Neurociencia y cyborgs: nuevos horizontes tecnológicos

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¿De qué hablamos cuando hablamos del mejoramiento humano en el siglo XXI?

En el marco del III Congreso Internacional de Bioética: El mejoramiento humano, celebrado en la Universidad de Valencia, se abrieron viejas preguntas acerca de las problemáticas éticas sobre las intervenciones de la ciencia en el campo de la vida. Pareciera que hoy la anatomopolítica y la biopolítica han llegado a un nuevo nivel de intervención: la neuropolítica. Entendemos a ésta como la intervención sobre las neuronas con el fin de crear “mejores seres humanos” en cuanto a salud, apariencia física, así como también más aptos para distintas tareas. De este modo, se podría pensar en nuevos modos de adiestramiento, sutiles y predeterminados, que llevarían a una nueva división del trabajo, inducida de antemano por sujetos externos que podrían decidir los cursos de la vida de los otros, incluso antes de su nacimiento. Frente a este nuevo gran poder de la ciencia y la técnica, ya no es sólo cuestión de preguntarse “¿hasta dónde ha de trabajar la ciencia para mejorar a los seres humanos?”, sino que cabe preguntarse qué significa “hacer hombres mejores” y si esta mejora lleva, realmente, a la felicidad general.

Peter Sloterdijk nos deja en claro que las prácticas que fabrican seres humanos ya se están llevando a cabo, por lo tanto no se trata de establecer justificativos morales o críticas valorativas acerca del tema, sino de tratar de frenar el vacío legal existente al respecto y generar formas coequitativas de existencia entre la técnica, la naturaleza y los hombres. Hoy, en el marco de este nuevo debate, se abre la pregunta acerca de una biomejora moral: la intervención en los procesos biológicos que involucran a la moral y las emociones. De este modo, plantean las nuevas perspectivas, se podría generar una sociedad con un sentido muy amplio de la moral y la solidaridad para una mejor convivencia del género humano. Pero esto abre nuevas dudas acerca de quién decide aquello que es bueno o malo para la población: ¿es realmente ésta la puerta a la felicidad general? ¿Y es que por felicidad general entendemos la felicidad de una mayoría por sobre una minoría que no se deja escuchar?

Si bien pareciera haber una parte liberadora, una utopía técnica-socialista que habla de una era en la que nuevos robots pudieran liberarnos de las tareas y el trabajo, y así llegar a una sociedad de repartición comunitaria de los bienes y humanidad lúdica, en donde los humanos sólo se dedicarían a cultivar el ocio, el placer y la intelectualidad, y en donde la única tarea del hombre sería la de fabricar robots, no podemos contar con que ello realmente suceda. Lejos de estar cerca de una única respuesta, hoy más que nunca necesitamos espacios deliberativos de participación pública sobre los temas que nos ocupan socialmente, y la educación no puede estar al margen de esto. Tenemos en nuestras manos un gran poder, y por lo tanto, una gran responsabilidad, por lo que hay que manejar estas nuevas autopistas desde la crítica.

Esta nota no trata de dar respuestas sino de abrir nuevos interrogantes que hace tiempo nos parecían inverosímiles y hoy forman parte de nuestra realidad cotidiana, cada día más parecida a la vieja ciencia ficción. Es hora de mirar el presente que nos atraviesa y repensar críticamente aquellos acontecimientos que por falta de información o conocimiento se nos escapan de las manos, prestar atención, tomar posición y decidir sobre ellos. De otro modo, serán ellos los que decidan sobre nosotros.