Entrevista a María Brandán Aráoz

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Con alrededor de cuarenta títulos publicados y varias ideas en camino, María Brandán Aráoz creó un universo especial de aventuras, misterio y romance que cautivó a lectores de todas las edades. El año pasado concluyó su famosa saga de detectives adolescentes que comenzó una lejana tarde de 1998 y que despertó la curiosidad de los más jóvenes. Con una sonrisa amable abre las puertas de su departamento para contar su historia; el relato de una mujer que logró inventar sueños de tinta y papel.


— ¿Cuándo empezó su vocación?

En realidad cuando uno es chico sabe lo que le gusta hacer, pero no lo que quiere ser cuando sea grande. A los 9 años yo sabía que me gustaban dos cosas: leer cuentos o que me los leyeran y escribir. Pero no pensé en ser escritora. Era algo raro, era como un sueño imposible. Eso les pasaba a otras personas. Lo que entonces decidí fue ser periodista.

— ¿Cuál fue su primer logro en el ámbito literario?

Mi jefa en la revista donde yo trabajaba me propuso escribir una novela para chicos preadolescentes, entre 10 y 12 años. Hasta ese momento yo escribía por placer, por hobby, pero no había publicado nada. Así fue cómo escribí mi primer libro, Vacaciones con Aspirina, que ganó un premio de Literatura Infantil y Juvenil. Ahí me di cuenta de que eso era lo que me gustaba hacer.

— ¿Y el mayor desafío de su carrera?

Escribir para chicos es un desafío importante. Hay gente que piensa que es más fácil que escribir para adultos y se equivoca. Es muy difícil poder comprender lo que es ser chico o lo que siente un chico, llegar a tener un contacto con ese mundo que no tiene nada que ver con la nostalgia de la niña que una fue. Yo siento que escribir para los más pequeños es como un don y que además implica una cierta responsabilidad, porque hay que usar un lenguaje que sin ser pobre, sea comprensible. Tiene que haber una agilidad en el ritmo narrativo, tienen que suceder cosas.

— ¿Qué es lo que más disfruta de su profesión?

Es muy lindo empezar el libro, convivir con él. Hay un bloqueo en el medio que es bastante angustiante, pero después cuando se supera, uno arranca de nuevo y los últimos capítulos casi se escriben solos. Llegar al final es una sensación de alivio, de alegría y a la vez de tristeza, porque hay que despedirse de los personajes. Pero se disfruta mucho el momento en el que el libro sale publicado y sobre todo el encuentro con los lectores. Ver la reacción de los chicos. Ellos no mienten, no inventan, transmiten todo lo que piensan, incluso su frustración cuando la historia no termina como quisieran.

— ¿Hay algún género en el que se sienta más cómoda a la hora de escribir?

A mí siempre me gustaron desde chica el policial y el misterio. Pero también me interesan los cuentos románticos, la aventura. En realidad creo que en los libros todo está mezclado. Es como la vida, tiene que haber humor y situaciones de todo tipo. No me gustan las historias estereotipadas.


— ¿Cuál diría que es su fuente de inspiración al momento de escribir?

Te diría que son los personajes los que me van guiando, mi cabeza se traslada a su mundo. Pero también como periodista hago investigaciones y voy al lugar donde la historia transcurre. Elijo las locaciones, visito una casa o un barrio por ejemplo. Todo eso me inspira porque los lugares también me cuentan cosas.

— ¿Qué recomendaría a una persona que quisiera iniciarse en la escritura?

Yo creo que uno tiene que adquirir oficio. El mío, por ejemplo, fue el periodismo. Hay gente que empieza por un taller literario, otros mandando sus manuscritos a concursos, pero lo importante es seguir un camino de esfuerzo, recorrerlo y acostumbrarse al rechazo. Y sobre todo hay que ser honesto con uno mismo, confrontar la crítica y aceptarla para poder sacar cosas buenas. No todo lo que brilla es oro, más bien nada es oro. Los libros hay que corregirlos y trabajarlos, hay que tener paciencia y constancia. Es una profesión difícil, pero muy apasionante.


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