El histórico fin de un ciclo: la despedida a Cristina en Plaza de Mayo

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Ayer por la tarde Cristina Fernández de Kirchner dio su último discurso como presidenta de la Argentina a pocas horas del fin de su mandato. Luego de 8 años en el poder, y de 12 de kirchnerismo, cerró un ciclo frente a militantes y autoconvocados que llenaron la Plaza de Mayo. A continuación, una crónica que narra el histórico cierre del gobierno kirchnerista ante una multitud.



Fotos: Francisco Rodríguez y Gustavo Yuste

Se alzan las manos en el aire con fuerza, separando los dedos para formar un símbolo que muchas veces antes colmó la Plaza de Mayo. Los ojos empapados de emoción se secan en muchos casos con banderas argentinas y se combaten a los gritos de «¡Fuerza compañeros!» que vienen de la mano de abrazos con desconocidos. Hace pocos minutos sobre el escenario hablaba por última vez como presidenta Cristina Fernández de Kirchner y ahora, mientras la multitud comienza a alejarse lentamente, entona incansablemente un «Vamos a volver».

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A las 18 hs del día de ayer tuvo lugar una concentración en la Plaza de Mayo para despedir a la presidenta Cristina Kirchner en su último acto oficial en el cargo. En el interior de la Casa Rosada, se descubriría un busto de Néstor Kirchner en el Salón de Bustos de Presidentes Argentinos. Esa fue la excusa que movilizó a miles de personas hacia el centro de la ciudad para despedirse de quien fuera, hasta hace pocas horas, la presidenta de la Argentina y la líder de un movimiento político que se mantuvo en el poder por los últimos 12 años.

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A medida que se acercaba la hora marcada para el comienzo del acto, la gente empezaba a llegar a la mítica Plaza de Mayo, testigo de grandes movilizaciones que marcaron la historia de nuestro país. La de hoy era una marcha diferente porque no sólo buscaba escuchar a un político, sino hablarle. Querían decirle, gritarle o susurrarle al oído que estaban agradecidos por las decisiones que se tomaron en estos años. Demostrarle con su presencia que en el final también se puede contar con un masivo apoyo popular.

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La Plaza comenzó a llenarse y de repente era difícil encontrar un lugar donde quedarse parado frente a la Casa Rosada. Allí se había armado un enorme escenario rodeado de pantallas que transmitirían lo que sucedía en su interior. Los grupos de militancia kirchnerista eran fácilmente reconocibles entre la multitud por sus banderas y remeras coloridas. Ellos estaban desde temprano agitando sus bombos y cantos en la vigilia de la palabra presidencial. Pero, a pesar de su gran número y sus insginias, los que llamaban la atención eran los otros. Los que venían de saco y corbata, los que llevaron a sus hijos y abuelos, los que viajaron kilómetros para ser una cabecita más en ese mar de gente que aplaudía y cantaba. Esa multitud anónima que se acomodó tímidamente entre puestos de hamburguesas y enormes banderas para ocupar un lugar en la historia.

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Lo único que pudo detener la euforia de los cantos y los bombos fue la voz de la presidenta, que llegó hasta los últimos rincones de la Plaza. Se produjo un silencio contemplativo que se solo se quebraba con los aplausos de quienes querían demostrarle que estaban allí, esperándola. Cuando terminó el pequeño acto conmemorativo al ex-presidente, todos sabían que era hora de que saliera a hablar al escenario. Pero también que esta iba a ser la última vez que la verían en ese lugar, por lo menos por los próximos cuatro años. La espera se hacía intensa pero nadie se movía del lugar que había podido conseguir.

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Una explosión de aplausos dio alerta a los que estaban más atrás que Cristina había aparecido en el escenario. Todas las miradas estaban posadas en ella. Todos los oídos concentrados en sus palabras. Pero nadie se negó la oportunidad de contestarle como multitud a todo lo que ella decía. Muchas veces se hacía imposible escuchar el discurso, porque era más importante aprovechar la oportunidad de demostrarle su apoyo. Cristina habló, como muchas otras veces, sobre las conquistas de su gobierno y en contra de los medios hegemónicos y del poder judicial. Dijo estar orgullosa de poder mirar a todos a los ojos al terminar su ciclo. Sin grandes sorpresas en su discurso de despedida, dio paso a los fuegos artificiales y a la música que invitaba a continuar la fiesta.

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Sin embargo,nadie sabe si la fiesta va a continuar. Ayer después de 12 años se cerró un ciclo político que, con sus grandes victorias y sus groseros errores, va a quedar en la historia de nuestro país. Ayer una parte del pueblo fue a decirle a Cristina Kirchner que, por más de que no estén de acuerdo con todas sus medidas, hay cosas que vale la pena agradecerle. Ayer fue todo eso. Hoy, todo puede ser diferente. Un nuevo ciclo comienza en unas horas y, mientras tanto, la historia se sigue escribiendo.



 

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