Entrevista a Dario Sztajnszrajber: “La filosofía tiene que hacerse cargo de una nueva realidad donde la informática es estructurante”

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Ante el inminente lanzamiento de la tercera temporada de “Mentira la verdad” por el canal Encuentro, Darío Sztajnszrajber habla sobre su idea de relacionar a la filosofía con otros lenguajes, que también se puede ver en su espectáculo musical “Desencajados”. A continuación, la visión del filósofo y docente de 45 años sobre la relación de la filosofía con la tecnología, su inspiración para la exitosa serie, la adherencia al Bilardismo y su crítica a la futbolización de las cosas.



-¿Qué lugar tiene la filosofía hoy en día en el que las nuevas tecnologías como los smartphones o las tablets ocupan mayormente la atención?

Yo creo que una cosa no contradice la otra. La filosofía no es un compendio de información o que busca acumular datos, sino al revés, es un ejercicio de la pregunta y el cuestionamiento permanente, así que por más que haya una importante revolución informática, lo que es la búsqueda filosófica se mantiene. Evidentemente se adapta a una nueva realidad material, pero no por eso se deja de ejercer. No creo que la informática esté taponando la labor filosófica, pero sí claramente la filosofía tiene que hacerse cargo de una nueva realidad donde la informática es estructurante.

-¿Cuál es tu relación con esas nuevas tecnologías?

Muy buena. Estoy bastante alineado, las conozco, las uso también a nivel profesional. Yo vengo de una generación que cuando tenía que buscar textos, citas o datos había que ir a la biblioteca y tener la suerte de que el libro esté traducido para poder alcanzar eso que se buscaba. Hoy en día Internet posibilita un alcance casi instantáneo para aquello que se requiera. Tanto para la investigación como para la difusión de las cosas que hacemos, la informática sirve mucho.

-¿Cómo se te ocurrió el programa “Mentira la verdad” que se emite por el canal Encuentro?

Surgió a partir de mi trabajo en el aula y sintiendo que las cosas que el docente hace en allí se pueden llevar a la pantalla, en especial todos esos recursos de enseñanza que se usan para que una clase sea entretenida y le llegue a los alumnos. Lo que nosotros hacemos en los programas no es muy distinto a lo que hago yo en el aula, salvando las grandes distancias de producción. Donde enseño suelo dar clases de filosofía así: usando ejemplos cotidianos, teatralizando algunas cuestiones, poniendo un poco de humor, por lo que no hay un corte, sino que hay una continuidad, una traducción de lo que es la labor filosófica en el aula a la pantalla televisiva.

-¿Te sorprendió el buen recibimiento del público hacia el programa?

Sí, nos sorprendió mucho. Sabíamos que teníamos una propuesta interesante, pero no imaginamos tener tanta masividad en la adhesión, la construcción de una audiencia que sea tan fiel al programa y se enganche con hacer filosofía en otro formato como el televisivo. Es un público que, en general, no viene de la filosofía. Eso es algo muy positivo que tiene el programa: posibilitar el acceso a mucha gente a la filosofía que no estudiaría la carrera o una materia, y sin embargo uno le está mostrando una manera distinta de relacionarse con el sentido, como es la filosófica. Pero sí, sorprende que haya pegado tanto y se lo siga tanto.

Creo que tiene mucho que ver con que el programa responde a una estética contemporánea con imágenes rápidas, una musicalización variada, algo muy propio de nuestros tiempos. Hasta diría que está más cerca de una producción cinematográfica con el modo de cómo están planteadas las escenas, como está filmado, su fotografía. Sería como una gran película en capítulos. Eso también hace una diferencia como producto.

-¿Está por salir una nueva temporada, no? ¿Hay algunas novedades?

Sí, se viene la tercera temporada ya. Se van a tratar nuevos temas, agregamos trece en total. Después hay novedades que planteamos desde el formato. La más importante es que hay una única historia que se trata a través de los trece programas y ya no una historia que empieza y termina en cada episodio, sino un relato que se va contando, y a partir de éste se van sucediendo en cada programa los distintos problemas filosóficos.

– Es decir, ¿en un formato más de serie tradicional?

Claro, un formato similar al de una serie.

– En el mismo sentido, este mes estuviste en el ND Ateneo con tu espectáculo “Desencajados” y haciendo un show similar en el Encuentro Federal de la Palabra. ¿De dónde surgió esa iniciativa de conectar la filosofía con la música?

Es parte de un trabajo cuyo propósito es, justamente, lograr que la filosofía pueda dialogar con otros géneros. Lo mismo que hacemos en televisión, radio o literatura, en este caso lo llevamos al teatro en una especie de recital donde se mezcla la filosofía con la música. Se plantea un espectáculo en el escenario donde estoy yo haciendo filosofía junto a una banda que interpreta las distintas músicas. Tiene que ver con que en muchas de las canciones del rock nacional encontramos un aire filosófico o de búsqueda existencial, entonces nos dimos cuenta que todo el relato filosófico puede ser acompañado por esas canciones, que lo allanan, lo hacen más amigable.

– Por último, sos famoso por hablar del Bilardismo, planteando que a la hora de ver el fútbol dejás los conceptos filosóficos de lado. ¿Qué es bien el Bilardismo?

Tiene que ver con figuras de la identidad que uno asume en distintos ámbitos. Me pasa lo mismo en la religión, la política o en la cocina. No es que estoy haciendo filosofía todo el tiempo. Si, por ejemplo, elijo comer pescado y no comer carne vacuna, no hay detrás toda una elucubración filosófica. Acá con el fútbol lo mismo: soy hincha de Estudiantes, que es un club donde surgió esta forma de ver el fútbol que es el Bilardismo. Un poco por proveniencia y otro por elección, me siento identificado con esa forma, estrictamente como una forma de jugar ese deporte. Por eso digo que no sostengo esa idea de que la filosofía puede explicar todo lo que uno hace. En este caso es algo mucho más concreto, es una forma de pensar y vivir el fútbol que se inició con Bilardo y luego con sus sucesores en la historia del club.

– ¿Tiene que ver entonces con una especie de fanatismo?

Yo no me considero un fanático. Soy más un adherente, por eso marqué que me gusta o me siento identificado, pero no soy un fanático en el sentido tradicional de la palabra. Mi vida no pasa por el fútbol para nada. Me parece además que está bueno quitarle un poco de peso porque hay una especie de futbolización de mucho de lo que hacemos, que lleva a fanatismos que son realmente violentos y peligrosos en algún sentido. Yo prefiero una relación mucho más mediata: soy hincha de Estudiantes, veo a mi equipo y quiero que gane.Y si no gana nada, la vida continúa y pasa por el otro lado.

– Puede ser que muchas cosas estén más futbolizadas, como vos decís, como por ejemplo la política y la música.

Sí, tal cual. En la música es tremendo, porque si se quedaran con la iconografía del fútbol, todo bien. Pero cuando hablamos de que está más futbolizado, nos referimos a ese costado violento que tiene que ver con la construcción del adversario. El fútbol nos guste o no es un deporte que siempre se juega contra alguien y no con alguien. Esa contrariedad muchas veces está más pensada en la destrucción del otro que con el desarrollo que pueda hacer uno. A mí en particular no me importa quién está del otro lado, no le tengo principalmente odio a nadie, me interesa lo que hace mi equipo y punto.


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