje. Creo que fue la película que más me costó montar porque había una condición sine qua non: el discurso tenía que quedar muy claro para el espectador.

— ¿Qué tan importante era para ustedes lograr claridad conceptual en un tema tan poco difundido?

— Fue una preocupación todo el tiempo, hasta hace cuatro meses que cerramos el montaje. Incluso hay una cuestión semántica a la hora de distinguir apropiación/adopción. La «adopción ilegal» no existe; hay apropiación y eso es un delito. Pero buscás archivos o abrís los diarios y te das cuenta de que esa expresión se usa todo el tiempo. Y también era clave incluir los testimonios secundarios en las voces de los expertos; dar ese marco teórico fue muy importante. Son investigadores del CONICET que trabajan específicamente sobre este tema y tienen una voz potente con respecto al discurso.

— Cuando se abordan estos temas suele hablarse de ausencia del Estado. Sin embargo, parecería ser que muchas veces hay una fuerte presencia del Estado, por complicidad u omisión. No hacer nada también es política pública, ¿no? ¿Cómo leés el rol del Estado en estos asuntos?

— Sí, totalmente. No ocuparte es omisión. Con Patricia [Maiuro], por ejemplo, acordamos seguirla hasta Córdoba en todo el recorrido de su investigación. Nosotros no teníamos idea de lo que iba a hacer, pero en cada entrevista ocurría algo increíble: adonde caía, alguien hablaba. Así nos fuimos dando cuenta de la cadena de complicidades y de lo naturalizado que estaba todo esto.



Patricia


— ¿Cómo fue el desafío de filmar las escenas con cámara oculta? En la parte de Patricia hay varias, ¿no?

— Sí, yo la acompañaba como uno más; a veces me presentaba como su primo. Y con eso tuvimos un problema porque pensábamos grabar con lapiceras, pero al final el sistema falló y tuvimos que filmar con la misma cámara. El fotógrafo fue a la estación más cercana, compró un bolso y la escondimos ahí. Hoy hay mucha tecnología pero… lo resolvimos de una manera muy latinoamericana. En ese punto creo que la peli excede el hecho cinematográfico; es más importante el contenido que la forma, aunque hay ciertas cuestiones de forma que también me gustó resolver.

— ¿Cómo ves el panorama del cine en general y del documental argentino en particular?

— Creo que el cine está en crisis. De 200 películas que se estaban haciendo aproximadamente, el año que viene se van a hacer 80, así que ahí ya tenemos un problema. Y probablemente este tipo de películas ya no se van a hacer, o vamos a tener muchas trabas para acceder. El nuevo plan de fomento va hacia un cine mucho más industrial y eso me parece lamentable. El cine documental —y también el ficcional— es una voz cultural. Estoy totalmente en desacuerdo con el sistema de puntajes, que es extrañísimo y no cierra por ningún lado. Va a quedar mucha gente afuera. Estamos entrando en el agujero negro del cine.

— ¿Cuál creés que podría ser la salida?

— El Estado debería impulsar políticas culturales. Para mí el cine nacional debería ser una materia obligatoria desde la primaria. Y hablar de cine, porque el cine estructura. Ese tipo de políticas nos llevaría a que en un futuro se consuma mucho más cine nacional. Eso está probado; hoy Francia, por ejemplo, está exportando cine.


Silvina

Secreto a voces evidencia una gran insensibilidad por parte de las estructuras estatales frente a esta problemática. Bustos aclara que no hablaría de complicidad estatal, pero sí de micro-complicidades que se gestan en distintos espacios. «Evidentemente hay un Estado ciego que no ve y no la quiere ver, porque si yo como cineasta me enteré de este problema, que el Estado lo desconozca me parece una ridiculez».

Una especie de familia de Diego Lerman y Nordeste de Juan Solanas son dos películas que abordan la misma problemática pero desde la ficción, y Misael expresa su alegría de que existan nuevas voces pronunciándose a propósito del tráfico y la apropiación de bebés. «Ojalá sigan haciéndose más películas sobre esto», dice esperanzado.


FICHA TÉCNICA
 
Dirección: Misael Bustos
Asistentes de Dirección: Martin Rodriguez, Fabio Tappa
Productora: Puenzo Hnos
Producción: Esteban Puenzo, Misael Bustos
Productores Asociados: Nicolás Puenzo, Manuel Valdivia
Guion: Diego Braude, Misael Bustos
Dirección de fotografía: Salvador Kaplun
Investigación: Diego Braude, Marcela Reposi
Colaboración autoral: Laura Zenovi, Luciana Porchietto
Música Original: Guillermo Pesoa
Montaje: Misael Bustos
Sonido: Manuel Valdivia
Arte: Aurora Mareco
 
Duración: 76minutos
Distribuye: 1000CINES


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