El año de Macri: un ajuste de tipo empresarial y la cultura pensada como un «gasto»

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Desde la asunción de Mauricio Macri a la presidencia, se llevó adelante el desmantelamiento de espacios claves para el desarrollo de una política cultural inclusiva que fomente la diversidad y la expresión local. Los recortes presupuestarios y las decisiones políticas reprodujeron la tendencia que se mantuvo durante ocho años en la Ciudad: concebir a la cultura como un gasto, a menos que se la pueda transformar en un gran negocio que ingrese en la lógica del circuito comercial masificado. En la siguiente nota, algunas de las medidas que se tomaron en torno a la política cultural durante el primer año de gestión de Cambiemos.


Si hay algo que quedó claro luego de un año de gestión y del consecuente giro económico, político y social es que para el gobierno la cultura representa un gasto. Una suma de dinero injustificable a menos que se utilice para respaldar los grandes eventos promocionales de los circuitos masivos, excluyentes de toda diversidad. Y para eso se necesita un Estado ordenado, bien recortado, libre de “ñoquis”, que no son necesarios para sostener áreas “sobredimensionadas”. En especial si se trata de los espacios relacionados con los procesos de Memoria, Verdad y Justicia.

Si hay algo que quedó claro luego de un año de gestión y del consecuente giro económico, político y social es que para el gobierno la cultura representa un gasto. Una suma de dinero injustificable a menos que se utilice para respaldar los grandes eventos promocionales de los circuitos masivos, excluyentes de toda diversidad.

Quizás el caso más reciente sea el del Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti, ubicado en la ex Esma. A principios del mes de noviembre, el Secretario de Derechos Humanos y Pluralismo Cultural de la Nación, Claudio Avruj, declaró que el presupuesto estaba “sobreestimado”. Sostiene que alcanzan 7 millones de pesos para su funcionamiento, en lugar de los 25 presentados para el presupuesto de 2016. Al igual que muchos otros espacios culturales, el centro enfrenta un brutal desfinanciamiento. Sus puertas se mantienen abiertas gracias a la voluntad de los trabajadores que mantuvieron las actividades a pesar de que no hay dinero para fletes o para los honorarios de los artistas.

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Foto: latinta.com.ar

Como sucede con el resto de los recortes que han afectado al ámbito cultural en el último tiempo, las partidas no responden a restricciones presupuestarias, sino a decisiones políticas. De acuerdo al relevamiento realizado por el equipo del legislador de Nuevo Encuentro, José Cruz Campagnoli, los gastos publicitarios de la Ciudad aumentarán para el año electoral de 700 a 1400 millones de pesos, un 59% más de lo previsto para el 2016. Según el informe “con apenas el 5 por ciento del presupuesto destinado a publicidad se podría garantizar el normal funcionamiento del Ente Público Espacio para la Memoria y para la Promoción y Defensa de los Derechos Humanos”.


Emergencia cultural

A los despidos le siguió la implementación de una política económica que afectó profundamente a los espacios culturales y en especial a aquellos que forman parte de los movimientos autogestivos e independientes, que en el mes de mayo se declararon en emergencia. Las nuevas tarifas de los servicios públicos, que llegaron a incrementarse hasta en un 400%, provocaron el cierre de numerosos  lugares frente a la imposibilidad de afrontar costos. Establecimientos que pagaban $1800 de luz recibieron facturas por $8000 y algo similar sucedió con el agua, donde las tarifas pasaron en algunos lugares de $1000 a $6000.

A los despidos le siguió la implementación de una política económica que afectó profundamente a los espacios culturales y en especial a aquellos que forman parte de los movimientos autogestivos e independientes, que en el mes de mayo se declararon en emergencia.

Pero esta no es la primera ocasión en que los gestores de espacios y trabajadores de la cultura vieron peligrar el funcionamiento de sus espacios. En la Ciudad de Buenos Aires sigue existe una política de persecución y clausuras arbitrarias que se mantiene a pensar de haberse sancionado en diciembre de 2014 la Ley de Centros Culturales, normativa creada para respaldar un modelo de gestión cultural hasta ese momento no contemplado, pero ampliamente difundido.


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La noche de las librerías

El reordenamiento de las políticas afectó también al rubro editorial. Según un informe presentado por la Cámara Argentina del Libro (CAL), durante el primer semestre la venta de libros cayó un 22% respecto del mismo período en el año anterior, lo cual contrasta con el aumento de las importaciones, que promedia el 50%. Estos factores, combinados con el aumento tarifario provocaron que muchas librerías tuvieran que cerrar definitivamente sus puertas. Lo que para los grandes medios fue «renovar la pasión por el libro», significó en realidad la inevitable necesidad de liquidar el stock, como paso previo a la pérdida del negocio y la fuente de empleo.

 El Sistema Provincial de Bibliotecas de la provincia de Buenos Aires está también en riesgo por falta de financiamiento. El gobierno provincial se niega a reglamentar la ley 14.777 que establece la subvención a los bibliotecarios y empleados por «errores de tipeo» en la normativa.

Además de la disminución en el consumo y la producción, sectores relacionados con el rubro editorial sufrieron otros retrocesos. El Plan Nacional de lectura, que implicaba la compra y distribución de libros a lugares de menores recursos de todo el país, hoy se encuentra virtualmente cerrado.  El Sistema Provincial de Bibliotecas de la provincia de Buenos Aires está también en riesgo por falta de financiamiento. El gobierno provincial se niega a reglamentar la ley 14.777 que establece la subvención a los bibliotecarios y empleados por «errores de tipeo» en la normativa. La última vez que se depositó un pago fue en el mes de mayo. 

Estas son sólo algunos de los ejemplos representativos de una política cultural conservadora y exclusiva que centraliza los recursos materiales y simbólicos, a diferencia de los proyectos como el de la Ley Federal de Culturas que, de contemplarse, implicaría la visibilización de redes autogestivas, comunitarias e independientes. En lugar de eso, las directivas tienen a su desconocimiento y persecución, justificadas bajo un discurso que las califica de demagogia.


Foto de portada: resumenlatinoamericano.org

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