Reseñas Caprichosas – «Esto que brilla en el aire» de Cecilia Pisos: los anteojos de la infancia

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Esto que brilla en el aire (Fondo de Cultura Económica, 2017), de Cecilia Pisos, aporta un tono fresco que escapa a los lugares comunes y explota la dimensión lúdica de forma creativa. Ganador del Premio Hispanoamericano de Poesía para Niños 2016, este libro, acompañado por las poderosas ilustraciones de Ana Pez, condensa una profundidad que pone en cuestión las etiquetas que separan de forma tajante lo infantil de lo adulto.



Sobre la autora

pisos-ceciliaCecilia Pisos nació en Buenos Aires, Argentina, en 1965. Es Licenciada y Profesora en Letras por la Universidad de Buenos Aires y tiene un Diploma en Gestión Cultural y Políticas Culturales por la Universidad Autónoma Metropolitana de México-OEI. Trabajó como editora especializada en literatura infantil y textos escolares. Es autora de más de 80 libros de narrativa y poesía para niños y jóvenes, publicados en Argentina, México y otros países, entre los que cuales se encuentran ¿Te lo cuento otra vez? (Libresa, 2003), Un cuento por donde pasa el viento(Sudamericana, 2004) Como si no hubiera que cruzar el mar (Alfaguara, 2005) y Pampa (La brujita de papel, 2017). El más reciente, Esto que brilla en el aire (Fondo de Cultura Económica, 2017),  ganó el Premio Hispanoamericano de Poesía para Niños 2016.

Sobre la ilustradora

ana pez pencil 150Ana Pez nació en Madrid, España, en 1987. Además de ilustradora, también es licenciada en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y profesora de dibujo. Obtuvo varios premios, entre ellos, la Mención especial, en la categoría Opera Prima, de los BolognaRagazzi Award 2015 por Mon Petit Frère Invisible (L’Agrume), la Mención Especial en el V Catálogo Iberoamericano de Ilustración (Fundación SM, El Ilustradero y la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, 2014). Entre sus libros se encuentra Mi pequeño hermano invisible (Editorial Libre Albedrío, 2015)

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Los anteojos de la infancia

Para los más chicos, el juego es una actividad fundamental que les permite tomar contacto con el mundo, reinterpretarlo y abrir su propio camino. Esto que brilla en el aire (Fondo de Cultura Económica, 2017), de Cecilia Pisos, plasma esta dimensión lúdica de forma ingeniosa, desplegando un abanico de posibilidades que estimulan la creatividad, a la vez que habilitan una forma alternativa de contacto con todo lo que nos rodea.

La inversión de roles y la personificación son los recursos que la autora utiliza con destreza para hacer de la atención minuciosa la cualidad esencial del poemario. A cada página, la naturaleza cobra vida, sorteando la rigidez de lo cotidiano y abriendo interrogantes que incluso pueden provocar en los más grandes una retrospección a la propia infancia. «¿Quién me explica por qué/ si sólo paso la mano/ por el lomo peludo/ de mi perro/ es el entero mundo/ el que se calma?»

Versos como “Mi voz es muda/ por eso sólo tu ojo/ hace que suene” o “que nada de este brillo/ es nuestro/ – ni de él ni mío -/ sino, nomás,/ prestado” dan cuenta de una intención reflexiva presente a lo largo de todo el libro. La profundidad que subyace bajo elementos aparentemente inocentes reconfirma así la potencia de la poesía infantil, poniendo en cuestión aquellas etiquetas que muchas veces la separan de forma tajante del mundo adulto, en un intento de encorsetarla en una categoría menor. 

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Esto que brilla en el aire


Sin caer en lugares comunes, el ojo transformador que se posa sobre la naturaleza ofrece giros condensados en pocas palabras, dando lugar al misterio, a la presencia de algo que queda flotando en el aire y que puede ser tomado para continuar historias que reviertan todas las lógicas. “¿Y cómo hace/ una estrella/ cuando quiere/ pedir su buen deseo?// Se sienta/ a ver pasar aviones/ y elige fugaz/ un pasajero con el dedo”. Todo esto es acompañado por las poderosas ilustraciones de Ana Pez, que logran captar el núcleo de los poemas, creando juegos conceptuales que transmiten un sentido global, sin cerrar las interpretaciones ni descartar contenidos. 

De esta forma, el poemario incentiva a los más chicos a cuestionarse y a explorar su entorno, pero también aprovecha la visión y las sensaciones no contaminadas de la niñez, funcionado como esos anteojos que de vez en cuando los adultos pueden usar, para recorrer caminos que dejaron olvidados sin que por eso dejaran de ser necesarios. 



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