Reseñas Caprichosas – «La dueña de mi poesía» de Pablo Grinjot: la musicalidad del amor

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El libro y disco La dueña de mi poesía (Alto Pogo, 2017) de Pablo Grinjot propone detenerse en el ritmo propio del amor, con sus aceleraciones, silencios y su musicalidad. Con las letras publicadas en formato de libro de poesía, el lector puede inventarse distintas melodías para cada una, generando que este disco tenga infinidades de posibilidades más allá de las 11 canciones que muestran el estilo particular de Grinjot. 


Sobre el autor

grinjot perfilPablo Grinjot nació en Buenos Aires en 1972. Es pianista y violinista. Se formó en música clásica y contemporánea en la Universidad Católica Argentina. Grabó los discos Pablo Grinjot (2003), Canciones para Criolla y Ensamble (2006), Rocha (2009), Amor (2011) y Grinjot (2013).


La musicalidad del amor

La dueña de mi poesía (Alto Pogo, 2017) de Pablo Grinjot es un libro y disco que entrelaza las posibilidades de la poesía y la canción, demostrando como las letras de los temas pueden ser leídas como poemas y viceversa. Los 11 poemas-canciones que conforman este libro, además, proponen un juego con el lector, que en su cabeza puede empezar a imaginar distintas melodías a medida que avanza por las páginas del poemario.

Haciendo uso de la estructura del lenguaje popular de la canción, aunque sin utilizar estribillos -o al menos camuflándolos-, las letras de Grinjot dialogan constantemente con la poesía, pudiendo ser leídas en esa clave sin ningún tipo de problema. En ese sentido, la rima ayuda a generar ese efecto. Por ejemplo, puede leerse: «Te tartamudeo y no es lo que yo quiero/ pero me toco esta forma de tratar de hablar/ todos tienen cruces y hasta me seduce/ que cualquiera busque su manera de actuar/ esa lucha constante y cruel contra la mediocridad».

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Desarrollando una historia a lo largo de los poemas-canciones, los cuales a su vez contienen un relato bonsai por sí mismos, Grinjot sabe generar los climas desde la música y las palabras a la perfección, logrando demostrar que el amor y sus historias también tienen su musicalidad: «No querés creer que todo el mundo está a tu pies/ cada cual que atienda sus problemas/ yo no quiero sacarte más el tema/ aquello que fue un corazón/ hoy no es ni un castillo de arena». 

Si como dice Daniel Melingo en la suerte de prólogo de La dueña de mi poesía, donde hace un breve comentario para cada canción, «poniéndonos triste somos los campeones olímpicos integalácticos y mundiales», este libro demuestra que la curva descendente del amor también puede contener belleza en su interior y que el arte puede dar fe de eso sin golpes bajos ni lugares efectistas.

Retomando la historia de los trovadores, esta versión actualizada del siglo XXI sigue poniendo en el centro a la poesía. Después de todo, como dice el propio Grinjot: «Fijate corazón debes progresar/ poner la proa hacia el mundo del amor»/ dejar que el viento te ponga en tu lugar/ andar sin rumbo en el milagro que es hoy/ perder conciencia entregarse al corazón».


 

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