TUYA: Una versión mediocre de lo femenino

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Tuya es el estreno argentino de la semana. Los nombres prometen: historia basada en la novela homónima de Claudia Piñeiro (dato alentador para quienes disfrutaron de Las viudas de los jueves o Betibú), dirección a cargo de Edgardo González Amer (tras una breve incursión de Alejandro Doria poco antes de su muerte en 2009) y elenco integrado por Andrea Pietra, Jorge Marrale, Ana Celentano y Juana Viale. Resultado de esta fórmula –en apariencia– ganadora: una película mediocre, monótona, predecible y, por momentos, de lo más inverosímil; una comedia negra con algunos logros interpretativos y ciertos hallazgos en la construcción de los personajes, pero no mucho más.



Tuya es la historia de Inés (Andrea Pietra), una mujer de clase acomodada bastante banal e indiferente hacia su entorno que un día, casi por azar, poniendo un lavado, descubre una carta de amor dirigida hacia su esposo Ernesto (Jorge Marrale). La carta no tiene remitente y el mensaje consiste en un corazón dibujado con rouge rojo, pero la firma es letal: TUYA (“una grasada” según la opinión de Inés, avalada por esta cronista). Ya nos lo habían advertido: de la muerte y de los cuernos, nadie se salva. A partir de aquí, Inés despierta de su letargo y reencarna en ella el espíritu detectivesco de Sherlock Holmes. Necesita saber quién es la “otra”, por qué su marido la engaña, cómo es que no lo advirtió antes. Para responder esos interrogantes, reúne pistas, teje hipótesis y urde planes. En una de sus aventuras, tras interceptar una llamada sospechosa, Inés descubre a su marido in fraganti. Desbordado por la situación extorsiva, Ernesto termina cometiendo un delito más grave que el adulterio: asesina a la “otra”, y su mujer se convierte en la testigo privilegiada del crimen.

La posición que adopta Inés resulta tragicómica, y ese es uno de los pocos hallazgos de la historia: ella se convierte en una suerte de ciega voluntaria, e intenta esconder todas las “infracciones” de su esposo debajo de la alfombra. Ojos que no ven… Entonces se dedica a investigar, borrar huellas, destruir evidencia, ocultar pruebas. Pero toda esa minuciosidad criminalística se verá desmantelada cuando el personaje descubra un secreto más: otra presencia femenina ha llegado a la vida de Ernesto y, por ende, a la suya misma. Ya no puede ser su secretaria porque está muerta, y todo conduce a una mujer mucho más joven: la sobrina de la difunta.

Pero atrevámonos a un análisis un poco más profundo. Esa brevísima palabra (“tuya”), viene a probar lo irrefutable: el engaño. Pero también pone sobre el tapete toda una concepción de lo femenino como elemento catalizador en el relato. “Tuya” define el lugar que se le otorga a la mujer en esta trama. La mujer, en todos los casos, es propiedad del hombre. Mujer es Inés, la esposa, que se ocupa de lavar la ropa de su marido y un día, casi por accidente, se encuentra con el engaño en sus narices, humillada y sin saber qué hacer al respecto. Mujer es Alicia Soria (Ana Celentano), la secretaria obsesionada con su jefe, a quien asiste servilmente en todo lo que puede y de quien depende su entera existencia hasta verse defraudada por el hombre idealizado. Mujer es Charo (Juana Viale), la joven amante que disfruta al ser poseída por este hombre de familia que parece tener muy pocos escrúpulos a la hora de traicionar a los suyos. Y mujer es Lali (Malena Sánchez), la hija adolescente de Ernesto, que no se atreve a confesarle su precoz embarazo y se refugia en los dudosos consejos de una amiga con menos información que Wikipedia.

En este escenario –más allá de toda apariencia– la mujer es colocada en un rol secundario y algo incómodo; ya desde el título se nos advierte la relación de posesión que vincula al hombre y la mujer en tanto figuras arquetípicas. Pese a que el personaje de Ernesto es caracterizado como un hombre bastante imbécil (un tipo que olvida sus cartas de amor en los bolsillos o que es incapaz de notar la redondez de su hija en el quinto mes de embarazo), el mismo relato y la descripción de los personajes femeninos lo colocan en un lugar de poder; su figura se construye como un astro alrededor del cual orbitan sus mujeres: con reverencia, con obsesión, con enfado, con lujuria, con temor o en actitud servil. Todas ellas parecen quedar a la sombra de su estupidez, jugándose algo por él: el honor, la inocencia, el anonimato, la vida misma. Por momentos puede parecer que Inés toma el mando y dirige su destino, pero rápidamente comprendemos que no es más que una mujer humillada por el abandono, destruida por el engaño. Pese a sus padecimientos, ella no logra salir de ese círculo vicioso en el que está condenada a lavar ropa, preparar comida y limpiar la casa para hacer tiempo mientras espera a Ernesto, para conseguir algo de cariño, una mínima atención a cambio del trabajo cotidiano.

Sería interesante también mencionar algunas de las características con las que se identifica el estilo de vida de estas clases sociales. La preservación del honor como principio rector, una reputación que proteger frente a la opinión pública, ambiciones desbocadas, lujuria teñida de poder y mucho tiempo libre para tejer planes que resultarían insólitos para alguien que debe trabajar ocho horas diarias para sustentarse.

Al margen de estas cuestiones casi sociológicas sobre las clases altas y el rol de lo femenino, la película falla desde lo narrativo y no deslumbra desde lo técnico. Destaco la secuencia inicial que sigue los pasos de la protagonista sobre el asfalto en una gran sucesión de planos detalle, aunque durante el resto del film el director parece perder por completo el rumbo de los personajes. Una gran actriz como Ana Celentano sólo aparece fugazmente en los primeros minutos (su personaje no tiene mucha vida), y una actriz mediocre y sobrevalorada como Juana Viale no aporta nada con sus apariciones (la mayoría de ellas, por fortuna,  sin parlamento). Actores de la talla de Marrale y Pietra tienen performances deslucidas y sus personajes no resultan demasiado convincentes. Más allá de algunos momentos logrados por el tono tragicómico con el que planifican la coartada para ocultar el delito, no hay mucho para alabar.

El film está teñido por la depresión y la monotonía de sus personajes, gira sobre un argumento trillado y no registra ninguna originalidad en su tratamiento. Con trucos forzados y estrategias predecibles, aspira a thriller o relato policial y no lo logra.


 


FICHA TÉCNICA

Título original: Tuya

País: Argentina

Año: 2014

Género: Thriller – Comedia negra

Guión adaptado y dirección: Edgardo Gonzélez Amer

Libro: Claudia Piñeiro

Elenco: Andrea Pietra, Jorge Marrale, Ana Celentano, Juana Viale, Malena Sánchez

Producción: 3 MENTES y ALEPH CINE

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