Crímenes ocultos: la muerte, el amor y el barro de la historia

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La Rusia de Stalin es el escenario de «Crímenes ocultos«, el film que aquí nos convoca (con todas las connotaciones y contradicciones que el asunto acarrea). Se sabe que el mainstream, por haber surgido en el seno de la cultura norteamericana, nunca ha tratado muy bien a los rusos (entiéndase este mote como colectivo de las numerosas nacionalidades que solía agrupar a todos los habitantes de la ex URSS). La obra de Daniel Espinosa no es la excepción. En términos generales, puede decirse que el retrato del mundo soviético –restringido estrictamente a las características del régimen estalinista– resulta ingrato a la hora de dar cuenta de la historia de un pueblo que sin lugar a dudas registró muchos más matices de lo que este cine está dispuesto a mostrar.



En la mayoría de estos films se construye una suerte de caricatura del soviético: suele trazarse un personaje bruto, grotesco, que habla mal, violento, despiadado, usualmente malhumorado y amante del vodka. En este sentido, puede decirse que Crímenes ocultos se despega de la media porque construye un relato con personajes más complejos, elaborados y creíbles. En síntesis, cuenta una historia mínima enmarcada en el macro-relato de posguerra y esa macro-historia, a su vez, funciona como pivote para comprender el contexto más amplio. Este mecanismo tendría una mayor eficacia si no se redundara en el recurso moral de poner “fuera de juego” a los rusos desde un principio.

Si en la primera escena se nos muestra cómo uno de los soldados asesina despiadadamente a un granjero y su esposa, dejando a sus dos niñas huérfanas para siempre, ¿qué otro concepto podrá reconstruir el espectador sobre los hombre del Este sino la imagen de una bestia irracional, que sólo es capaz de actuar bajo las órdenes y los instintos? Negar las atrocidades del totalitarismo estalinista sería vendarse los ojos ante los hechos de la historia, pero exaltarlos con el único fin de habilitar la comparación entre este régimen y el nazismo, echando por tierra todo un pasado de sueños revolucionarios y empresas emancipadoras, es algo así como ponerse un parche y negarse a ver una parte del todo. A la historia, es conveniente mirarla a la cara, sin vendas ni parches.

Dicho esto, podemos lanzarnos al análisis de este film que –como se ha señalado– no escapa a los estereotipos más difundidos sobre el universo soviético, pero que –aún así– registra ciertos méritos que merecen alguna mención.

Primero lo primero. ¿Para qué va uno al cine? Muchos sugieren: para que nos cuenten una historia. Y efectivamente no hay nada más liberador que sentarse en la butaca y dejarse arrastrar de las narices por la senda del relato al compás del “había una vez…”. Crímenes ocultos nos cuenta un relato basado en la novela de Tom Rob Smith, un gran relato que nos mantiene expectantes, en permanente tensión, alerta a los giros inesperados de la historia. Está elaborado, además, a partir de personajes complejos, atrapantes, cuyas intenciones y deseos no son del todo claros hasta el último segundo; aquí el director utiliza magistralmente el recurso de la ambigüedad. Más de una vez, interpretamos como ambiguo aquello que sencillamente es inentendible y equívoco, pero no parece ser este el caso: Espinosa y sus protagonistas saben muy bien hacia dónde van los personajes; quienes desconocen sus propósitos son –por voluntad del director– los espectadores. El hilo narrativo es eficaz: atrapa y nos guía en la lógica inmanente de lo narrado.

Pero, ¿de qué se trata ese gran relato? Tiempo: 1953. Lugar: Rusia. Régimen comunista bajo el liderazgo de Stalin. Leo Demidov (Tom Hardy en una destacable actuación), es un agente secreto de la policía soviética y goza allí de un gran prestigio hasta que su jefe (Vincent Cassel: un rostro que debería aparecer más en pantalla) le encomienda su próxima misión. El blanco a ser investigado por presunta traición al gobierno salió de una confesión bajo tortura, y el nombre es Raisa Demidov (Noomi Rapace), la esposa de Leo.

Cuando él entrega su informe alegando la inocencia de la mujer, los altos mandos lo condenan al exilio en un pequeño pueblo de la provincia, con un rango mucho menor del que gozaba en Moscú. Allí intentará volver a empezar, pero las discrepancias al interior de la pareja, la revelación de ciertas verdades y una serie de asesinatos de niños en diferentes puntos del país, amenazan la tranquila vida de Leo. Él, Raisa y el General Nesterov (el indiscutido Gary Oldman) se unen para hallar a este asesino serial y en el transcurso de esa búsqueda de justicia se toparán con todos los matices y las grietas del sistema que defienden y del cual, después de todo, forman parte. Al mismo tiempo, Leo y Raisa limarán asperezas y entre ellos volverá a germinar el amor, un amor más genuino y libre de la antigua sumisión a la que Raisa se había entregado casi por resignación.

Por otra parte, la fotografía es excelente, y tanto el vestuario como el maquillaje logran una adecuada caracterización de los personajes, que contribuye a ambientar al público en tiempo y espacio. Las locaciones también fueron bien pensadas: la gran ciudad (Moscú) en contraste con el pequeño pueblo sombrío (Rostov), las oficinas de los altos mandos militares, la escuela, el bosque, las vías férreas. Por todos estos lugares transitan los personajes y despliegan sus tramas.

Hay escenas impactantes como aquella de la pelea en el tren o la de la lucha en el barro; ambas son cinematográficamente logradas (aunque por momentos el movimiento vertiginoso de la cámara atenta contra la atención del espectador), pero hay allí cierta impronta occidentalista que propone una óptica sesgada sobre la idiosincrasia de estos hombres. Se expone a los cuerpos en su estado más puro, más primitivo; se exalta –nuevamente– lo bestial, lo animalesco de estos seres humanos, y en esa propuesta se rastrea una evidente intencionalidad, cierto aire forzado que convierte a esas escenas en algo innecesario.

Un pequeño retruque (pero ya no a Espinosa sino a la industria toda): actores de la talla de Gary Oldman o Vincent Cassel ciertamente no pueden ser tan desaprovechados, relegándolos a roles secundarios, sin peso en el relato.



FICHA TÉCNICA de Crímenes ocultos:  

Título original: Child 44

País: Estados Unidos

Año: 2015

Director: Daniel Espinosa

Reparto: Tom Hardy, Noomi Rapace, Gary Oldman, Vincent Cassel

Autores: Richard Price (guión) – Tom Rob Smith (novela)

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