¿Alegria não tem fin?

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Un país agitado y una inauguración olvidable. Un penal fantasma y un gol anulado. La pelota en el centro, veintidós protagonistas estelares y otros millones y millones que también forman parte (de distintas maneras) desde todos los rincones del planeta. Suena el pitazo inicial y al fin podemos decir que llegó el ansiado 12 de junio del 2014, el día que todo el mundo fútbol estuvo esperando desde que España se consagró campeón ante Holanda en Sudáfrica, el 11 de julio del 2010. La cita es en el estadio Arena Corinthians de San Pablo, Brasil, y el marco está muy revolucionado tanto dentro como fuera de la cancha. Adentro hay un partido de fútbol, afuera se juegan cosas más difíciles de explicar. En el verde césped los jugadores intentan cortar las chances de gol del equipo rival, mientras que en el pavimento caliente de la ciudad se cortan calles y servicios de transporte como medio de protesta. Claro, adentro de la cancha también se protesta, pero un penal inventado o un gol mal anulado nunca serán comparables con lo que sucede afuera. Mientras tanto los grandes monstruos de los negocios sonríen al saber que durante un mes serán los dueños de una de las pasiones más grandes que existen, el fútbol. El espectáculo está montado y ya no hay marcha atrás. Brasil le ganó 3 a 1 a Croacia con dos goles de Neymar y uno de Oscar.

Y a todo esto, de este lado estamos nosotros, los hinchas argentinos, comiéndonos los codos a la espera de nuestro debut del domingo ante Bosnia-Herzegovina, en el mítico estadio Maracaná de Río de Janeiro. Para matar la ansiedad juntamos figuritas, jugamos al prode, fantaseamos con el posible trayecto que la albiceleste debe recorrer para llegar a la final y recibimos, por supuesto, una sobredosis de información mundialista. En casa hablamos del mundial, en el laburo hablamos del mundial, en la calle hablamos del mundial y en el Facebook, naturalmente, también hablamos del mundial. Algunos creyentes preparan sus cábalas y se alejan de las mufas, mientras que los más emprendedores organizan las juntadas con picada y cerveza de por medio. Claro está que llevamos el fixture a todos lados para saber quién juega, contra quién juega y a qué hora juega, y aunque lo podamos chequear por la web nos negamos porque sabemos que no es lo mismo. La tele está siempre prendida en cualquier canal deportivo y si TyC Sports pasa el comercial del Papa Francisco, nos preguntamos si será verdad que Dios es argentino.

Según lo que se pudo apreciar en las prácticas del equipo en Brasil, los once para el domingo van a ser los habituales, con la única incógnita de si será Lavezzi o Higuaín el jugador que complete la formación titular. Durante todo su ciclo, Sabella nos fue acostumbrando a mencionar de memoria la alineación con la que esta selección irá a buscar la gloria al país más ganador de la historia de los mundiales y los nombres son: Romero; Zabaleta, Garay, Fernández, Rojo; Gago, Mascherano, Di María; Messi, Agüero y Lavezzi o Higuaín. Aquí están, ellos son los que el próximo domingo saldrán a la cancha para comenzar con la búsqueda del sueño dorado de la copa del mundo. Hace 24 años que Argentina no logra superar los cuartos de final en un mundial y, como siempre, todas las expectativas están puestas en que este año (y en la casa del eterno clásico vecino) volvamos a ver a la celeste y blanca en lo más alto del fútbol internacional. Y aunque (quizás) seamos capaces de comprender que esto es simplemente un deporte que no va a cambiar nuestras vidas, también comprendemos que las pasiones (por más irracionales que sean) solo se sienten y no se pueden explicar con palabras. Si este año se nos da, la paradoja de la eterna pero al mismo tiempo efímera victoria futbolera, será la que nos permita recordar para toda la vida que una vez más fuimos los mejores por un rato.

¡Vamos Argentina!