La realidad de la gestión cultural: El Quetzal

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Animarse a vivir de la gestión cultural, en un presente en el que la cultura sigue siendo perseguida y clausurada, es una decisión de valentía, pero también es una decisión política. En una charla con Marcelo Castresana, uno de los fundadores de El Quetzal, Casa Cultural ubicada en el corazón de Palermo (Guatemala 4516) que da espacio a los artistas emergentes desde 2011, nos cuenta de qué manera se las ingeniaron para poner en marcha un proyecto que terminó cambiando sus modos de vida y de hacer y entender la cultura. 


─¿Qué significa ‘Quetzal’?

El Quetzal es un pájaro característico de Latinoamérica y es también la moneda de Guatemala. Teníamos que elegir un nombre y teníamos un par de conceptos que nos interesaban. Fue muy brainstorming y salió rápido. Uno de los chicos había viajado a Guatemala, hablábamos de la libertad, de lo que nos pasaba en ese entonces, de la parte artística, de la naturaleza que representa la calle Guatemala.

─¿Cuándo abrieron por primera vez El Quetzal?

Teníamos ganas de armar un proyecto entre amigos. Dejar nuestros trabajos de oficina para abrir un Centro Cultural era el principal objetivo. Todos trabajábamos en empresas, algunos más dentro del rubro que otros, y uno de los chicos necesitaba un lugar para poder ensayar como Sala de Teatro. De ahí surgió la idea. El día que abrimos entendimos que la única forma de que eso pudiera llegar a funcionar era vendiendo cerveza, (risas). Es decir, que también fuera un bar. El proyecto se terminó de definir en cuanto a la Casa, la legislación y el barrio lo disponen. Hoy hay problemas de legislación fuertes.

─¿Como cuáles?

Y… están tratando de recaudar. Te cae la AFIP a pleno controlando todos los comercios, te arman un quilombo bárbaro, y te piden financiación. Tienen todo armado para recaudar. También ponen muchas multas.

─Desde 2011 hasta hoy, ¿tenían pensado que iban a crecer tanto?

La verdad que no. Nuestra idea era hacer algo que nos gustara y dejar nuestros laburos de oficina. Estábamos en la edad adecuada en cuanto a la tracción de público. Al estar ubicados en el centro de Palermo, también es clave. Llegamos acá de casualidad. Tenía un mural muy lindo. Era un lugar que vendía objetos de diseño que hacía un hombre de unos 50 años. Pero él no había tenido buena suerte, le habían afanado un par de veces, estaba solo, así que laburaba a puertas cerradas y vendía los cuadros y muebles que él hacía. Se estaba fundiendo, así que le vinimos justo. Se dio, él se fue de la casa, le compramos el contrato de alquiler, y con eso arrancó el Quetzal.

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─¿Qué es para vos El Quetzal?

Todo. Me cambió la vida. Yo laburé en oficina durante 10 años adelante del Excel todo el día. Arranqué acá y fue otra historia. Trabajar con amigos es increíble. Ser jefe, estar a cargo de otras personas, es algo diferente también. Siempre lo mantuvimos en familia, entre amigos, haciendo lo que nos gusta, pero cada vez se abre un poquito más.

El Quetzal es un pájaro característico de Latinoamérica y es también la moneda de Guatemala. Teníamos que elegir un nombre y teníamos un par de conceptos que nos interesaban. Fue muy brainstorming y salió rápido. Uno de los chicos había viajado a Guatemala, hablábamos de la libertad, de lo que nos pasaba en ese entonces, de la parte artística, de la naturaleza que representa la calle Guatemala.

─¿Cómo es la relación con los vecinos?

Hoy ya nadie dice nada. De vez en cuando te mandan un cartel que dice “hijos de puta, los voy a matar”, pero lo fuimos resolviendo. Siempre tenemos en cuenta a la gente del barrio porque es la que vive acá y muchas veces se terminan prendiendo, vienen a tomarse unas birras. Hoy ya no tenemos quejas, eso nos permite trabajar mucho más descontracturados. Fuimos construyendo la acústica y ellos se fueron adaptando a que acá pasan cosas buenas, a que estamos laburando y a coparse.

─El Quetzal tiene algo particular que son sus murales, ¿cómo se empezó a dar esa movida?

Ya la casa tenía un mural muy lindo de afuera que lo mantuvimos cerca de 3 años. En cuanto entramos, además, llamamos a 10 muralistas, hicieron un quilombo de murales y taparon toda la Casa y el patio. Este es el quinto mural que tenemos en el patio y van 3 en la fachada.

Nos agrupamos en lo que es MECA, Movimiento de Espacios Culturales y Artísticos, junto con otros 20 espacios. MECA está dentro de Cultura Unida entonces estamos todos los distintos sindicatos de lo que es Cultura. Ahora estamos pidiéndole a (Horacio Rodríguez) Larreta que empiece a calmar el tema de las clausuras porque hay muchas Salas de Teatro y lugares de todos los gremios, de todo lo que es Cultura, que están siendo muy golpeados. Así que estamos pidiendo que paren esas cosas y que salgan los subsidios para que se pueda laburar.

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─¿Cómo es la relación con otros espacios culturales?

─Nos agrupamos en lo que es MECA, Movimiento de Espacios Culturales y Artísticos, junto con otros 20 espacios. MECA está dentro de Cultura Unida entonces estamos todos los distintos sindicatos de lo que es Cultura. Ahora estamos pidiéndole a (Horacio Rodríguez) Larreta que empiece a calmar el tema de las clausuras porque hay muchas salas de teatro y lugares de todos los gremios, de todo lo que es Cultura, que están siendo muy golpeados. Así que estamos pidiendo que paren esas cosas y que salgan los subsidios para que se pueda laburar.

─¿Alguna vez los clausuraron?

Hace mucho teníamos una garrafa en el techo después de hacer un arreglo y eso no está permitido así que nos clausuraron. Esa clausura es fácil de levantar porque sólo tenés que levantar la garrafa y ya. Pero como a todo Centro Cultural en una ciudad en donde la cultura es perseguida, vinieron a ver si estábamos habilitados, y las primeras veces tuvimos que hacernos pasar por una casa hasta que fuimos consiguiendo todas las habilitaciones.



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