El regreso: un ejercicio teatral-policial

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El regreso, historia de una traición es la obra escrita por el dramaturgo irlandés Brian Friel y dirigida por el legendario Agustín Alezzo. Se trata de una propuesta muy interesante y un tanto atípica, porque combina la pura ficción con la intervención permanente de un «personaje-director» que organiza el esquema de recuerdos de la familia Butler al modo policial de una minuciosa reconstrucción de los hechos del crimen, con el fin de desentrañar la verdad más cruda. La función de prensa se desarrolló el miércoles entre varios invitados y la presencia de Agustín Alezzo en el palco. La Primera Piedra asistió al evento y aquí pueden leer la crítica. La obra va de jueves a domingos a las 20.30 hs. en el Centro Cultural 25 de Mayo (Av. Triunvirato 4444).



Hay en esta estructura dramática creada por Friel y dirigida por Alezzo un elemento esencial que organiza toda la obra: la administración del secreto. Como en todo familia, los Butler guardan varios secretos: algunos miembros están al tanto y otros ni siquiera los sospechan. Esos recuerdos son aquello que motoriza la acción de los personajes, pero los fragmentos no estallan descontroladamente en la escena sino que son administrados por la puntillosa mano del «personaje-director» (Carlos Kaspar), quien se ocupa de poner a los espectadores en clima, ubicarlos en el espacio-tiempo de la narración y presentar a cada uno de los involucrados.

Siempre vigilados de cerca por el «personaje-director», ellos despliegan sus dramas en escena y abren un poderoso juego entre arte/vida que resultará muy interesante porque combina en esa dinámica lo lúdico del ejercicio teatral y la cruda solemnidad del universo policial

El regreso 2

El director es quien administra esas secuencias de memoria y organiza cada escena como si se tratara de una reconstrucción del crimen o un ejercicio teatral. Esa irrupción en medio del relato, inesperada aunque planteada desde el inicio, funciona como propulsor de las acciones y genera una vigorosa disrupción. La familia Butler está liderada por Frank (Alejandro Fain), un padre militar extremadamente estricto y demasiado frío en el trato con sus hijos: Helen (Lorena Saizar), Myriam (Magela Zanotta), Tina (Sol Fassi) y Sean (Federico Tombetti). Su madre ha fallecido hace poco tras una larga enfermedad, y Frank intenta rehacer (o hacer) su vida junto a Anna (Stefania Koessl), su nueva mujer.

El secreto en cuestión es revelado poco después del inicio, pero no tiene sentido anular la sorpresa desde estas líneas (la obra funciona mejor si se lo ignora). El dato velado involucra a dos miembros de esa familia, que no podrán continuar sus caminos con esta verdad sobre sus espaldas. Los Butler se reúnen para celebrar el tan ansiado ascenso de rango logrado por Frank y un posible traslado a Dublín. Toda reunión familiar que se haya hecho esperar algún tiempo supone revivir recuerdos gozosos del pasado, pero también viejas riñas y rencores (y los Butler no son la excepción).

El personaje de Charlie sin dudas es uno de los que genera mayor empatía y gracia porque, aún con breves apariciones, se convierte en una suerte de alter ego del espectador

Siempre vigilados de cerca por el «personaje-director», ellos despliegan sus dramas en escena y abren un poderoso juego entre arte/vida que resultará muy interesante porque combina en esa dinámica lo lúdico del ejercicio teatral y la cruda solemnidad del universo policial del cual se retoma el esquema organizador de la reconstrucción del crimen. Por momentos la acción parece estancarse en el idilio del recuerdo feliz (sobre todo con el reencuentro de las tres hermanas), pero esa armonía se quiebra cuando Sean irrumpe en escena y aporta cierta euforia inquietante. Él parece oscilar todo el tiempo entre el estado de superación y la locura.

Bernardo Forteza en el rol del Padre Tom y Claudio Amato como Charlie suman cierto destello de luminosidad en este relato; ellos son quienes encarnan la ajenidad, son los agentes externos a la familia, quienes observan todo desde afuera (aunque siempre con un pie adentro de esa confusa trama), e intentan inmiscuirse en los dramas familiares de los Butler con afán aleccionador o bien con cierta intención morbosa. El personaje de Charlie sin dudas es uno de los que genera mayor empatía y gracia porque, aún con breves apariciones, se convierte en una suerte de alter ego del espectador: se trata de un voyeur que se complace presenciando el drama ajeno, un espía que (aún sin quererlo) se regocija en el placer de ver sin ser visto.

Una excelente opción para quien gusta de los dramas familiares y de los relatos bien construidos.



Funciones: Jueves a domingos a las 20.30 hs. en el Centro Cultural 25 de Mayo (Av. Triunvirato 4444)
Localidades desde $200

FICHA TÉCNICO-ARTÍSTICA
Elenco: Carlos Kaspar, Bernardo Forteza, Stefania Koessl, Claudio Amato, Sol Fassi, Lorena Saizar, Magela Zanotta, Alejandro Fain, Federico Tombetti
Asistencia de Dirección: Edgardo Millan
Diseño de Escenografía: Marta Albertinazzi
Adaptación Escenográfica: Jorge Ferrari
Diseño de Iluminación: Félix Chango Monti
Diseño de Vestuario: Analia Morales
Músicos: The Oxers + The border reivers
Asistente de Escenografía: Luciana Uzal
Asistente de Iluminación: Magdalena Berretta Miguez
Arte y Diseño Gráfico: Pablo Bologna
Traducción de Texto: Marina Durañona
Adaptación de Texto: Agustin Alezzo
Realización Escenográfica: Juan Edgardo Reynoso
Fotografía: Ignacio Lunadei
Producción Ejecutiva: Ezequiel Procopio
Producción Artística: Sebas Rojas

 

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