Excarcelación para Magnacco, el partero de la ESMA

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La agrupación H.I.J.O.S. Capital denunció el otorgamiento de la excarcelación pedida por Jorge Luis Magnacco, quien fuera el obstetra que trataba los partos en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) durante la dictadura cívico-militar. La resolución fue firmada por los jueces del Tribunal Oral Federal Nº5 Daniel Obligado y Adriana Palliotti y con esta decisión el genocida tendrá «vigilancia electrónica» en su domicilio.



«No es un vecino: es un genocida», señalan en el comunicado compartido por el organismo de Derechos Humanos H.I.J.O.S.  Allí denunciaron el otorgamiento de la excarcelación pedida por Jorge Luis Magnacco, quien fuera el partero en la ESMA durante el genocidio. Magnacco fue condenado por participar en el robo de bebés llevado adelante en el centro clandestino en el que pasaron al menos 37 mujeres embarazadas.

Desde la agrupación exigen que el genocida diga dónde están las personas que nacieron en la ESMA. «Fue el primer genocida escrachado por H.I.J.O.S. en plena impunidad. También lo denunciamos cuando incumplía el arresto domiciliario. Cuando dentro de poco lo veas en el barrio, tené cuidado con tus hijos: el de la foto y el video participó en el robo de bebés en la ESMA. Sabe dónde están los nietos de las Abuelas de Plaza de Mayo y mantiene el silencio», señalaron.



Con esta decisión, el genocida tendrá «vigilancia electrónica» en su domicilio. «Cuando dicen que hay que dejar atrás al pasado, lo que están dejando es sueltos a los genocidas. ¡Alertas los vecinos/as! Mientras las mujeres detenidas-desaparecidas en la ESMA parían a sus hijos e hijas y los genocidas se los robaron y apropiaron, Magnacco estaba ahí: era el obstetra de la ESMA. Este genocida fue parte del plan sistemático de robo de bebés. Como médico (obstetra), juró cuidar la vida. Como genocida de la ESMA, se dedicó a robarla», aseguraron desde H.I.J.O.S.

La resolución fue firmada por los jueces del Tribunal Oral Federal Nº5 Daniel Obligado y Adriana Palliotti. «Cuando tuvo el beneficio de la domiciliaria, la «garante» era su pareja. Garantizó que el genocida paseara por el barrio sin autorización. No puede volver a su casa», informaron desde el organismo y sentenciaron: «El único lugar para un genocida es la cárcel común».



 

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