Corralón: “Este tipo de historias puede nacer desde una productora de artistas, no de empresarios”

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La Primera Piedra estuvo en la conferencia de prensa de Corralón, un film de Eduardo Pinto protagonizado por Luciano Cáceres y Pablo Pinto en donde se retratan las disputas entre clases sociales a través de un relato costumbrista que en su segundo acto vira hacia el suspenso y el thriller de terror psicológico. La película no sólo es osada desde sus contenidos sino que también expresa ese atrevimiento desde lo formal: con una poética y una estética muy personales, Pinto construye el conurbano bonaerense desde sus márgenes y haciendo valer su rol de local. Corralón fue íntegramente filmada en el partido de Moreno, lugar donde nacieron y crecieron los hermanos Pinto. Estreno: jueves 2 de noviembre.


Rodaje en el conurbano

— ¿Cómo fue la experiencia de rodar en Moreno?

EDUARDO PINTO: — Con Pablo [Pinto] tenemos cierta relación con el oeste: nacimos en Moreno; Luciano [Cáceres] es de General Rodríguez y también tiene familia en Moreno. La idea era volver al barrio para hacer la película después de haber hecho nuestros caminos fuera de ese espacio. Moreno y su gente nos dieron la posibilidad de poder concretar este proyecto. Una película es un hecho cultural, y cada vez que uno va a filmar a un lugar recibe ese apoyo.

LUCIANO CÁCERES: — La película no podía ser en otro lado porque habla del conurbano, del Gran Buenos Aires, y ahí jugamos de local. No somos turistas que pintan el conurbano de un modo marginal, sino que nos paramos en el margen para contar esa historia que es Corralón: una película que pinta personajes posibles y reales bajo la mirada de nuestro gran director, que le aporta poética y estética haciendo que este verosímil puede meterse en cosas tan complicadas como convertir al personaje de Ricardo en un perro.

— ¿Por qué creen que surgen esta clase de historias?

LC: — Lo que estamos viviendo no está muy bueno y por eso nos salen estas historias. A veces estamos intolerantes, enfrentados, y ni siquiera sabemos bien por qué. Todo se vuelve cada vez más individualista. Al mismo tiempo, trabajar en el proyecto implicó armar un equipo y ponernos en sintonía. Esta es una película independiente donde no se pagaron sueldos, no se recibió apoyo del INCAA y se hizo con recursos nuestros: el oficio de los profesionales y el aporte fundamental de la gente de Moreno que nos prestaba los baños para cambiarnos, nos habilitaba un mate o colaboraba como extra.

Una película que pinta personajes posibles y reales bajo la mirada de nuestro gran director, que le aporta poética y estética haciendo que este verosímil puede meterse en cosas tan complicadas como convertir al personaje de Ricardo en un perro

EP: — Como artistas tomamos un hecho social real que es la intolerancia, la discriminación, los enfrentamientos de clases sociales, y a partir de ahí construimos una ficción. Los yanquis elaboran films mucho más violentos que este. Y ese es el juego que intentamos presentar: una ficción montada sobre una problemática que sufrimos todos.

JOAQUÍN BERTHOLD: — Hay también algo de lo animal y los instintos que está bueno destacar. Aparece esta idea de la intolerancia sin saber por qué: más allá de lo político de ayer y hoy, históricamente hemos estado siempre un poco a los codazos, y creo que Corralón también incluye una reflexión sobre eso.


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El nombre es por la abuela de mis socios, que se llamaba Eusebia y solía contarles historias en la higuera del fondo de la casa.


Productora independiente

— ¿Por qué la productora que armaron se llama Eusebia en la Higuera?

LC:Eusebia nace del encuentro de estos dos hermanos: uno actúa; el otro dirige y hace fotografía, y además hay un primo de ellos. Con Pablo estábamos filmando Cien años de perdón, me contó sobre el proyecto e inmediatamente le dije que quería formar parte. El nombre es por la abuela de mis socios, que se llamaba Eusebia y solía contarles historias en la higuera del fondo de la casa. Es lo que nos proponemos con esta productora: contar historias desde nuestro punto de vista, teniendo en cuenta que se puede hacer otro tipo de cine.

EP: — Eusebia nace como un espacio para poder contar nuestras historias sin ningún tipo de trabas. Corralón es una película extraña, atípica, y al hacerla nosotros mismos transitamos lo desconocido, lo inconsciente. No sabíamos en qué iba a terminar. En teatro quizás hay más libertad para experimentar, pero en cine cuesta mucho más porque hay señores que van decidiendo hacia dónde tiene que ir tu obra. Este tipo de historias puede nacer desde una productora de artistas, no de empresarios. Esa fue la apuesta.


Alerta en el INCAA

— ¿Qué opinión les merece la actual gestión del INCAA?

LC: — Es un momento de alerta. Tener una opinión es bastante complejo porque es como si todavía no hubiese arrancado la nueva gestión, y con todos los cambios que va sufriendo no se termina de saber qué es lo que va a pasar. Parece que no va a haber presupuesto y eso nos pone en alerta. Sentimos, paralelamente, que está ingresando dinero en el instituto porque hay películas a las que les va muy bien; sin embargo, es cierto que se está rodando mucho menos. El INCAA nos facilitó el Gaumont y otras salas del país y estamos muy agradecidos por eso, pero también sabemos que es un lugar que nos pertenece porque hacemos cine. Obviamente la situación nos preocupa y la industria está parada. Es una realidad: no se hacen las películas que se hacían antes.  Hay una historia del cine que está cayendo en picada.

EP: — Creo que el INCAA nos tendría que ayudar un poco más; hoy está paralizado. La realidad es que no se está filmando como antes.

Obviamente la situación nos preocupa y la industria está parada. Es una realidad: no se hacen las películas que se hacían antes.  Hay una historia del cine que está cayendo en picada.

LC: — También es importante decir que hay un cine necesario y tiene que tener un instituto que fomente el trabajo de los artistas. Eso es algo que va más allá de la taquilla. Obviamente sabemos que hay productores chantas que con el dinero del financiamiento por ahí se compran una casa, pero es un instituto que le pertenece a la cultura del cine y son ingresos genuinos. Tenemos que estar alertas para defender eso.


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Origen de la idea

— ¿Cómo surge la idea para la película y por qué elegiste reducir el personaje de Ricardo a un perro?

EP: — De una serie de fotos que yo estaba haciendo sobre casas tapiadas. Lo que me llamaba la atención de ese acto de cerrar puertas y ventanas era la separación entre lo que queda adentro y lo que queda afuera. Se tapa todo para que no entre ningún intruso, pero algo siempre queda del otro lado. La aparición de la figura del perro tiene que ver con esta historia de amigos que también queríamos contar. El perro es un reflejo de nuestra sociedad: hay perros rabiosos, libres, encadenados, los grandes amigos.

Corralón siempre está al límite y va cambiando de género: empieza como un relato costumbrista, después pasa por el suspenso y termina en terror psicológico

— ¿Por qué la decisión de filmar en blanco y negro?

EP: — Corralón siempre está al límite y va cambiando de género: empieza como un relato costumbrista, después pasa por el suspenso y termina en terror psicológico. La película en blanco y negro es el gran cimiento para sostener esta historia: el color hubiese convertido ciertas escenas en algo bizarro. Esto nos daba una estética expresionista en el Gran Buenos Aires, gótica, y el blanco y negro también es el invierno.

LC: — Nos pasaba de ver el cuadro por la cámara en blanco y negro, y luego salir del cuadro y seguir viendo un conurbano gris, con esos cielos grises del tiempo que estábamos teniendo. Y como dato de color, en ese momento yo estaba haciendo Los ricos no piden permiso y con ese pelo platinado iba a quedar demasiado cool para un camionero, ¿no?


Anécdotas

— ¿Alguna anécdota que recuerden del set?

PABLO PINTO: — ¡Yo tengo una! En la escena en la que Ismael tiene que incendiar el auto, nos habíamos quedado sin nafta. Ese día Luciano tenía el día libre y mandó un mensaje; le dijimos que estábamos filmando y se vino para el set. Como lo vimos ahí paradito, le dimos un bidón para que fuera a buscar nafta. Tardó muchísimo. Cuando volvió le preguntamos qué había pasado y nos dijo que se había demorado firmando autógrafos y sacándose fotos con la gente. También vimos que había un señor mirando por la ventana, así que nuevamente le pedimos a Luciano que fuera a avisarle que estaba todo bien, porque estábamos incendiando un auto. Cuando apareció él le dijo: «Ah, menos mal que sos vos porque ya iba a llamar a la policía».

LC: — Y después pasó algo muy lindo: la gente que iba a ver la filmación aplaudía las escenas como si estuviera en el teatro. Presenciaban las tomas sentados en sus sillitas, tomando mate, e inmediatamente después del «¡corte!» de Eduardo se escuchaba una ovación.



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