Editoriales Independientes #20 – Mil Botellas: «Es importante no agotar la capacidad de sorpresa»

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«Nos gusta pensar la literatura como algo a largo plazo, que trasciende por fuera de su tiempo», sostiene Ramón Tarruella, editor del sello platense Mil Botellas que este año cumple una década de existencia y ha sabido ganarse un lugar por peso propio dentro del escenario literario gracias a sus criterios narrativos. Al respecto, Tarruella señala: «Hay algo en la narrativa contemporánea que nos interesa donde existe una suerte de amague al lugar común, un intento por salirse de ahí». ¿Cómo sostener una editorial basándose en principios literarios y no por lo que asegura ventas? Enterate en la siguiente entrevista.


Sobre la editorial

1000botellasMil botellas es una editorial nacida en La Plata en el año 2007 que se especializa en narrativa. Con un catálogo pensado y cuidado, donde las decisiones del editor se ven presentes, Mil Botellas propone un diálogo de obras diferentes en sus estilos y temáticas, pero que escapan a recursos efectistas y coyunturales. Combinando autores rescatados del pasado y otros nóveles contemporáneos, esta editorial platense es una referencia en lo que hace al género narrativo dentro de las editoriales independientes.


-¿Cómo surgió Mil Botellas? Este año cumplen 10 años si no me equivoco.
-Sí, en el 2007 salió el primer libro. Yo coordino talleres literarios en La Plata y venía trabajando con unos alumnos que tenían otro compromiso con la literatura, además de tener un buen material para editar. Ahí armamos un proyecto de una editorial de las que hoy se conocen como «independientes», «alternativas» o «autogestivas», con la intención de publicar a los escritores de ese pequeño grupo. Ahí sacamos el libro Nueve ficciones para una fundación, que son cuentos con historias de ficción sobre la fundación de La Plata. Ese libro anduvo bien y eso generó cierta dispersión, porque cuando los proyectos crecen surgen los cambios.

-Claro, en estas editoriales independientes se suele dar que el crecimiento genera mayor compromiso y no siempre es posible, ¿no?
-Claro, genera mayores responsabilidades y no todos están con las ganas de lo mismo. El primer libro nos planteó un límite o autoevaluación. El segundo libro, además, fue Cuentros breves de Rafael Barret, que es nuestro «long seller».

-En el catálogo se podía ver al principio una intención de rescatar autores como Bernardo Kordon y luego se fueron dando apuestas a autores contemporáneos, ¿fue así?
-Sí, lo fuimos intercalando en ese sentido, combinamos los rescates con autores más nuevos. Lo que pasa es que, posiblemente, los nombres fuertes que quedan como identidad de la editorial son esos autores más viejos. De todas formas, no abandonamos esa idea de ir haciendo uno y uno en ese sentido: un rescate, un autor contemporáneo.

-En ese sentido, ¿qué trabajo tiene que hacer una editorial cuando apuesta a autores no tan reconocidos dentro del ambiente literario?
-En el caso de los autores nuevos hay dos perfiles: uno es el de los que son muy nóveles y otro es el caso de los autores que tienen una cierta trayectoria. De todas formas, lo que tratamos es definir estrategias, como una contratapa de un autor más reconocido que da un espaldarazo. Lo mismo con la tapa y el título del libro, que tienen que ser lo más atractivos posibles, son estrategias «de marketing» que a veces funcionan y a veces no.

Me cuesta decirlo, pero a veces hemos rechazado libros muy buenos pero que trabajaban con esa impronta muy carveriana y eso es algo que abunda

-Y el trabajo de construirse un público lector como editorial, reafirmar la identidad, ¿cómo es?
-Esa respuesta es difícil de responder, porque si lees a Kordon, a Sampayo, a Petroni o a Malharro, por nombrar algunos autores de la editorial, son trabajos muy distintos. Lo que intentamos eludir en Mil Botellas son los lugares comunes, ciertas temáticas coyunturales. Me cuesta decirlo, pero a veces hemos rechazado libros muy buenos pero que trabajaban con esa impronta muy carveriana y eso es algo que abunda hoy en día. Me parece importante no caer en temas muy coyunturales, lo cual es una apuesta que tiene sus riesgos y posiblemente sea un error. Nos gusta pensar la literatura como algo a largo plazo, que trasciende por fuera de su tiempo, que es un poco la idea de los rescates. La editorial tiene esa identidad. Por ejemplo, una vez, en una charla, Marcelo Cohen me recomienda un libro que le parecía que iba con nuestra editorial y era el de Carlos Sampayo, y eso está bueno, porque pudo reconocer lo que hacíamos. Después si el libro vende o no, ya va por otro carril.

-Eso que venías diciendo de libros que quizás no van a pisar muy fuerte coyunturalmente pero sí a lo largo del tiempo, ¿pensás que es un factor que distingue a Mil Botellas dentro de la gran cantidad de editoriales independientes que hay ahora?
-Creo que sí, nos distingue, lo cual no quiere decir que seamos los únicos que lo hacemos. Hay algo en la narrativa contemporánea que nos interesa donde existe una suerte de amague al lugar común, un intento por salirse de ahí. Eso es lo que creo que se aprecia de Mil Botellas, algo que no sea fácil de encuadrar generalmente. Eso también hace que cuando recibimos material, a la página 40 de la novela pueda darme cuenta si es para nuestra editorial o no. Es importante no agotar la capacidad de sorpresa también.

Nosotros tuvimos la ventaja de nacer antes de que hubiera tantas editoriales, lo que nos permitió ingresar dentro del circuito de las librerías. Hoy en día una editorial independiente nueva es muy difícil que pueda meter un libro en librerías, porque hay mucha saturación

-Ustedes que nacieron en el año 2007, antes del boom actual de editoriales independientes, ¿cómo ves esa escena?
-Por un lado tuvimos la ventaja de nacer antes de que hubiera tantas editoriales, lo que nos permitió ingresar dentro del circuito de las librerías. Hoy en día es muy difícil que una editorial independiente nueva pueda meter un libro en librerías, porque hay mucha saturación. Eso a nosotros nos permitió bastante exposición por suerte. Por otro lado, el hecho de estar tanto tiempo en la escena y que no hayamos despegado del todo puede marcarnos que algo no se hizo del todo bien o que alcanzamos nuestro techo. Tenemos nuestro reconocimiento por parte del ambiente, como el citado caso de Cohen o incluso Ricardo Piglia, pero todavía no podemos vivir de la editorial. Más allá de eso, como todo movimiento, hay de todo. Hay intenciones muy personalistas, muy de grupo y otras más interesantes. De todos modos, cada movimiento tiene su diversidad, están los diferentes tamaños, la distribución. Pensamos tiradas de más de 500 ejemplares, lo cual para una editorial más chica implica un riesgo. Lo independiente es una palabra que se empieza a estirar y entramos todos. También cambió la relación entre el editor y el escritor.

(Leer nota relacionada: La vuelta a Ricardo Piglia en 80 citas)

-¿En qué sentido?
-Para mí cambió en la relación del editor con la obra del escritor; yo tengo una idea más clásica. Actualmente se pasa por esa instancia en un lapso muy breve. Eso cambió, ahora hay editores que no poseen mucha experiencia, más allá de la juventud o no. Es con lo que uno convive en este ambiente.

00-¿Qué ventajas y qué desventajas ves en ser una editorial independiente?
-La primera ventaja es que publicás lo que querés, no te ata ningún compromiso por fuera de una cuestión estética. Para nosotros, al menos, eso es lo más importante: nos gusta o no. Nos ha pasado rechazar autores bastante conocidos, pero si no encajaba en nuestro catálogo preferimos obviarlo. La desventaja es jugártela por autores nuevos u olvidados que nunca sabés cómo van a funcionar dentro del mercado. Es algo que tiene ambas caras.

-Otro factor que parece clave en este tipo de editoriales es la militancia del sello en sí, pero también del autor, el ponerse su libro al hombro. ¿Cómo ven eso?
-Sí, es el ideal. A veces no pasa eso, sino todo lo contrario (risas). En los primeros encuentros que tenemos con el autor nosotros planteamos que es necesaria la colaboración para la difusión o la presentación. Luis Guzmán dice algo muy bueno al respecto, sobre que ahora el autor además de su obra tiene que poner su cuerpo, independientemente de que sean conocidos o no. En caso de autores fallecidosn sus amigos o familiares ayudan mucho. De todas formas, no es algo que se le pueda exigir al autor, sino que se sugiere.

-Por último, ¿cuáles son sus próximo proyectos?
-Tenemos una colección que se llama «Brindis», que es donde sale un autor nuevo, y después tenemos un rescate. Ahora vamos a sacar un libro de cuentos de Fernando Vega y en rescate estamos evaluando quién puede ser. Después vamos a reeditar la novela Hacer el odio de Gabriel Bañez, que es un hermoso libro. Tenemos mucho material por leer.


Contacto con Mil Botellas

Web : http://www.editorialmilbotellas.com/
Mail: mil_botellas@yahoo.com.ar

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